Lunes 13 de agosto de 2001

 

"El neoliberalismo adelgaza la cultura"

 

"En la primera parte de la reforma estatal y despliegue del neoliberalismo, la Argentina gozó de cierto consenso social y "Doña Rosa" era una "friedmanita" convencida del discurso de Milton Friedman", asegura el periodista Jorge Landaburu. En su libro "Argentina, el imperio de la decepción", que se presentó en Neuquén, el escritor analiza los discursos de los economistas que justifican y legitiman los procedimientos del neoliberalismo.

  NEUQUEN (AN).- "Hoy por hoy la presencia del neoliberalismo trasciende el marco de la política y de la teoría económicas y por ejemplo podemos hablar de neoliberalismo en el área educativa. Y eso ocurre porque evidentemente la concepción neoliberal tendió a trascender en muchos ámbitos y de algún modo eso adelgaza la cultura, la uniforma y merece una crítica, una atención", advierte Jorge Landaburu.
Landaburu es economista, escritor y periodista y en su reciente libro "Argentina, el imperio de la decepción" analiza el discurso dominante en la economía del país y su forma de legitimar determinados procesos en áreas como la cultura y la educación.
El escritor, que visitó Neuquén invitado por librería "Galerna", ofreció una charla el viernes pasado en el complejo de cines Village y contó a "Río Negro" que su flamante obra "pretende realizar una crítica cultural, desde el punto de vista más amplio de la cultura y desde una crítica al neoliberalismo y al pensamiento único".
-En el libro habla de una casta sacerdotal debidamente capacitada para la hermenéutica y la retórica a través de la que se expresa el mercado. ¿A qué se refiere?
-Uno de los grandes dilemas de la cultura actual es entender qué son como elemento expresivo los mercados y quiénes son los que lo interpretan. Y en ese sentido, se puede decir que quien interpreta el mercado de que en teoría habla es una suerte de sacerdote que tiene que apelar a una mezcla de hermenéutica y retórica para convencernos de que eso es lo que los mercados dicen. Es una ironía respecto de qué hacen los economistas neoliberales más promocionados por el gobierno.
-¿Qué papel les cabe entonces a los pensadores?
-En este momento podríamos plantear quizás que la crítica es funcional al modelo, o sea que de algún modo se produce un hiato entre la crítica y la reacción social. Por lo tanto hay que formularse otra forma de criticar el modelo
-¿Cuál sería la vía de solución?
-Sería pretensioso de mi parte decirlo. Me baso en ciertas analogías con el arte contemporáneo, con ciertas experiencias teatrales a partir de Bertold Brecht en adelante para demostrar que de algún modo habrá que buscar en aquellos que se opongan o quieran ejercer cierta resistencia a este modelo o forma de pensamiento único. Habrá que buscar alguna modalidad de praxis política, que implique el distanciamiento de la población de este discurso. Un discurso que en términos foucaultianos no es solamente represivo, sino que es un discurso que induce a conductas positivas de la población. Justifica, moviliza y en algunas circunstancias el juicio genera consenso que darían cuenta de las cosas que hemos vivido en la Argentina.
-¿Cómo cuáles por ejemplo?
-Como la primera parte de la reforma estatal y del gran despliegue del neoliberalismo. Ahí la Argentina gozó de cierto consenso social no hay ninguna duda y de ciertas conductas imitativas porque no hay ninguna duda de que Doña Rosa, era una friednamita de Milton Friedman convencida y todos reproducimos ese discurso. Pero es necesario buscar la manera de que la representación del poder, con determinada modalidad muy parecida al teatro clásico, sea tratada de otro modo y busque otros mecanismos que distancien, que quiten la base de sustentación a este discurso dominante.
-¿El texto apunta a desterrar mitos?
-Desterrar mitos del liberalismo que tiene fundamentos aparte de ciertas leyendas contrarias al sentido común y la historia como la de la acumulación originaria. Tiene fundamento en ciertos puntos de vista que son sangrientos como el pensamiento de Malthus que hoy denominamos exclusión y dice directamente que evidentemente sobraba gente y la gente se tenía que morir.
-¿Pero qué salida plantea usted en el libro?
-Hay una vía de solución que es volver a pensar a la economía y a la política no desde el lugar del financista, sino desde el lugar de la economía real, sino de la transformación de la naturaleza, del trabajo, de la distribución del valor...
-¿A quién está destinado este texto?
-Fundamentalmente es un libro que pretende ser una invitación gozosa a la lectura, a la reflexión. Es un libro inacabado, no es un tratado, es una serie de ensayos, donde nada de lo que se plantea es definitivo y es una invitación a pensar de otro modo.
   
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