Domingo 8 de julio de 2001

 

Los próceres que hicieron la historia a caballo

 

Un veterinario historiador cuenta los enigmas de los animales de los próceres. Todos tuvieron una relación estrecha y de mucho apego con sus "pingos".

  BUENOS AIRES (ABA).- ¿Cómo cruzó los Andes San Martín? ¿De qué color era su caballo? ¿Qué pasó con el equino blanco de Belgrano? ¿Tenía poderes el robusto moro de Facundo Quiroga? ¿El bayo guerrero del general Urquiza corrió en el hipódromo?
Lejos de tratarse de los acertijos de un juego de mesa, las preguntas constituyen un verdadero enigma por resolver para un selecto grupo de personas.
Se trata de los integrantes de la Asociación Argentina de Historia de la Veterinaria, una entidad con sede en la ciudad de Buenos Aires que además de preocuparse por reconstruir los orígenes de esta ciencia en el país, tiene un vasto conocimiento sobre la relación que los habitantes del Río de la Plata mantenían con los animales que habitaban el territorio, y en especial, con los caballos.
Pero no es casualidad que conozcan al dedillo la historia de esa especie. Es que, justamente, son los equinos los animales más asociados a la tradición nacional, tanto por su participación en las batallas libertadoras como por su permanente presencia junto al cabal representante de la cultura popular: el gaucho.
"Pero no todo es tan romántico como cuenta la leyenda", dice Osvaldo Pérez, fundador y presidente de la asociación desde 1997.
Y hay que escucharlo. Después de todo, el hombre es un caso atípico.
Graduado de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires, se licenció luego en Historia en la Universidad del Salvador y emprendió una meticulosa carrera intelectual que tuvo como resultado la edición de dos libros bajo su autoría.
"¿Y por qué no todo es tan romántico? -se pregunta- Porque ni el gaucho era tan amable con el pingo como suele pensarse, ni San Martín cruzó los Andes a caballo, y mucho menos, a caballo blanco, empezando porque nunca tuvo uno", completa.
¿Cómo era la relación de los próceres de la historia nacional con sus caballos?
Era de apego. Desde José de San Martín a Justo de Urquiza, pasando por Manuel Belgrano y Facundo Quiroga, todos ellos tuvieron una relación estrecha y de mucho afecto con estos animales.
¿Qué pasaba con San Martín y el dicho popular que le adjudicaba siempre un reluciente caballo blanco?
No es tan así. El caballo más conocido de San Martín fue un bayo famoso con el que luchó en la batalla de San Lorenzo, que ha sido inmortalizado en el cuadro de Francisco Fortuny que retrata el momento en que San Martín queda atrapado bajo su caballo y debe ser socorrido por el Sargento Cabral ante las amenazas de las bayonetas realistas.
Además, en la Cordillera de los Andes no montaba un caballo blanco. Viajaba en mula que era el animal lógico para ese tipo de caminos (llevaban 12 y 1200 caballos, de los que sólo llegaron vivos la mitad). Hay que recordar que la cordillera no era el terreno más apto como para montar un caballo.
¿Distinto era el caso de Belgrano?
Belgrano era famoso por tener un caballo blanco, muy apetecido por los realistas y por los propios soldados de su ejército. Estando en el Alto Perú, el caballo blanco trajo una desgracia, aunque no justamente a Belgrano, sino al sargento Gómez, a quien se lo regaló en reconocimiento de su tarea. Gracias a ese caballo fue individualizado después por los españoles y asesinado.
¿Qué hay de cierto en que el caballo de Quiroga podía predecir el resultado de una batalla?
Es conocido el caso de aquel moro de Facundo Quiroga. Lo que se sabe es que no sólo podía adelantar el resultado de una batalla, sino que incluso adivinaba quien se impondría en las riñas de gallo. De ahí que se hubiera enojado después de la batalla de La Tablada (donde Quiroga perdió contra el unitario José María Paz) y luego se negó a ser montado otra vez por Facundo.
¿Y Urquiza?
Urquiza tenía un bayo que amaba. Le había puesto "El Aliado", y después de usarlo para guerrear en la batalla de Caseros lo hizo correr en el hipódromo de Belgrano. Lástima que la experiencia no duró demasiado porque lo derrotaron al instante.

