Domingo 15 de julio de 2001 | ||
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La nieve y los primeros inviernos deportivos |
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Por Francisco N. Juárez |
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La gran nevada de 1930 quedó en la memoria de muchos pobladores. Cuando al segundo día Otto Meiling se sintió experto -no había esquiado antes en Alemania- se animó. Con el médico del pueblo Juan Neumeyer bajaron con esquíes la calle Villegas hacia el lago. La nieve llegaba hasta la costa y desde O"Connor pensaban desplazarse hasta la Casa Capraro y aparecer en su aserradero junto al lago. Primero a controlada velocidad frente a la casa Carro Crespo, cruzaron Moreno y los pocos pasajeros del hotel San Carlos de la esquina de enfrente quedaron asombrados. Los vieron imparables desde la agencia Chevrolet, antes de Mitre y un desde un solitario coche que la nevada atascó frente al surtido de nafta Energina -sobre Mitre, pero casi en la esquina- el conductor pensó que desde entonces, la nieve obligaría al retorno de la tracción a sangre. Por un par de semanas ningún surtidor de los cuatro apostados sobre Mitre -el de Wico junto a lo de Capraro y hoy están los arcos del Centro Cívico-; otro de Energina casi en Bechsted" y el más alejado - de YPF, junto a los garajes de la empresa Knapp-, lograría despachar un litro nafta. La aldea enmudeció y empezaba la fiebre del esquí, cuando el lugar estaba ya bastante modernizado y ya el teléfono evitaba tomar frío. Teléfonos, esa tibieza En 1930 el Banco de la Nación tenía el privilegio telefónico del aparato número 1. El 2 pertenecía a Ferrocarriles del Estado con oficina a cargo de Juan Carlos Rojas pero sin tren. Es que la punta de rieles aún estaba lejos del lago, traía pasajeros desde Buenos Aires en combinaciones de dos trenes: el primero a Patagones, y tras un cruce en lancha del río Negro, otro pitaba en Viedma para rechinar hacia el Nahuel Huapi (en 1934 llegó el primer tren con pasajeros hasta Bariloche mismo). En el año "30 los supersticiosos estaban de malas: en el teléfono 13 atendía el comisario Gaudencio Scandroglio. Pero si había que llamarlo por una denuncia no había que errarle a los orificios del disco: de marcar el 14 atendía Rubén Fernández, el presidente del Consejo Municipal. Primo Capraro tenía el número 24. La cigarrería de Federico Reichelt -quien iba a morir reverenciado dos años después- tenía el teléfono 55; y otro capicúa -el 44- pertenecía a la oficina de turismo de Meiling e Hidelbrandt. La esposa de este último -Teresa- recibía allí llamadas de escuela16 Perito Moreno donde era maestra junto a otras 18 docentes, además de la directora Marta Verón de Mora. Camilo Garza, el de las quintas, reservaba bifes y costillares de su carnicería al teléfono 67 y los vecinos que querían ver una película con modestos proyectores, llamaban al 22 o al 30 pertenecientes a los Cine-Bar Bariloche y Alegría, respectivamente. Pertenecían a Fuller y Pozzi, el primero, y el segundo a don Belarmino García, un español verdaderamente alegre y hasta romántico, quien siete años antes había sido el primer comerciante en publicar un aviso pago en la primera publicación que circuló junto al lago. La década del 30 iba a ser trascendente. Al invierno siguiente no sólo por surgir el Club Andino Bariloche -que el próximo 13 de agosto cumple su 70º aniversario- sino que las competencias, en todos los sentidos de su acepción, se desataría con entusiasmo, por un lado, y con encono por otro. Esquí y asado en el tambo El 14 de agosto de 1932 se corrió en la parte baja del cerro Otto, la primera carrera de esquí de la historia barilochense, una simple bajada. Se llamó Carrera Primer Aniversario y la pista se trazó en la parte baja del cerro, en lo que se conocía como tambo Hövecamps. Bajo el cobertizo que protegía habitualmente los ordeñes se hizo el "gran asado gran" y se procedió a la entrega de los premios: Dora Frey, una de las dos hijas de don Emilio -uno de los cuatro fundadores del club- ganó el premio de damas, mientras que Roberto Runge se alzó con el triunfo de los varones principiantes. No había muchos expertos, pero los que sumaban dos temporadas de deslizamientos, se trenzaron en una disputada lucha que ganó el gran amigo de Otto Meiling, Herbert Tutzauer. Ese mismo año -como lo