Viernes 6 de julio de 2001

 

Los cubanos rompen el tabú sobre la salud de Fidel

 

El tema de la sucesión ya está instalado entre la gente, tras el último desmayo.

  LA HABANA (Reuters).- En el famoso Malecón de La Habana, donde se congregan los cubanos para refrescarse y ver pasar la vida, la conversación ronda normalmente sobre asuntos cotidianos como el béisbol, la pesca o el precio de los frijoles.
Pero algo cambió en Cuba a las 11,22 de la mañana del sábado 23 de junio. Desde ese día el Malecón, como otros lugares de reunión en la isla caribeña, ha sido testigo de temas de conversación algo más profundos.
A esa hora, el presidente Fidel Castro, quien en los últimos 42 años apareció como alguien invencible frente a su pueblo, se desmayó brevemente en medio de un discurso, debido al calor y el cansancio, delante de la multitud y de la audiencia televisiva.
Aunque el líder de 74 años fue reanimado enseguida y reapareció en menos de diez minutos, ese incidente conmocionó a la nación, puso sobre el tapete su mortalidad y rompió un tabú que existía en torno a la sucesión de "El Comandante".
Los dos grandes temas de los que ahora hablan abiertamente los cubanos son el tiempo que le queda a Castro en el poder y quién lo reemplazará tras su desaparición de la escena política, tanto a corto como a mediano plazo. "A mí me parece fuerte todavía, pero ahora quién sabe. A su edad, cualquier cosa puede pasar... Después del desmayo, se nos pegó de verdad que no puede vivir por siempre", dijo Joel, un pescador, mientras echaba su caña al agua una calurosa mañana de domingo en el Malecón.
"Hubo mucha ansiedad, hasta pánico, en nuestra calle, cuando lo vimos caer por televisión, porque la cámara viró enseguida, así que no sabíamos lo que estaba pasando", señaló Antonio, un adolescente que paseaba con su novia. "La gente se sintió aliviada cuando volvió, pero ahora todo el mundo habla de que va a pasar la próxima vez, si es algo más serio", añadió.
El astuto Castro, inquieto por el revuelo que provocó su desvanecimiento tanto dentro como fuera de Cuba, tomó enseguida la iniciativa para despejar dudas. A los pocos minutos del desmayo, reapareció para decir que estaba "entero". Y a pesar de que prometió ser "más prudente", a la semana estaba liderando una concentración "antiimperialista", otra vez bajo el sol
Después de este acto, Castro tuvo una larga conversación con la prensa donde, en uno de sus comentarios más francos hasta la fecha, reflexionó sobre el futuro de Cuba tras su muerte y sobre el futuro de la sociedad comunista cubana. Aunque señaló que estaba "mejor que nunca", hizo un guiño hacia el futuro: "Les pido perdón al pueblo por el día que me ocurra algo, por el disgusto pasajero que pueda ocasionar".
Y designó explícitamente a su hermano Raúl Castro, el ministro de las Fuerzas Armadas, con 70 años, como la persona más adecuada para sucederle. Aunque parece carecer del carisma arrollador de Fidel, tiene el respaldo del ejército, un impecable historial revolucionario ganado al lado de su hermano desde la Revolución cubana de 1959 y ahora la bendición explícita del "Líder Máximo."
Para varios analistas, Raúl Castro podría formar parte de un liderazgo colectivo con otros dirigentes actuales, que considerarían, cuando se calmaran un poco las cosas, la posibilidad de reformar cautelosamente el sistema político unipartidista y la economía estatal.
Entre esos otros líderes podrían estar también el canciller Felipe Pérez Roque, de 36 años de edad, que fue asistente personal de Castro y que impresionó a muchos por la manera en que se dirigió a la multitud, pidiendo calma, cuando Castro se desmayó. También podrían jugar un papel importante el presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón, de 64 años, y el vicepresidente Carlos Lage, de 49, considerado el arquitecto de la política económica.
"No sólo está Raúl, hay una pléyade de jóvenes nuevos", dijo Castro a la prensa, referiéndose posiblemente a dirigentes como Hassan Pérez, líder de la Federación Estudiantil Universitaria, y Otto Rivero, de la Unión de Jóvenes Comunistas.
En un país donde los observadores miran con lupa cualquier signo revelador, no pasó inadvertido que Pérez Roque, cuando se dirigió a las masas sin saber qué estaba ocurriendo con Castro en la ambulancia, consultó con Lage terminó su discurso con "Viva Raúl" antes del tradicional "Viva Fidel".
El desmayo de Castro impresionó a muchos cubanos, haciéndoles preocupar no sólo por el futuro del país, sino también por la salud del líder, quien aún despierta mucho cariño entre su pueblo, a pesar de los anhelos de cambio expresados por muchos.
   
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