Domingo 22 de julio de 2001
 

La soledad es la única compañera de doña Martina

 
  El puesto que Martina Guarda tiene en Rinconada Chica, estaba solitario. Los perros salieron al encuentro, pero doña Martina no aparecía. "Debe andar por ahí", dijo uno de los policías que llegó al lugar para ver cómo andaba la mujer.
Cuando abandonábamos el puesto, se recortó su figura encorvada, con una camperita de lana, zapatillas de lona que apenas atajaban el frío un pañuelo en la cabeza. Un palo que cumplía las funciones de bastón, la acompañaba como siempre.
Doña Martina está sola. "Se ve que a mi nieta le gustó más Paso Córdoba que el puesto, porque no volvió más", dice con un poquito de resignación.
Por suerte tiene unos vecinos a "sólo" mil metros, que la ayudan a juntar leña y con algunas otras tareas "domésticas" como juntar los animales.
"Este invierno no va a ser tan bravo como el anterior", asegura mientras mira el cielo plomizo que descarga una persistente llovizna.
De pocas palabras y de mirar a los ojos cuando habla. Así es doña Martina Guarda.

"Dios es cobarde y traicionero"

Roberto Purrayán se muestra firme a pesar de sus 86 años. Sólo la molestia de haber perdido la visión en uno de sus ojos tras un accidente cuando hachaba leña, y la tristeza que le causa que sus hijos no la vayan a visitar, le quiebran un poco la voz firme que mantiene en la charla.
"Si tuviera la vista...", dice como pensando en voz alta. "De la salud no me quejo. Para la edad que tengo, puedo tirar. Pero lo que me jode es la vista. Y me la jodí de la manera más desgraciada. Estaba hachando leña, saltó un palito y me pegó en la línea del ojo. Y teniendo los remedios, no me curé".
La otra pena de Purrayán es la falta de contactos con sus hijos, aunque aclara que la menor de los cuatro lo suele visitar.
"La mayor está en Cerro Policía, pero ni se acuerda. Como ya los crié... ese es el agradecimiento que me hacen. No saben que uno pone los restos para que alcancen a conocer la vida. Por lo menos yo tengo ese entendimiento", asegura.
También hay un resentimiento hacia Dios por la muerte de un hijo cuando tenía 22 años y lo mató un rayo.
"Dios es cobarde, traicionero y traidor. Si lo encontrara, le cortaría el cogote", dice con la voz al borde del llanto.

Una odisea para ver a un médico

"Hace cinco meses que me duele la cabeza. Pensé que era un dolor pasajero pero me duele hasta el cogote". Hilario Camú vive junto a sus hermanos en el mismo puesto que levantó hace muchísimos años su padre en el paraje Rinconada Grande.
Su dolencia tuvo origen hace varios meses. "Venía apurado y pegué mi cabeza contra un tamarisco". Cómo habrá sido de fuerte el golpe que la cabeza no le sangró, pero sí la nariz.
Después de un tiempo se decidió ir a ver al médico. Dice que en un momento pensó ir caminando hasta El Cuy, que en línea recta está a diez kilómetros desde su puesto.
"Al final le pagué a mi vecino el viaje en su auto". Con un Falcon desafiaron un camino lleno de barro y agua. Cuesta creer pero pasaron y llegaron a El Cuy. Sin embargo, allí les informaron que el médico estaba de vacaciones.
El regreso fue más difícil, el auto empezó a fallar pero no los dejó de a pie.
"La enfermera me dijo que haga reposo y que no ande en el campo. Pero ese mismo día me caminé como una legua. Eso sí... la cabeza me dolía un poco más", asegura con una sonrisa como la de un chico que sabe que hizo una macana. "Pero yo no le voy a andar teniendo miedo a la muerte", se justifica enseguida.

"Hace más de ochenta años que poblé y acá voy a morir"

José Tralma tiene ocho hijos. Cómo él mismo asegura "hace un rato que poblé acá... como más de 80 años".
Conocedor y aquerenciado en el lugar, asegura que quiere morirse en su puesto. "Acá es donde progresé y me quiero morir acá. Que no me lleven a Roca porque me van a comer los perros", dice mientras se ríe.
Después se pone más serio y enfundado en su gabán negro, lanza una frase tan o más fría que la tarde: "Ya no sirvo para nada... si no veo. Gracias a Dios todavía me quedan algunos animales, pero el año pasado la nieve me mató a muchos. Vamos a ver si este año tenemos algún cordero para vender y tener algún peso. Andamos secos, secos, secos...".
Después de un silencio sigue con el relato. "El año pasado hasta tuve la desgracia de que se me cayeran dos piezas. Ahora me hice levantar otras dos, y me subió la humedad. Algo malo debo haber hecho para que me castigue Dios, pero yo no me acuerdo", dice.
El tema de los víveres y la comida parece no preocuparlo. Con algunos animales como "para ir pasando el invierno" y algo que nos entregan en Cerro Policía.
"Con poco me arreglo. Soy solo y de yapa libre. Si me hacen de comer como y sino nada, que se joda". Y vuelve la sonrisa a su rostro.

Un trabajo silencioso

El papel de Policía es fundamental para los puesteros. En invierno son prácticamente los únicos que acceden a estos inhóspitos lugares.
Conocen cada huella y cada camino. Llegan a los puestos de noche y bajo cualquier inclemencia.
Los llaman por sus nombres y su llegada es esperada con mate y hasta alguna torta frita.
Además de llevar los alimentos, también hacen de "mensajeros".
"Si lo ve a fulano dígale que estamos bien". "Si llega mi hija por favor la traen". "Aviseme cuando venga el médico". Las frases de este tipo son comunes y ellos cumplen. Saben que a diferencia de otros lados, el valor más grande que reina en estos lugares es la palabra.
Los paisanos saben que están por llegar, y la leña que cortan la dejan al costado del camino. Los policías la cargan y la acercan al puesto.
La recorrida es permanente y no se recorren menos de 150 kilómetros por vuelta. Los caminos se empeñan en poner a prueba a la camioneta que hasta ahora salió victoriosa.
Los uniformados saben que su trabajo es algo distinto. No les van a pagar más ni menos, ni mucha gente sepa de este trabajo. Pero los viejitos sí. Y con eso alcanza y sobra.

Foto 1: Silveriana y María Angélica Camú comparten el puesto con Hilario.

Foto 1: Ramón Avendaño ayuda en todo a don Roberto. El mate es una constante, al igual que la compañía del cachorro "Chiquito".

   
    ® Copyright Río Negro Online - All rights reserved    
     
Tapa || Economía | Políticas | Regionales | Sociedad | Deportes | Cultura || Todos los títulos | Breves ||
Ediciones anteriores | Editorial | Artículos | Cartas de lectores || El tiempo | Clasificados | Turismo | Mapa del sitio
Escríbanos || Patagonia Jurásica | Cocina | Guía del ocio | Informática | El Económico | Educación