Domingo 8 de julio de 2001

 

Una ayuda desastrosa

 

La recuperación de hechos devastadores, si se hace mal, puede tener peores efectos.

 
La recuperación de los desastres naturales "puede ser un desastre en sí mismo si no se hace bien", afirmó Astrid Heiberg, presidente de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz y la Media Luna Rojas.
Heiberg hizo esa afirmación al presentar el Informe Mundial sobre Desastres en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, en el que se señala que más de 256 millones de personas resultaron afectadas el pasado año por desastres naturales.
La presidenta de la Federación destacó que, además de la ayuda en los desastres, es muy importante la recuperación, pero también toda la prevención posible, ya que ésta es la que más vidas y daños materiales ahorra.
Como ejemplo de lo difícil que puede ser llevar a cabo la recuperación, Peter Walker, director regional para la región del sudeste asiático de la organización, comentó el caso de Venezuela tras las lluvias torrenciales que sufrió en diciembre de 1999.
A consecuencia de las lluvias y el lodo murieron 30.000 personas y un año y medio después 7.500 familias continúan "viviendo en refugios en horribles condiciones".
Walker explicó primero que la zona costera del norte, la más afectada por el desastre, se ha convertido en un polo de desarrollo turístico, por lo que muchas familias se han trasladado a la región, ya que tienen acceso a un trabajo y unos ingresos, aunque sean pequeños.
El experto recordó que la zona cuenta con 37 ríos y 42 cañones y que las lluvias no fueron mucho mayores que las de otras épocas, pero la diferencia fue que había muchas personas que vivían y lo hacían en viviendas sin acondicionar. Entonces destacó que tras el desastre se ha planteado un dilema, que es realojar a las familias supervivientes en otros lugares, lo que les deja sin posibilidad de un trabajo, o mantenerles en un lugar que es peligroso, es decir que están entre "el riesgo físico y el financiero".
El informe señala que la insuficiente ayuda de los países desarrollados y la mala gestión de los trabajos de recuperación, impiden proteger a las potenciales víctimas de futuras crisis, el 90 por ciento de las cuales viven en países pobres.
Investigaciones recientes calculan que un gasto de 40.000 millones de dólares en la mitigación de desastres hubiera permitido reducir en 280.000 millones de dólares las pérdidas económicas globales de los años 90. (EFE)
   
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