Lunes 30 de julio de 2001
 

El Limay bajó 15 centímetros en Neuquén

 

Docentes de escuelas afectadas piden medidas para que los chicos no pierdan más clases

  NEUQUEN (AN)- El río Limay, con un caudal promedio de 1.680 metros cúbicos por segundo, estuvo ayer unos quince centímetros por debajo del nivel que tuvo en los últimos días.
La bajante dejó a la vista los daños que produjo la crecida en importantes arterias de esta capital, como por ejemplo las dos primeras cuadras de la avenida Olascoaga, las calles Río Negro, Pumamarca y la inundadísima Democracia.
"Ahora la prioridad es reparar todas las calles que fueron afectadas, hay daños importantes y también muchos gastos que todavía no dimensionamos", afirmó el intendente de Neuquén, Horacio Quiroga, quien recorrió la zona afectada en compañía del subsecretario de Gobierno Fabián Pelliza.
Quiroga aseguró que de acuerdo a distintas mediciones realizadas en la zona costera "nada demasiado sofisticado" sino marcas en la corteza de los árboles ayer el río Limay estuvo "unos 15 centímetros por debajo" del máximo nivel registrado en los últimos días.
"El asfalto de la avenida Olascoaga está muy deteriorado, el adoquinado de la calle Democracia hay que hacerlo de nuevo, y así muchas otras calles como por ejemplo Río Negro", sostuvo el jefe comunal.
Al respecto destacó los trabajos que se realizaron en las defensas costeras y en la limpieza de los desagües "siempre en forma conjunta con la gente de la provincia", destacó.
Desde que comenzó la emergencia por la crecida de los ríos Limay y Neuquén, la comuna inició una serie de obras en distintos puntos de la ciudad. Las tareas más importantes se llevaron a cabo en la zona del barrio Verde Limay, en el límite entre Neuquén y Plottier; el asentamiento del arroyo Villa María en el barrio Confluencia, y la zona de los balnearios. Sobre la ribera del Neuquén, en tanto, en esta ciudad de construyeron defensas a la altura del barrio Rincón de Emilio.
"Las defensas se han comportado muy bien y estamos muy satisfechos por la forma que se trabajó y se está trabajando... aunque nada ha sido barato, hemos tenidos gastos importantes", afirmó Quiroga, quien no se animó a hacer una estimación de los gastos totales que demandó la crecida. "Todavía estamos haciendo cuentas", se limitó a comentar.
Mientras más de un centenar de personas permanecen evacuadas, unos 160 chicos del barrio Confluencia y de la zona aledaña a ese sector tienen serios problemas para asistir a la escuela.
La crecida inundó casas y calles en ese barrio, donde también hay muchos chicos que se enfermaron por la suma de frío y humedad.
Sólo en la escuela 136 de Confluencia, el 40 por ciento de los alumnos dejó de asistir a clase por los problemas expuestos. O porque tuvieron que dejar la su barrio e instalarse como evacuados o autoevacuados en lugares lejanos a los establecimientos escolares.
Los docentes de la 136 están preocupados por la situación y advierten que no es conveniente que los niños permanezcan muchas horas frente al televisor, como sucede en el hogar Nayahue, donde está el grueso de los autoevacuados del barrio Confluencia.
El colegio 136 tiene una matrícula de 432 estudiantes, de los cuales muchos no llegan al establecimiento sencillamente porque están cercados por el agua.
Elisabeth Baier, la directora, reclamó acciones puntuales para con los chicos del colegio y entre otras cosas pidió que se disponga de un transporte escolar para los chicos que están en el centro Nayahue. Los pequeños están siendo trasladados en vehículos particulares por dos personas que colaboran con Gloria Sifuentes, una funcionaria del Ministerio de Desarrollo Social que está a cargo de todos los evacuados.

Los temores de quienes viven "desde siempre" junto al río

FERNANDEZ ORO (AC)- Vicente y Celinda Benegas hace diez días que viven en una casilla rodante, a orillas del río. No se quieren ir porque temen alejarse de su casa. Tienen 63 y 62 años, y están desde 1965 en la Isla 10 de Fernández Oro. Ya comienzan a ver cómo su casa pierde el revoque y se deteriora el machimbre.
"Esta no es una zona ilegal, nosotros pagamos nuestros impuestos, tenemos alumbrado público, agua potable, una escuela, un centro de salud y un centro comunitario", agregaron otros vecinos que hacen "el aguante" unos metros más allá.
Ninguna persona "de las que tiene que ver con el tema del agua", como ellos dicen, apareció por la isla. "Acá debe haber algún responsable. Algunas casas se están abriendo, otras están rotas, los pozos ciegos se desmoronan", dice la gente del lugar. Estiman que unas 60 ca-sas están bajo agua en este barrio, y que otras 40 están padeciendo los trastornos de la humedad.
Los Benegas tienen unos 20 centímetros de agua en el interior de su casa, "pero la humedad llega a un metro de altura". Todas las paredes están afectadas.
"Se me cayó el revoque en la parte de abajo y seguro que se va a caer el resto que está con humedad. Hace unos seis meses me gasté mil pesos para arreglar la casa y ahora está todo peor que antes", se lamentó ayer Vicente, mientras abrazaba a su esposa al lado del fogón.
El viernes 20 deshabitó su vivienda porque "el agua se venía encima", pero no la abandonó. Decidió quedarse junto a su mujer lo más cerca posible de la propiedad. "No queremos irnos lejos porque los "chorros" aprovechan cuando uno está jodido. Por eso mi yerno nos prestó una casilla y nos quedamos acá", contó.
El "campamento" de los Benegas es el primero que se ve apenas uno ingresa a la Isla 10. Una combi VW está al lado de la casilla metálica, y por sobre ambos rodados hay una lona verde amplia, que los protege un poco más del frío y la lluvia. "La casilla para dormir es calentita", asegura Vicente.
La crecida está dejando muchos trastornos, broncas y necesidades en esta zona de Fernández Oro, pero también historias de color y anécdotas. Entre ellas, aparece "Chicha", una perra que alcanzaron a sacar de la isla junto a sus cachorros recién nacidos, antes de que el agua cubriera todas las calles.
En la Isla 10 siguen viviendo solamente cinco familias. Todas las demás (unas 90) fueron evacuadas o autoevacuadas. La mayoría están viviendo en chacras o propiedades de familiares o conocidos de las cercanías. "Hay vecinos que quieren regresar y no pueden", revelaron ayer.
Para quienes piden ir a ver sus propiedades o para cruzar a las pocas personas que aún siguen estando en la isla, los vecinos tienen un gomón, una lancha y una canoa. El inconveniente del paso está medianamente solucionado, pero no otro: aún no les llevaron ningún baño químico. "Necesitamos al menos dos", reclaman.

foto: Las maestras de la Escuela 136 están preocupa-das por la cantidad de horas de clases que pierden los chicos.

   
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