Martes 24 de julio de 2001

 

Ruralistas de San Martín buscan nuevos mercados

 

A partir de la calidad de la producción orgánica y artesanal que los distingue, los ruralistas quieren competir en otros mercados, aunque para eso necesitan créditos blandos. El costo de los insumos es una de sus mayores preocupaciones.

  SAN MARTIN DE LOS ANDES (ASM).- En un país de economías que se achican, resulta alentador que haya proyectos productivos en expansión. Los ruralistas locales están convencidos de que llegó el momento de aventurarse a nuevos mercados, y gestionarán créditos blandos para ello, seguros de que su producción orgánica tiene buen futuro.
Claro, necesitan financiamiento a tasas blandas, nuevas y más eficientes tecnologías y fórmulas que multipliquen sus condiciones de competitividad. No se trata de un desafío menor en la Argentina de estos días.
Lo cierto es que los pequeños productores regionales son muchos más de lo que podría imaginarse, si se tiene en cuenta que San Martín es conocida sobre todo por una economía basada en los servicios turísticos, en combinación con forestaciones de una proyección maderable más que interesante, a través de las estancias cercanas.
Sin embargo, poco se dice de sus productores de frutas finas, productos de granja, floricultores, pequeños viveristas, avicultores, productores de miel, licores o dulces. Se extienden en torno a la ciudad, en lugares como Quila Quina, Pil Pil, Puente Blanco, Lolog, y hasta la misma área centro y la Vega Maipú.
Sólo en la Asociación de Fomento Rural de San Martín de los Andes, fundada en 1998, hay registrados 38 productores, pero son muchos más y "poco a poco se van integrando a nuestra entidad", dijeron a un tiempo Gustavo Wilson, presidente, y Gabriel Collini, otro colega productor y colaborador en la AFR.
Los ruralistas cuentan con el apoyo de la agencia de Producción dependiente de la provincia, así como el asesoramiento técnico del ingeniero Caminitti y la colaboración del INTA local.
Ya han realizado aquí su propia y exitosa "expogranja" en febrero. En temporada se producen hasta 40.000 kilos de frutas finas como frutillas, frambuesas y cerezas, que en adelante se ampliarán con nuevas plantaciones de casís y corinto.
Otro tanto ocurre con la floricultura. Se producen tulipantes y otros plantines. El gran salto será producir a precios competitivos plantines de rosas, una flor que curiosamente identifica a esta ciudad pero cuyos plantines vienen del Alto Valle.
Pero como se apuntó, el gran salto será aventurarse a nuevos mercados. En la actualidad, los productores trabajan en forma exclusiva con el "mercado interno" constituido por los consumidores finales afincados en San Martín y su zona de influencia. Los productos se comercializan a través de la feria municipal o "puerta a puerta".
"Es gente que nos conoce del mismo pueblo, que viene a las chacras a comprarnos los productos, que saben que son de alta calidad y sin ningún tipo de químicos", dijo Wilson.
"Ahora -continuó-, nuestro objetivo es conseguir con el Iadep una línea de créditos blandos para ampliar nuestra producción y ganar nuevos mercados". El primer paso será la confección de un diagnóstico "productor por productor", para sistematizar información sobre qué produce, qué podría producir, en qué condiciones y con qué volúmenes. El dinero será necesario para invertir en riego antihelada, compra de nuevos planteles o reproductores de buena calidad, por ejemplo.
Para comprender la importancia de estos saltos de calidad y tecnología, en noviembre del 2000 hubo una helada tardía que provocó la pérdida de más de 10.000 kilos de fruta fina.

El eterno problema de los costos

Wilson es consciente de que para aventurarse a nuevos mercados -como la ciudad de Neuquén, por caso-, deberán enfrentar más de un problema. "Para nosotros, los costos de insumos son más elevados, los fletes encarecen todo, estamos fuera de las rutas convencionales", dijo.
Explicó que "un productor de Buenos Aires puede comprar un pollito bebé a 28 o 30 centavos, pero el mismo pollito puesto en San Martín sale 1 peso de costo.
El kilogramo de alimento balanceado para pollo cuesta 15 centavos en Buenos Aires; nosotros lo pagamos entre 40 y 45 centavos".
Pero la Asociación de Fomento Rural está convencida de que puede competir en otros mercados.
"Es obvio que nosotros no podemos competir con precio, pero sí lo podemos hacer un calidad", sostuvo.
"Los productos de San Martín son artesanales, no masivos; todos los campos están fertilizados sin químicos, directamente con abono orgánico. Esto es definitivamente una diferencia de calidad... probá un pollo alimentado sin químicos y te vas a dar cuenta de la diferencia...", concluyó Wilson, con entusiasmo.
La iniciativa está en marcha y los espera el gran desafío.

   
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