Miércoles 29 de agosto de 2001

 

Un recorrido por los paisajes internos

 

El plástico Ariel Martínez realiza su primera exposición individual en Viedma.

  VIEDMA (AV).- El artista plástico Ariel Martínez está exponiendo sus obras en la Galería "Elhojo" de Viedma, en su primera muestra individual. Sus cuadros están cruzados por líneas fuertes, barras en movimiento en un mundo de colores sugerentes y envolventes, nacidas del impulso lúdico de las manos que van y vienen sobre la obra una y otra vez hasta que llega el sentimiento de que la faena está concluida.
Ariel es oriundo de Resistencia, provincia del Chaco. Allí en su infancia leía clásicos juveniles como "Ivanhoe", "El último de los mohicanos", "20 mil leguas de viaje submarino", y después pasaba las imágenes que se formaban en su cabeza a un cuaderno.
Al terminar la secundaria hizo tres años de arquitectura en la Universidad del Noroeste. En realidad, Ariel quería hacer diseño gráfico, pero no existía la carrera en la zona, por lo que eligió arquitectura "por la cuestión gráfica", pero se sentía "muy atado, muy estructurado, todo era rígido y no me terminó de completar".
Varios años hizo el esfuerzo de seguir por no fallar a la familia, pensar en la cuestión del título, la salida laboral, pero finalmente dejó la carrera e ingresó en la escuela de Bellas Artes y después de cuatro años se recibió de maestro de artes visuales.
Corría 1996 y con el título bajo el brazo, cruzó medio país y desembarcó en la Comarca Viedma-Patagones; ya en la región, mientras trabajaba en el nivel primario, hizo el profesorado en la escuela Alcides Biaggetti, con orientación en pintura.
El Valle Inferior como destino fue mitad aventura y mitad oportunidad de trabajo. Por un tío radicado en la zona desde hace treinta años que le vendió la región, Ariel vino con su novia, con quien comparte profesión, y hoy un hogar con hija y todo.
"El choque visual es muy fuerte por la diferencia entre el norte y el sur; cuando crucé el puente nuevo y vi esa inmensidad pensé: ¿dónde está el mundo? Me parecía que el horizonte era el fin del mundo". Así fue que "la primera etapa de adaptación fue muy dura, pero encontramos gente muy abierta; y hoy diría que no cambiamos este lugar por otro".
Toda su etapa artística anterior a la Comarca estuvo marcada por el dibujo y el grabado. En 1998 surgió un viaje con un grupo de docentes a la zona de Pilcaniyeu para observar abrigos y cuevas donde hay vestigios de grabados y pinturas rupestres de unos ocho mil años de antigüedad.
Ariel comenta que "eso fue una experiencia muy fuerte, como un encuentro y un decir esto es lo que siempre estuve buscando", y lo compara con lo que muchos comentan que les sucede en el Machu Pichu: "es una conexión con lo que es de acá, lo originario".
"A partir de allí se comenzó a desarrollar mi propuesta actual; empecé a experimentar con materiales, hasta que descubrí la pintura asfáltica", elemento al que califica como noble y puro, y que le dio toda una gama de colores necesaria para exponer su nueva propuesta. Por otra parte, la representación temática giró bruscamente: "Tomé un camino totalmente distinto a lo que hacía, y de alguna manera comencé por negar la figuración, y partir de la imagen abstracta, de la mancha, de lo interno".
Así fue como "registrando el paisaje de la zona y lo que sentía, fueron apareciendo los primeros paisajes internos, la respuesta de cómo recibía dentro mío lo externo".
Y si bien relaciona sus cuadros con los conceptos arcaicos, deja bien en claro que "trato de no recurrir a la copia o reproducción de los vestigios de las civilizaciones originarias".
   
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