Miércoles 22 de agosto de 2001

 

Ana Unhold y la arcilla purificada por el fuego

 

A la escultora porteña se le "volaron los pájaros" y pide que la ayuden a llenar de ideas algunas "cabezas huecas". Formas de la geografía cotidiana en la muestra del Palacio Municipal.

  NEUQUEN (AN).-Dicen que quien trabaja con el barro está emulando a Dios y se endilga el soplo, el poder divino que a través de los dedos va dando nuevas formas. Eso es lo que dicen. Cierta trasmisión navegando en los genes aún puede atisbarse: casi todos los niños, siempre que pueden y se lo permitan, aman amasar la tierra con el agua y hacer buen uso de esa herencia que nos llega desde el inicio de los tiempos, desde un desconocido alfarero.
La arcilla indómita se deja arremolinar por los vientos y es sólo eso: polvo. Necesita de las manos. Las delgadas manos de Ana Unhold se la prestan. Es cuando la escultora comienza a formar volúmenes, oquedades, ciertos rictus.
Cuando eso sucede, una andanada de "vida" -por así decirlo- en estado comunicacional, se apodera de la materia. Permite ser sometida al rojo vivo de la cochura, encerrándose primero para purificarse por el fuego y después sí: mostrará exultante esa mutación en aquello que los humanos llamaremos "escultura cerámica".
De eso se trata, ya sin más dilaciones. De las esculturas que la artista porteña, radicada en Neuquén Ana Unhold muestra en esta capital. Nombra ciertas piezas "Flor cósmica", "Mano alada", "Gato azul" o "Delfines". Son algunas de un total de veinticinco hasta el 31 de este mes, expone en el subsuelo del Palacio Municipal.
Iniciada en las técnicas escultóricas en esta capital, la expositora se perfeccionó en Asunción del Paraguay, donde residió durante dos años, acompañando a su esposo cuando fue designado como agregado en la Embajada argentina en el país fronterizo. Pero es la educación, la asignatura que Unhold jamás dejó pendiente y que pudo vivenciar desde distintas ópticas.
Entre 1998 y 99 se la designó directora general de Enseñanza Media durante el último gobierno de Felipe Sapag y en la actualidad es directora del CPEM 23 un enorme colegio secundario, lindante con el gimnasio del parque, con un millar de alumnos y más de cien docentes. Dos mundos que se tocan, cuando Ana asegura que fue su profundo conocimiento de las Ciencias Naturales, carrera en la que se graduó, aquello que luego -al encarar la creación-, la llevaría a manejar la arcilla y sacar formas humanas y animales, de la flora y hasta lo innacible -retar, escuchar, rendirse- concretizándose en formas claras "El reto", "Te escucho", "Me rindo", tal los nombres de una tríada de obras.
Desde algo parecido a un trazo poético que nombró como "Mujer marina", pasó Ana a ponerle nombres a sus cerámicas, con cierto humor "Se me volaron los pájaros" o a esas "Cabezas huecas" que en verdad no son una metáfora, sino son "cabezas" y están "huecas" y que la escultora quiere que la gente que visite la exposición las llene de ideas, alusiones, pretensiones, deseos, afectos, dolores: que irán escribiendo en papelitos para rellenar testas vacías.
Siguiendo su línea de inspiración, un personaje tan neuquino, tan actual, tan protagónico será para Ana Unhold tema de creación. Aparecen "Piquetero" y "Piquetero dos". Pero "no me preguntes -dice- la razón que me movió a ponerles esos títulos. Ya había concluido las obras, las observé y fue así, me dije: son piqueteros".
Después la entrevista se aventura por otros andariveles. La influencia, los cambios de paisajes y de vida: sedimentación para lo que hoy le demanda el arte.
De diez años a esta parte, sucesivos cambios de residencia, en principios desde Buenos Aires a la Norpatagonia y después dos años en Paraguay le ampliaron horizontes, sabores y coloraturas.
Definió a la tierra guaraní como "mágica" con gente de una inocencia conmovible. Lugares de extremos, opulencia y miseria ancestral; de rostros oscuros y alemanes menonitas que forman una isla de progreso increíble y circunscripta estrictamente a los límites de sus colonias.
A Unhold le tocó -entonces-vivir el lado pródigo de la sociedad, el paraíso en exclusivos clubes náuticos y ceremonias del protocolo. Pero aprovechó para perfeccionarse, viajar al corazón de las poblaciones, enriquecerse con el intercambio de culturas. Y parte de todo aquello está en su obra actual y en la que vendrá. Así lo ha prometido.

   
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