Jueves 19 de julio de 2001

 

La perfecta réplica de la Prehistoria

 

En Altamira se exhibe una réplica de las famosas pinturas rupestres.

  Hace 14.000 años un artista hizo del techo de una cueva en Altamira la "capilla Sixtina" del Paleolítico y ahora el hombre del siglo XXI ha reproducido con exactitud las pinturas rupestres más famosas del mundo. La réplica, realizada con pigmentos naturales y técnicas del hombre antiguo, es la joya del nuevo museo de Altamira -cerca de Santillana del Mar, en el norte de España-, un edificio situado a trescientos metros de la cueva original, que desde ahora queda cerrada al público.
Miles de personas, a razón de veinte adultos cada veinte minutos, pueden contemplar a partir de esta semana las figuras de Sala de Policromos y adentrarse en la vida de un cazador de la Prehistoria.
Es un conjunto de 76 pinturas de bisontes, ciervos y otros animales cuya expresividad hizo dudar de su autenticidad a los expertos en 1879, cuando la gruta fue descubierta por Marcelino Sanz de Sutuola, abuelo del actual presidente del Banco Santander Central Hispano (BSCH), Emilio Botín. Desde entonces, millones de personas han apreciado la sensibilidad del artista de Altamira, y fue esta afluencia constante la que alteró el microclima que la gruta mantuvo durante 14 milenios y comenzaron a deteriorarse las pinturas.
Por ello, desde mediados de los años ochenta la entrada estaba restringida a pequeños grupos y las listas de espera llegaban a tres años. Así, en 1997 se planteó el proyecto que ahora ha visto la luz y que ha contado con la participación de instituciones nacionales, regionales y municipales con un costo de unos 16,3 millones de dólares. Todo el mundo podrá ahora adentrarse e interpretar las figuras a través de modernas técnicas museísticas que esperan atraer a más de 400.000 turistas al año, según el director del museo, José Antonio Lasheras. Con una parte bajo tierra para no olvidar el origen subterráneo de su contenido, el nuevo Museo de Altamira es un edificio integrado en el entorno de suaves colinas de la zona, obra del arquitecto español Juan Navarro Baldeberg.
El concepto que subyace es el de un gran "teatro" de la Prehistoria, una recreación en tamaño original de la gruta con una réplica tan rigurosa que hará palidecer a las otras existentes del santuario rupestre en Alemania, Madrid y Japón.
Sus artífices son Pedro Saura y Matilde Múzquiz, un matrimonio de profesores de dibujo, que durante un año han trabajado para conseguir primero la textura y el color de la piedra y después los colores frotando a mano carbón y pigmentos de óxido de hierro. (EFE)
   
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