Miércoles 22 de agosto de 2001
 

Una intensidad difícil de mantener

 

Por Oscar Sánchez

  ¡Qué partido el del lunes por la noche! Como todo pleito con Brasil, lo vivimos con pasión y dramatismo. Todo por un desarrollo quizá inimaginado. Por lo espectacular de Argentina en el primer tiempo y por lo que vino después, con la recuperación de los brasileños que les permitió emparejar en 94 puntos, apenas a escasos segundos de que la chicharra sonara por última vez.
Luego, la prórroga con la angustia, el desgaste de unos (a ellos se les fue Marcelo Magalhaes, encestador de nueve triples) y el "despertar" de la Argentina con apariciones fugaces pero gravitantes de Farabello y Ginóbili, para resolver con más facilidad (108 a 98), de lo que se pensaba unos minutos antes.
Creo que todos en realidad pensábamos que el segundo período iba hacer un mero trámite. No ocurrió así. Primero hay que decir que una intensidad de juego, como la expuesta en el primer cuarto, no es para nada normal prolongarla en el total desarrollo del partido y menos ante un rival como Brasil.
La fatiga que provoca un pressing extendido en todo el campo, con constantes ataques rápidos debido a los numerosos recuperos, especialmente en anticipación de los hombres altos, es una de las causas de una merma considerable del juego. Un segundo aspecto es que la rotación (un poco más tardía que en otras ocasiones, y quizás comprensible por el fantástico rendimiento) no es la misma en cualidad de cada uno del primer frente perimetral ("Pepe"-"Manu"-Palladino) con relación a Victoriano-Nocioni, y en menor medida Sconochini en ejecutar la misma presión.
Al irse diluyendo esta agresividad defensiva, se dejaron de recuperar balones y tener como consecuencia los tiros fáciles que siempre traen sus altos porcentajes.
También creo que el equipo va decayendo en su ataque (y por experiencia lo menciono) y la ofensiva va perdiendo lectura y agresividad, con semejante desgaste realizado.
Dentro de un lapso del primer cuarto hubo una caída que no alcanzó a evidenciarse por el abultado score de 18-5 a 3 minutos 55 segundos del final del cuarto, donde Brasil mandó una zona de ajuste. Como consecuencia de ello, Argentina tuvo una muy baja efectividad, con solamente dos bolas convertidas de ataque rápido, sumado a tres libres, para terminar los primeros 10 minutos 25-7.
Ya, y promediando el tercer cuarto, se vino Brasil en una reacción también lógica, donde, paralelo a ésto, encontró al equipo nacional sin respuesta defensiva hacia Marcelo y con exceso de individualismo y tiros forzados.
Quizás y lo más llamativo, es que luego de dos minutos pedidos por ambos entrenadores y a segundos del cierre con Argentina ganando por tres puntos, se haya cometido un error grosero en no cortar con foul.
A parte de todo lo mencionado, no me gustaría ser tan injusto en no reconocer que enfrente hubo un rival como Brasil, que sigue siendo potencia sudamericana. Además, no dejar de resaltar que más allá de todo lo dicho, en el término de veinte días, Argentina ganó cuatro clásicos consecutivos (dos veces en el Sudamericano de Valdivia, en el Súper 4 y antenoche), demostrando que hoy por hoy está por debajo de nuestra selección nacional.
Y eso tiene un enorme valor. ¿O no?
   
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