Domingo 5 de agosto de 2001
 

Teatro Abierto, una experiencia liberadora

 

Este mes se cumplen veinte años del inolvidable Teatro Abierto "81, el movimiento teatral ocurrido en Buenos Aires y que repercutió en el resto de Latinoamérica. La historia demuestra que no se puede concebir al teatro fuera de un contexto sociopolítico determinado. El mensaje de los artistas influye en el espectador, quien, sólo para el que hace la vista gorda, no se libra de éste. Un mensaje que quedó en la memoria cultural con Teatro Abierto.

  París (especial).- Teatro Abierto "81 fue un movimiento creado por un grupo de autores, directores y actores quienes, al organizar una muestra de obras nacionales contemporáneas, buscaban recuperar para el teatro argentino un público remiso hasta ese momento. El éxito fue total pues se cumplió con el objetivo estipulado: demostrar la vigencia y la vitalidad del teatro argentino. Se presentaron así, ventiún obras breves, sin ningún tipo de limitación ideológica o estética, a razón de tres por día. Nadie cobró por su participación.
A pesar de que la función comenzaba a las 18.30, el sistema de abono se agotó una semana antes del estreno. Los precios eran totalmente accesibles y lo recaudado era destinado a la compra de los elementos para las representaciones. Profesora de la Universidad de Saint Denis, en París, la argentina Nora Parola, consideró este fenómeno, como "un acuerdo colectivo en el que todos trabajaron bajo una perspectiva afín con propósitos muy determinados y meditados".
Parola, quien tuvo a cargo en distintos lugares de París, las conferencias y debates, precedidos por la proyección del video Teatro Abierto "81, agregó que "esto fue un replanteamiento del modo de hacer teatro para alcanzar metas de comunicación más intensas; suponía crear, por sobre todo, un estado de conciencia en la comunidad, liberador de sojuzgamientos a poderes fácticos alienantes".
"El movimiento compaginó la comunicación estético-informativa en el menor tiempo posible y con la mayor eficacia en la manifestación y denuncias de las causas degradantes y que eran de dominio público".
Aclamado por la crítica y el público, el evento que había comenzado el 28 de julio en el Teatro del Picadero, fue interrumpido bruscamente el 6 de agosto por un incendio declarado "accidental", pero, a partir de las declaraciones de los técnicos del teatro y demás testigos, se comprobó que fue de evidente carácter criminal.
Diecisiete salas se ofrecieron espontáneamente para continuar el ciclo, que volvió al Teatro Tabarís el 18 de agosto, hasta la memorable fiesta con que se cerró esta etapa el 21 de setiembre. Aún perdura el recuerdo de tantos actores conocidos y otros no tanto, todos sobre el escenario. Algunos de los cientos de artistas que participaron, y a los que por primera y única vez se los vio juntos, fueron: Cipe Lincosky, Osvaldo Dragún, Griselda Gambaro, Aída Bortnik, Alfredo Alcón, Roberto Cossa, Graciela Duffau, Ricardo Halac, Sergio Renán, Jorge Rivera López, Soledad Silveyra, China Zorrilla, Alfredo Zemma, Víctor Laplace, Federico Lupi, Virginia Lago, Haydée Padilla, Carlos Gorostiza, Alberto Drago, Miguel Angel Solá, Osvaldo Terranova, Chela Ruiz, Carlos País, Jorge Petraglia, María Luisa Robledo Pieri, Carlos Somigliana, Ulises Dumont, Pepe Soriano, Eduardo Pavlovsky, Dora Baret, Elsa Berenguer, Marta Bianchi, Rubens Correa, Salo Pasik, Luis Brandoni, Carlos Carella, Lito Cruz y Carlos Gandolfo. Las palabras del dramaturgo Dragún, revelan la relación íntima que existe entre este género y los avatares que sufría Argentina en ese momento: "En mi país, no se puede estudiar el teatro como puro fenómeno estético, ya que está ligado a los momentos políticos. Y eso, que en otros países, sólo ha tenido influencia sobre el contenido, en el mío ha determinado la estructura, la manera de decir, o sin eufemismos, la posibilidad de decir algo".

Reorganización

En 1976 ocupaba el espacio político en la Argentina, el llamado Proceso de Reorganización Nacional. Son los años oscuros de la represión y de la arbitrariedad. Años en que toda forma de pensamiento opositor es sofocada y muchas veces eliminada drásticamente. Pero a mediados del "80, para poder presentarse al cargo presidencial que le esperaba desde hacía cinco años el teniente general Viola pasa a retiro y deja el cargo de comandante en jefe del ejército al teniente general Leopoldo Fortunato Galtieri.
En ese preciso momento se fractura para siempre el Proceso, porque las alianzas económico-financieras de Viola son distintas a las elaboradas por Videla. Son años difíciles. Mucha gente de la danza y del teatro debe emigrar, aunque otros ya lo habían hecho por figurar en las listas negras de la ominosa Triple A. Los que se quedaron tuvieron que apelar a la metáfora, al seudónimo y al disimulo constante.
El llamado "Teatro Abierto 81", según el crítico Osvaldo Pelletieri, "señala el momento canónico del sistema artístico abierto en la Argentina en los años sesenta. En suma el teatro como una forma de conocimiento destinado a una recreación cómplice, a un público avisado que mediante la mirada oblicua del guiño participa de la crítica frente a la acción y al discurso autoritario".
Si bien desde cánones vinculados como el teatro-sociedad, este teatro se enfrenta con parecidas circunstancias a las de épocas anteriores. Desde otras líneas de arranque, inaugura una función catártica nueva para recabar para ambos géneros sus valores originales de espectáculo colectivo. El objetivo de sus artistas era claro: llegar con un mensaje de "no mercantilismo; brevedad en el discurso; una estructura precisa; comunicación directa y una actitud comúnmente compartida".
Tanto en la Argentina como en el resto de América latina, la historia política, trazada ferozmente por los gobiernos militares, determinó entonces, un nuevo espectador, con una mirada crítica y para nada obsecuente. El padecimiento de las masas logró el consenso colectivo, transformando al espectador en un actuante más y en modificador de la realidad.
Existió, por parte de los artistas, un consenso comunitario de propósitos y coincidencias de análisis de la historia y la actualidad. Siempre bajo los puntos de vista de las causas y procesos que condujeron a un momento concreto de la realidad que vivía el pueblo.

Oscar Sarhan

   
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