Sábado 28 de julio de 2001

 

La Justicia decidirá el futuro del chico maltratado

 

La Justicia cipoleña ya tenía una denuncia acerca de los malos tratos a los que se sometía al chico de ocho años, cuyo caso tuvo fuerte repercusión en las últimas horas. Ahora dicen que decidirán tras evaluar las actuales condiciones.

  CIPOLLETTI (AC)- El niño de ocho años que sufrió severos malos tratos en su hogar seguirá internado en el hospital, aunque esté en condiciones de ser dado de alta, hasta tanto se esclarezca el caso, anunciaron el juez Alejandro Cabral y Vedia y la asesora de Menores, Beatriz Palanza.
De características muy graves, el hecho se conoció anteayer a partir de la denuncia de la directora de la escuela 283, Mabel Rigoni, quien recibió en la escuela, directamente del pequeño, el testimonio de los golpes y castigos al parecer propinados por su madrastra.
El menor le rogó a la docente que no lo devolviera a su casa.
Como opción de máxima, por orden de la justicia el menor quedaría con una familia sustituta, aunque la mudanza del padre a otra casa, separándose de la madrastra del niño maltratado, abre la posibilidad de que se lo habilite a vivir allí, suje-to a un muy estricto seguimiento de parte de idóneos judiciales.
El chico retornó el martes a la escuela, luego de una semana de faltas previo a las vacaciones, y se corroboró con sus dichos lo que ya había denunciado la docente Beatriz Bugallo, directora de la escuela 248, a la que el nene concurría antes de que lo cambiaran a la que conduce Rigoni.
Hasta antes de la reciente mudanza de su padre (a un domicilio que se mantiene en reserva, para garantizar la seguridad del damnificado directo) el nene compartía con su papá y su hermanita, su madrastra y cinco hijos de esta mujer, una casa en aledaños al barrio Managua, en el noroeste de la ciudad, donde se produjeron los reiterados castigos, virtualmente una tortura.
La asesora Palanza señaló que, en función de la ley contra la violencia familiar, la justicia iba a dictar la medida cautelar de que el chico no sea dado de alta hasta que este tremendo caso se aclare.
Además, se abrió otra investigación porque al parecer su hermanita, de entre 11 y 12 años, podría haber soportado malos tratos también de parte de la madrastra, aunque en los dos casos habría asimismo alguna responsabilidad del padre por no denunciar estos salvajes actos.
“Yo no voy a hablar contra nadie”, dijo escuetamente el hombre ayer en la habitación que su hijo ocupa en la sala de Pediatría del hospital.
Menudo, con el cabello oscuro muy corto y la carita con síntomas de lastimaduras o magullones, serio, ensimismado, el chico estaba ayer acostado mirando dibujos animados de un televisor. Era el mimado del área.
No comentó más que un “sí, estoy bien” y un quedo “soy hincha de Ríver” cuando se buscó algún camino de diálogo referido sólo a cuestiones circunstanciales, para no abrir más heridas que las que ya tiene.
El papá siempre estuvo a su lado y por la tarde fue visitado por las directoras Bugallo, Rigoni y maestras de las dos escuelas, según se supo.
Ernesto Luccini, médico y jefe de Pediatría, aseveró que el chico ingresó con síntomas de abandono, y escoriaciones infectadas en todo el cuerpo.
El juez Cabral y Vedia especificó que tiene en su poder un expediente relacionado con el menor maltratado que no es de ahora, y que ha ordenado a personal idóneo -asistentes sociales, psicólogos- que haga los informes pertinentes, para luego tomar una decisión.
Si bien dijo Cabral y Vedia que la ley de violencia familiar apunta a que las situaciones se solucionen en lo posible manteniendo el grupo unido, enfatizó que lo importante es garantizar la seguridad psicofísica del damnificado, por lo que por ahora el chico se quedará en el hospital hasta que tome una decisión definitiva.
Puede ser clave en este aspecto la declaración de Rigoni sobre el tema: cuando le preguntó al chico con quién quería estar, le contestó muy rápido que con su padre, dejando más abierta aún la posibilidad de que el purrete busque con su papá y su hermanita, en un nuevo grupo familiar, un poco de paz a tanto calvario.

