Lunes 6 de agosto de 2001

 

La tradición de las patadas

 

"El arte de la guerra" es una típica y buena película de acción.

  Una buena película de acción, ya lo saben los fanáticos, debe ser como el sabor de nuestro vino preferido, la textura de una camisa que compramos hace años, las imágenes del escritor que admiramos. Si cambia demasiado deja de ser aquello en lo que confiamos.
Una buena película de acción, indudablemente, debe tener un momento de éxtasis donde todo parece terminar pero no termina, para que finalmente alguien o algo acabe con el malo de turno sin que esto menoscabe la figura del héroe. En una buena película de acción ganan los buenos. Son seres, por lo general, al margen de la ley, aunque en cierta forma la representan. Mientras que los malos tienen la odiosa costumbre de llevar identificaciones del FBI o de la CIA, acompañadas de un aire a corrupción en la mirada.
Hay muchos tiros, explosiones, peleas a mano limpia, grandotes inútiles, flaquitos sádicos, tecnología, chicas muy lindas, una notable banda de sonido y, por sobre todo, dos reyes en una colina que al final se decantará por la soledad porque el "chico lindo" (el ganador) siempre acaba yéndose a paso lento entre las luces y los bomberos. La chica de la que hablábamos antes se cubre bajo sus brazos fuertes. "El arte de la guerra" es un filme que rinde bien todas estas materias. No le queda un solo ítem por cumplir. Del de la tecnología que exhiben sus actores ni hablemos. Allí supera incluso a los juguetitos de Tom Cruise en "Misión Imposible 2". Además tiene como protagonista a un auténtico especialista en guiones de acción, Wesley Snipes. Repasemos el argumento, que el lector seguramente conoce: un agente "en negro" de Naciones Unidas comienza a ser perseguido por los servicios de inteligencia de los Estados Unidos que quieren implicarlo en el asesinato del embajador de China, justo antes de firmar un tratado comercial.
Nadie, excepto una compleja funcionaria, sabe de la existencia de este experto. El hombre no pasa por un buen momento. Después de tanto puñetazo en la frente y esquirlas en los hombros -"no tengo ni obra social", se despacha en un rapto de modernidad que asombra aun a los especialistas en este tipo de productos- ruega por un poco de compasión y pide que le den misiones menos peligrosas. Claro, ésta termina siendo la peor de todas.
Snipes luce en excelente forma, pero se le nota que está para muchas otras cosas. Las escenas de combate son reducidas, a pesar de que la producción de "El arte de la guerra" es sobresaliente. El actor de "Blade" se ha convertido en uno de los mejores exponentes del cine de acción. Snipes es también actor dramático de alto vuelo. Este tipo de ingredientes se nota en la construcción de una carrera de momentos sobresalientes.
"El arte de la guerra" cumplirá con las expectativas de quienes se conocen la fórmula. Lo que debe estar, está.

Claudio Andrade
candrade@rionegro.com.ar

   
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