Lucas Colonna

Lo que se dice amor, no había

A pesar de que en el imaginario popular el caballo siempre apareció como el fiel compañero del gaucho, estos hombres nunca fueron demasiado apegados a los animales.
¿Cómo era el vínculo que mantenían el gaucho y el caballo?
No de demasiado apego. El gaucho quería mucho a su pingo, al cual lo llamaba el flete, pero si había que sacrificarlo porque se había mancado o porque ya no daba más, no había ningún problema.
Más de un viajero recuerda haber visto todo su trayecto plagado de osamentas de equinos, que evidentemente no habían resistido el viaje. Un jesuita cuenta que en algunas estancias todas las mañanas se recogían los caballos del rodeo y siempre había 20, 30 o hasta 40 animales alzados. ¿Qué se hacia con ellos? Se los piolaba -se los volteaba atados de pies- y se les abría con un cuchillo el vientre, y después se los soltaba.
Los animales soportaban 50 metros más o menos de galope con los intestinos colgando, que iban siendo pisados por sus propias patas, hasta que caían muertos. Eso no era precisamente amor.

El puente que vincula el presente con el 9 de julio de 1816

A 185 años del 9 de julio de 1816, y con la mirada puesta en el presente, distintos historiadores coinciden en plantear que la soberanía política asumida en aquel momento está, en la actualidad, atravesada por un dominio de la economía y limitada en su ejercicio. El puente que vincula el presente con aquella fecha plantea interrogantes acerca de dos aspectos que la historia construyó en relación con 1816: la idea de "independencia política" y la de "identidad nacional".
El 9 de julio de 1816 se declaró formalmente la ruptura con España en el marco de un camino que se había abierto seis años antes, y que dejó sentada la autonomía política de la región.
El 9 de julio, así como el 25 de mayo, son dos fechas que aluden al ejercicio de la soberanía, "y ésta es la idea que hoy más se confronta con la realidad, en una Argentina que prácticamente ha perdido lo sustancial del manejo de la soberanía", expresó José Carlos Chiaramonte, director del Instituto de Historia Argentina y Americana "Emilio Ravignani" de la Universidad de Buenos Aires. "Digo lo sustancial -aclaró- por la importancia que tiene actualmente la política económica".
"Ante esto hay quienes dicen que la soberanía es un concepto anticuado que ya no rige en este mundo globalizado, y quienes, con más tino, observan que la desaparición de la soberanía no se comprueba ni en la política de Estados Unidos, ni de Japón, ni de los países europeos", destacó Chiaramonte.
Coincidió el historiador Jorge Gelman, docente de Historia Argentina de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, al plantear que "lo que podemos ver hoy es el predominio de valores económicos y mercantiles; y que cuando se toman decisiones políticas se toman pensando en la integración económica internacional y no en la defensa de intereses particulares, nacionales, regionales".
Para Chiaramonte "sería saludable que esta fecha -el 9 de julio- sirviese para examinar críticamente la situación real de la Argentina, para hacer una discusión abierta sobre cuál es el estado real de ejercicio de la soberanía y las posibilidades de revertir este proceso de pérdida gradual de la independencia".
Por otra parte, la reconstrucción histórica tradicional sentó en esta fecha, así como el 25 de mayo de 1810, los cimientos de la Nación, y planteó la preexistencia de una identidad nacional, forjada en los años de la colonia. "Hoy el consenso que hay entre los historiadores es que no fue así, que más bien es el resultado de la crisis imperial y el desarrollo de alternativas políticas que llevaron a la constitución de un Estado autónomo", aseguró Gelman. (Télam)

   
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