Lunes 2 de julio de 2001 | ||
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Las protestas del interior, una demanda de respeto y señal de rechazo a la desidia de los gobiernos |
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Ya ha pasado a ser una especie de lugar común: las formas de protesta popular que se generalizaron en la década de los noventa (Santiago del Estero 1993; Cutral Co 1996 y 1997; Corrientes 1999; Salta 1997, 2000, 2001 por citar las más importantes) constituyen un forma colectiva de contestar el espiral de decadencia y exclusión al que la retirada del estado y la indiferencia oficial someten a amplias zonas del interior del país. Sin embargo el Estado no se ha "retirado" del todo. Su función punitiva aparece con creciente violencia y arbitrariedad. Basta comparar los episodios de Cutral Co y Plaza Huincul de junio de 1996 y de abril de 1997, o los de Salta en el 1997 y los de hace pocos días. Las protestas en el interior no son meras formas de reclamar pan y trabajo. Si se escucha con atención a las voces de la multitud se pueden oir demandas de respeto y quejas frente a la desidia del Estado nacional y frente a una forma de hacer política de autoridades locales y provinciales. Mucho se ha hablado y escrito sobre las protestas en Cutral Co y Plaza Huincul. Muchas de las opiniones y análisis se centran en la amenaza que la privatización de YPF representó (y aún representa) para la propia subsistencia de ambas ciudades. Otros análisis apuntan al faccionalismo de las élites políticas dominantes (en este caso, el internismo en el Movimiento Popular Neuquino) como causa determinante de la revuelta. En el espacio limitado de una página no es posible realizar un análisis detallado de los orígenes de las protestas en Cutral Co y Plaza Huincul; en este comentario quiero reflexionar no sobre las causas sino sobre las consecuencias de la protesta, no sobre lo que la precedió sino sobre lo que ocurrió el día después. De piqueteros y fogoneros "Nosotros no somos piqueteros, somo fogoneros," decían estos últimos en abril del 97 para diferenciarse de los protagonistas de la protesta de junio del 96. De acuerdo a los fogoneros, los piqueteros habían "traicionado" a la gente, se habían "vendido", habían sido "comprados" con dinero o promesas. Poco tiempo pasó luego de la protesta de abril para que se dijera lo mismo de los fogoneros. Las "puebladas" gozan de buena reputación entre los habitantes de ambas localidades: Fueron reclamos justos. No ocurre lo mismo con sus protagonistas -piqueteros y fogoneros que durante fríos días y noches, al calor de cubiertas quemadas y frente a la siempre inminente amenaza de represión, bloquearon el acceso a las ciudades. Es un secreto a voces en ambas localidades, los "piqueteros" y los "fogoneros" -se dice- "traicionaron" los genuinos objetivos de las protestas, obteniendo beneficios personales -autos, casas, puestos públicos, trabajos en otras ciudades, etc. Lo dicen unos piqueteros de otros, unos fogoneros de otros, y muchos residentes lo dicen de todos. Por ejemplo: Es curioso escuchar el sinnúmero de rumores que circulan sobre Laura Padilla, la piquetera que firmó el acta de acuerdo con el gobernador Felipe Sapag. Se dice que abandonó la ciudad con los miles de dólares con los que nunca nombrados políticos locales la compraron, que "vive bárbaro" con un trabajo y una casa que dirigentes desconocidos le consiguieron a cambio de su silencio. Nada de esto es cierto, como cualquiera puede comprobar visitando a Laura en General Roca. Lo mismo se dice de tantos otros piqueteros y fogoneros: que recibieron subsidios, créditos o efectivo para que abandonaran la lucha colectiva. Imagino la reacción del lector en alguna de estas dos localidades: "Yo sé que este cambió el coche después de la pueblada". No es tarea del sociólogo juzgar a nadie. Puede que alguien haya recibido algún beneficio personal de parte de dirigentes interesados en desactivar la protesta. Las formas de hacer política en Cutral-Co, Plaza Huincul y tantos, tantísimos, otros lugares, incluyen este tipo de prácticas. La mayoría de estos rumores, sin embargo, son falsos. ¿Por qué, entonces, se repiten con tanta convicción? Cabe preguntarse: ¿Qué intereses se benefician con las divisiones entre quienes supieron protagonizar hechos singulares por la unidad y determinación de quienes reclamaban? No estoy pensando en conspiraciones, sino en un lógica que es tan antigua como las formas de acción colectiva a la que responde: divide y conquistarás. Sean cual fueren los orígenes de los rumores sobre supuestos sobornos y traiciones estos tienen un mismo efecto: quienes aún sufren las consecuencias de la retirada del estado, del desempleo, y de la indiferencia oficial se miran a unos a otros con sospecha. No creo que sea allí donde encuentren las causas de su malestar. Javier Auyero |
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