Lunes 30 de julio de 2001

 

Un lugar en Bariloche para descansar el alma

 
  "Es como estar dentro del lago. Un lugar en donde todos los problemas parecen ser sólo un mal sueño". Miguel, transportista de 54 años oriundo de Lomas de Zamora, camina acompañado por su ahijado Franco, de 16, por la escollera del Puerto San Carlos como cientos de turistas que, por estos días, han elegido este lugar como el paseo preferido.
Pese a que no tiene final de obra y que la Prefectura había colocado un alambre tejido para impedir el paso, las ganas de los visitantes pudieron más y, luego de dejar tendido el cerco en suelo, se apropiaron de los 200 metros de la península artificial que protege del oleaje las dos dársenas del puerto de Bariloche.
Ya la Prefectura se ha resignado y en los próximos días colocará allí un cartel que prohíba su uso solo en horas nocturnas.
Mariel tiene 30 años y la mirada perdida apuntando hacia el cordón montañoso del Cuyín Manzano. Camina lento y en silencio y solo lo rompe para decir: "Paz. Este paisaje te da mucha paz". La mujer es de Capital y por un instante olvidó que significa Riesgo País.
Parejas de novios y de recién casados, familias completas, estudiantes en viaje de egresados y algún que otro turista solitario transitan sin prisa por la escollera. El paisaje los invade y les impone hablar bajo, casi en un susurro. (AB)
   
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