Martes 28 de agosto de 2001

 

"Nos está escribiendo un demente"

 

Roberto Cossa llega hoy a Roca para brindar un seminario y asistir al estreno de "La nona"

  Periodista, guionista, autor de puestas en escena, cofundador de los ciclos de Teatro Abierto 1981-1985 y fundamentalmente dramaturgo, Roberto Cossa entró por la puerta grande del teatro nacional en 1964.
Hoy, "La nona", de 1977, en versión de Eduardo Rovner con música de Ernesto Acher y elenco integrado por Hugo Arana en el rol central, ocupa la sala del Presidente Alvear convertida en musical y volverá luego de 22 años de su primera presentación en la Casa de la Cultura de Roca a esta ciudad en una puesta a cargo de Ana María Bertoni con el elenco de la Comedia Fundación Cultural Patagonia que se estrenará el 1 de setiembre.
Antes de su llegada a Roca para brindar un seminario en el Instituto Universitario Patagónico de Artes (IUPA), desde hoy y hasta el 31 de este mes, dialogó con "Río Negro". El encuentro fue en el renovado Teatro del Pueblo. Silencio opaco de subsuelo, pasillos fríos, maniquíes descabezados con trajes que otrora sudaron actores buscando personajes, espejos ausentes de viejo vestuario, escalofríos.
"Un teatro siempre tiene algo de fantasmal, sobre todo cuando está vacío".
Tito arma la primera pipa. Todo semeja miradas sobre una vieja casa familiar por años no visitada, puertas pesadas, bajo la cómoda una peineta que la abuela usaba cuando por allí se mecía. Disparos sobre la memoria que se recrea. "El teatro es muy testigo, aunque no se dedique a indagar en la memoria".
Pita y el aroma a tabaco envuelve, seduce. "Siempre va a ser un lugar de referencia para quien quiera investigar la historia. El teatro es contingente, más allá de que las obras –a veces- no lo sean. Todo lo que sucede en un movimiento teatral se relaciona con el tiempo en que se vive, con la comunidad, con sus luchas. Acá, en Buenos Aires, hemos tenido una larga trayectoria de pelea y de resistencia".
- Aún ahora...
- Es una realidad. No hay censura, pero hemos perdido las dos terceras partes de los espectadores. Para ellos, la hubo. Hay repliegue del clásico público de clase media, docentes, profesionales, empleados... Toda gente muy castigada, en la economía y el ánimo. Eran los que veían teatro de arte, tipos que tenían trabajo, cobraban puntualmente, sin recortes, que más o menos vivían tranquilos, les gustaba ir cada tanto al teatro o más al cine, compraban libros.
Este es un proyecto de empobrecimiento cultural total. Está lo económico que es más terrible, pero el marginado que no come, tampoco venía al teatro. De manera que nosotros sentimos la pérdida de ese sector de clase media que tenía un pasar estable.
-¿Qué plantea en teatro ante esta realidad?
- El teatro, en general no es un fenómeno tan periodístico que testimonia o plantea cómo encarar ciertos temas. Los trata de un modo más metafórico, pero en lo que he visto en los últimos años, está la angustia del hombre. Está, muy en los jóvenes, el tema de la incomunicación, la desesperanza, esta angustia, este mundo perverso, irracional, ininteligible, este país sacudido por las cifras de la economía. Hay algo patético, doloroso, terrible, pero también absurdo, irreal, de disparate, que parece obra de un demente. Nos está escribiendo un demente. Ni siquiera podemos hablar de crisis, de guerra, de catástrofe natural. Es una gran locura y el teatro está registrándola. No habla de Domingo Cavallo, pero sí de lo angustiante de este tiempo; sobre todo se ve el país.
- Entre las manifestaciones que mencionabas, también se ve una especie de soledad compartida por solitarios.
- Son tiempos de soledad. Yo no hablo de un pasado mejor, son sólo períodos diferentes. Cierto es que mi edad me aísla más; los años, inevitablemente me ponen más casero, empiezan ciertos cambios naturales. La juventud es movimiento, deseos de aventura, hedonismo, ansiedad, sexualidad manifiesta, todo eso se va calmando. Pero veo más aislada a la gente. Me parece que hasta por motivos económicos hay menos tertulia, menos juntarse, menos compartir, porque tampoco hay ganas.
Yo sigo, con mi estilo –no soy un escritor de todos los días ni mucho menos- estando en actividades, en tareas. En este teatro, por ejemplo, que lleva su tiempo. Estamos organizándonos para conformar un frente de la cultura. Empezó, como siempre con gente de teatro.
- Por esa eterna necesidad de seguir luchando.
-Por ella, convocamos en base a cinco puntos básicos: unirnos, escucharnos, pensar el país que queremos para nuestros hijos, encontrar una estrategia propia de la cultura que ayude a construirlo, y reivindicar la cultura como un aspecto esencial de los derechos humanos. Al lado del hambre, viene detrás, pero es esencial que la gente pueda elegir, que la cultura no sea un fenómeno elitista, para pocos y raros. El problema es elegir, y la imposibilidad actual hace siniestro a este modelo. Las dos terceras partes del país no tiene opción. Su vida está programada para morirse de hambre o trabajar por un bajo salario y embrutecerse. Contra eso hay que combatir. Es un mandato ciudadano, de ser humano, pero los que trabajan en la cultura -en algunos casos- tienen una mirada más abarcadora y posibilidades de provocar situaciones. Además no vienen de partidos políticos, de sindicatos, en parte sí de organizaciones de derechos humanos. Hay que unir eso y planear otro frente más de lucha. 
Encima, una característica de este tiempo es la sensación de que no hay salida. Esa incertidumbre es lo peor. Veo que la gente descree y es grave. Acá hay personas que sin trabajar ganan fortunas y otros que trabajando mucho, no pueden comer. Es una injusticia a la que hay que darle término.
- La esperanza todavía tiene cabida.
- Es que sin ella, el hombre no puede vivir. En el fondo, yo la tengo. No la esperanza ingenua que tenía en los sesenta cuando creía que iba a ver el cambio, que lo iba a protagonizar. Ya sé que no lo veré, pero tengo la visión de que el hombre o llega a una sociedad socialista –en el sentido de solidaria, de igualdad de oportunidades, del bien común- o se destruye. Están generando un mundo con unas diferencias brutales, en el que también hay modelos sociales más igualitarios.
Cada vez se van generando distancias mayores. Hoy estamos más lejos del llamado Primer Mundo que hace treinta años atrás. La brecha tecnológica y de acceso al conocimiento, es enorme. Cada vez se ve más lejano el día de la justicia porque los poderosos son terribles, voraces, no ceden un ápice. Muere un chico cada cincuenta minutos de hambre y los que tienen el poder dicen que son cristianos. Bueno, están crucificando un Jesús cada cincuenta minutos, un inocente muere por la injusticia y no hacen algo para impedirlo. Esto muestra que son insensibles y no van a ceder.
En Argentina, estamos esperando el alivio, pero las predicciones de los que parecen saber son siniestras. A lo sumo hablan de tímidas reactivaciones, nadie menciona un plan de salida a tres años, a cinco. Pero, se equivocan tanto que quizás equivoquen el diagnóstico. Frente a semejante panorama, no hay otro remedio que seguir luchando, soñando mucho más.
Personalmente, es lo que me mantiene vivo. Si me encierro en mi casa y bajo los brazos, estoy listo. Es una forma de muerte. No estoy para hacer piquetes -que se pueden hacer también- pero sí para generar ideas, escribir, estrenar o ir a dar un taller a Roca. Para mí también es parte de sentirme activo y útil. Yo voy a movilizarme y esto me moviliza." 

