Domingo 26 de agosto de 2001

 

Los sabores de la historia

 
  Nuestras abuelas y nuestras madres sabían que las fragancias francesas eran un arma esencial a la hora de conquistar a los hombres. Con el tiempo descubrieron que los aromas que emanaban de sus calderos italianos y españoles eran tanto o más efectivos a la hora de convertir un festejante en consorte.
La comida siempre estuvo relacionada con la conquista de hombres, reyes, reinados.
El imperio galo prefirió olvidar que la cocina francesa se maceró al calor de los "cuocos" italianos. Cuando en el siglo XVI Catalina de Medicis se casa con el rey Francés, al advertir la pobre dieta de su marido, se llevó una tropa de cocineros florentinos con la finalidad de enseñarle a cocinar a los franceses. No menos angustiante para los franceses fue descubrir que su destino pendía del mango de una sartén. Cuenta la tradición que Napoleón, cabulero empedernido, comía crêpes todos los martes de carnaval, pero estos tendrían que darse vuelta sólo con el envión de la sartén para traerle suerte. El carnaval de 1812 decidió agasajar a Josefina en las Tullerías cocinando él mismo y fallando tres veces en la voltereta de los crêpes. A los pocos meses le llegó Waterloo.
Víctor Ego Ducrot desarrolla estas historias en esta su saga epicúrea, "Los sabores de la historia", y en su primer libro "Los sabores de la Patria", ambos editados por Norma. Los actos del comer y el beber en su contexto histórico y geográfico nos muestran el exquisito color cultural de este rito cotidiano de supervivencia.
Cordero con uvas frescas
(Receta palestina en los tiempos de Jesús)
Ingredientes:
-Una pata de cordero
-Uvas despellejadas
-Yogur natural
-Menta y ajo
-Aceite de oliva
-Jugo de limón
-Romero y laurel
-Sal y pimienta
Sazonar la pata de cordero con aceite de oliva, sal, pimienta, romero y hojas de laurel; disponer a su alrededor dientes de ajo sin pelar y asarla al horno. Mezclar el yogur con las uvas, la menta triturada y el jugo de limón. Cuando el cordero está a punto, cortarlo en rodajas, aplastar los ajos asados para que pierdan la piel quemada y mezclarlos con la preparación de yogur, que se utiliza para aderezar las rodajas de carne.
   
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