apuntó en una reseña de hace dos décadas Vicente Ojeda, ex esquiador ponderado y presidente del CAB- precisamente Meiling y Tutzauer había construido ese mismo año en el Otto una cabaña block-house que el club consideró como su primer refugio. Se usó al año siguiente durante la primer carrera de larga distancia o esquí nórdico corrida en la parte alta del cerro. Partió de Piedras Blancas hacia la cumbre e incluyó el retorno, seis kilómetros en total ganada por Tutzauer a Meiling, quienes relegaron a Runge. También ese día fue la primera competencia de la categoría cadetes que registra el esquí nativo. La ganó Buby Shcumacher sobre Camilo Pefaure. Tercero, Alfredo Gallardo. El 10 de agosto de 1935, en el Otto, Pefaure ganó la primera carrera de slalom corrida en toda la cordillera y demostró dominar el desplazamiento veloz con precisos giros, vigor y sutileza. En setiembre hubo carreras en el cerro Ventana ("allí largábamos todos juntos", recordó hace unos años Leopoldo Baratta en su taller de artesanías de madera de la calle Angel Gallardo. Se corrió desde la cumbre hacia la depresión del lago Gutiérrez y fue ganada por Tutzauer. La primera carrera de slalom gigante se disputó en Catedral el 7 de agosto de 1937. La organizó Parques Nacionales y el equipo del CAB lo encabezó Francisco San Juan, más tarde presidente del club y padre de la recordada campeona nacional Ursula. Tres años después -el domingo 30 de junio de 1940- en la estación del ferrocarril bajó Hans Nobl -ex campeón europeo y contratado por Parques Nacionales como profesor de esquí desde 1937- lo acompañaban 15 jóvenes oficiales del ejército (y 15 suboficiales). El frío era constante y estaba por desatarse la primera gran puja del esquí barilochense. Nobl quería engrandecer su escuela de esquí en franca competencia con la de Otto Meiling. Con ese propósito convenció al ministerio de Guerra para instruir oficiales con su técnica. Se adelantaba a los posibles planes de un nuevo competidor en la enseñanza recién llegado de Europa e instalado en el hotel Italia del señor Festa, donde el 9 de julio se sirviera la cena patria con alocución de Elías Smith, encendido, seguramente, por toda un tarde de concierto con marchas militares descargada desde una tarima alzada en la calle Mitre. Un tercero en discordia El atildado hospedado suizo Jack Ettinger, era campeón de esquí y campeón de slalom en su montañoso terruño. También ejercía como instructor de la escuela de esquí de Davos y profesor del ejército suizo de esquiadores. Ya el 6 de julio dio una charla con exhibición de películas en el hotel Suizo de Fritz Roethlisberger y se acompañó en la oportunidad de su esposa, también instructora. Lo flanqueaba, renuente, Otto Meiling. Al parecer fue un invierno de ardores. La edición del sábado 10 de agosto de La Voz Andina, tuvo en tapa un editorial titulado "Actitud antideportiva". Deploraba la rivalidad de las tres escuelas de esquí que forzaban a sus competidores a no intervenir en las competencias que armaba la escuela de la competencia. "Malentendidos derivados de intereses personales, ha hecho que entre las tres escuelas desaparezca la armonía y colaboración que debe reinar entre las instituciones deportivas en beneficio recíproco y sobre todo de los muy respetables de la comunidad", se quejaba el periódico. La crítica fue escuchada y al día siguiente, con mucho sol y frío, todos estaban dispuestos a correr. Pero nieve cartón y planchas de hielo obligaron a suspender la copa Nahuel Pan desde la cumbre. Se corrieron sólo dos kilómetros ganados por los hermanos Lindemann sobre Pefaure, Schumacher, Tutzauer y Alfredo Sauter. En segunda categoría ganó Leopoldo Baratta seguido de Alfredo Caspani, Roberto Smidt, Julio Frattini y Rodolfo Mayer. La clasificación de damas coronó a Laurette Jauconrt, la Condesa de Sangro y Maud de Ridder. Pero la guerra de las escuelas apenas se había tomado una tregua. Por Francisco N. Juárez • Llegó en estos días de 1938 el ingeniero Manuel F. Bianchi, encargado de la construcción del vapor Modesta Victoria, que sería botado poco tiempo después. También arribó Agustín Edwards, presidente del Ski Club Chile. Invitó al CAB a enviar 6 esquiadores para el Gran Concurso Anual Internacional en Farellones. Sería el 30 de julio con esquiadores europeos. |
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