Un grotesco moderno que sigue vigente

Además de dictar un taller en Roca, desde hoy y hasta el viernes en el IUPA, Tito -como le dice casi todo el mundo- asistirá aquí a un nuevo estreno de "La nona", que realizará el elenco de la Comedia Fundación Patagonia el sábado.
Justamente esta obra suya marcó su retorno a la labor autoral en 1977, acentuando un estilo emparentado con el grotesco moderno.
En los veinticuatro años que pasaron de su estreno -veinte de la película- fue también montada en Francia por Jorge Lavelli; en el Theatre Royal du Parc de Bruselas, Bélgica; en varias ciudades de Estados Unidos; estrenada y repuesta en Italia por la RAI; emitida por la BBC de Londres, representada en Alemania, Armenia, Eslovenia, Grecia, Hungría, Israel, Líbano, Portugal, Suecia, Suiza, Turquía, en casi toda América Latina y algunos países africanos, seguramente, uno de los emblemas artísticos que más nos ha representado en el mundo.
"Siento satisfacción de que se hable de la actualidad de "La nona". Que todavía esté viva habla de algo genuino como teatro. Cuando se revisan algunos sainetes, grotescos de la década del veinte, los que persisten tienen algo teatralmente válido, están bien contados, proponen un juego teatral y eso los conserva. Después están las obras maestras y las menos ambiciosas que de todas maneras perduran; pueden seguir subiendo a escena y agradar al público". 
- Escribiste algo que pasado el tiempo, todavía...
- Permanece. Eso es bueno.
- Y te trascenderá.
- Mejor no planteárselo. Puede ser, tenía cuarenta cuando la escribí. Que un elenco la tome hoy y la vuelva a decir por mí, es más satisfactorio que un estreno. "La nona" tiene esa historia, recorre y recorre, siempre se está haciendo en alguna parte.
- ¿Qué tiene para que le suceda eso?
- En principio, es teatro. Insisto con ese concepto y es lo que voy a decirles a los teatristas de Roca en el taller. Después, mucho tiene que ver el personaje de esa viejita que empieza a ser, ahora más todavía, una especie de gran metáfora de muchas de las cosas devoradoras que nos afectan, nos destruyen; esa familia que trabaja y trabaja para darle de comer a la vieja que los va destruyendo, tiene un parangón obvio con la Argentina y la deuda externa. Esto le da una dimensión permanente. Supongo que cuando la dan en países satisfechos, la lectura es otra, quizá por el lado del tema familiar o de la muerte, que también es devoradora."
- Ni lo imaginabas en 1977.
- Para nada, yo escribí la primera parte para divertirme. Pasó un tiempo y en dictadura, comenzó a aparecer todo el horror, y en la segunda parte "La nona" se vuelve dramática, densa, cuando surgen las muertes. Creo, no lo sé, pero vista desde hoy y viéndome también yo, que se relaciona con los muertos que iban sembrando la Triple A y la dictadura militar.
- Todavía no hemos hecho un duelo de esa época.
- Sobre todo las madres no pueden hacerlo mientras no encuentren los restos de sus hijos. Y trasladado a la sociedad, no hemos cerrado, no se ha hecho justicia.

Eduardo Rouillet

Foto: Roberto "Tito" Cossa, un dramaturgo que no deja de luchar.

   
    ® Copyright Río Negro Online - All rights reserved    
     
Tapa || Economía | Políticas | Regionales | Sociedad | Deportes | Cultura || Todos los títulos | Breves ||
Ediciones anteriores | Editorial | Artículos | Cartas de lectores || El tiempo | Clasificados | Turismo | Mapa del sitio
Escríbanos || Patagonia Jurásica | Cocina | Guía del ocio | Informática | El Económico | Educación