“Tengo mucho miedo, me pega. No quiero volver a mi casa”

CIPOLLETTI (AC).- A la directora de la escuela 283 Mabel Rigoni el clamor del purrete, aferrado a sus piernas como su fuese el único salvavidas que existiese en el mundo, le llegó al alma: “Tengo mucho miedo, me pega, por favor no quiero volver a casa”.
Fue el martes pasado, a eso de las 15, y entonces se dio cuenta que todo lo que le habían contado era verdad: lo golpeaban, casi a nivel de tortura. Entonces, la única opción era protegerlo.
El pibe de 8 años había faltado la semana anterior a las vacaciones, y el día posterior al reinicio de clases, porque presuntamente estaba enfermo.
Cuando Rigoni “apuró” al padre para que presente un certificado médico, el hombre no tuvo más remedio que volver con el chico.
El relato de Rigoni es un testimonio conmovedor:
-”El nene volvió a clases el martes pasado. Cuando llegó las maestras me alertaron de que (P.) no podía caminar, lloraba y decía que no podía más. Lo llevamos a la cocina, le dimos te calentito, porque tenía la manos entre azules y bordó por el frío, y la mochila y parte de la ropita mojada”.
-”Le comenté que la mochila estaba mojada y le pregunté ¿por qué?.
-”Me la hicieron lavar con agua fría, y no se secó”, dijo.
-”Cómo, ¿vos la lavaste?, pregunté”.
-”’Sí, me obligaron, porque me hice pis y tengo que lavar todas mis cosas’, contó casi llorando”.
-”Le miro la carita, estaba arañada, hinchada por el frío, con un moretón muy azul bajo el ojo. Le pregunté qué le había pasado y se puso a llorar. Lo abrazamos (había otras maestras, la portera, algunas mamás), lo contuvimos un rato y nos volvió a decir que le habían pegado, con la mano en la cara y con una manguera por todo el cuerpo”.
-”Nos contó que lo mojaron todo con agua fría, que lo golpearon con un palo, que le pegaron patadas. El nos dijo que fue la madrastra”.
-”Cuando tocó el timbre para irnos a casa se agarró de las piernas, de la silla y nos decía ‘no me dejes ir, por favor no me dejes ir. Yo me quiero ir con vos, con la portera, con la seño. Tengo miedo. No aguanto más’, decía a cada rato”.
-”Ese martes lo retuve en la escuela porque había decidido que a la casa no volvía. Tenía pena, lástima, dolor, indignación. Mucha bronca. Fui a la casa y estaba el papá, que es el tutor, porque tiene la tenencia del nene y de la nena”.
-”En la vereda le dije que se tenía que hacer cargo de lo que le pasaba. Quiso disimular el tema y yo me enojé un montón. ‘No quiero mentiras. Usted tiene que resolver esto’, casi le grité.
-”El hombre me contó que se iba de la casa (donde vivía con su pareja, la madrastra del nene golpeado) Yo quise ayudar, y a las 21 del martes lo llevé al padre con el nene a la casa de una familia amiga de ellos, donde pasó la noche”.
-”Volví a las 22.30 y el nene estaba bien, calentito y me fui tranquila a casa. El miércoles, cuando volvió, me decidí a llevarlo a un médico. Pero antes lo cambiamos, porque se hizo caca encima. Sacarle los pantalones fue torturarlo, porque el roce de la tela le hacía pegar gritos de dolor. Le pusimos ropita limpia, lo llevamos al hospital y ahí quedó internado.
-”Yo entonces me fui a la Comisaría Judicial y reafirmé la denuncia que había hecho antes la directora de la escuela 248.

Foto: El menor en su cama del hospital cipoleño. De espaldas, el padre.

   
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