Miércoles 4 de julio de 2001

 

El drama de ser mujer en Afganistán

 

Una joven de 20 años, que escapó del país, relata el horror del régimen integrista

  MADRID, España.- Zoya Karin es una joven afgana de unos 20 años. No se la puede fotografiar, para no poner en peligro su vida. Y aún tiene fresco el recuerdo del horror diario de las mujeres en su país y que denuncia que lo peor es que "el mundo las ignora".
Invitada a un curso sobre "Violencia y Religión" que dirige el juez español Baltasar Garzón, Zoya pidió que Occidente no cierre los ojos, "porque esto no es sólo una lucha de Afganistán, sino de todo el mundo".
Zoya explicó la "muerte en vida" a la que están condenadas sus compatriotas con el gobierno de los talibán (integristas islámicos). Se preguntó si los gritos de las afganas encerradas en sus casas y en sus "burkas" (velo que les cubre de pies a cabeza y que sólo les permite a través de una angosta red) "querrán ser oídos alguna vez".
"Sé que en mi país apenas valgo la mitad de lo que vale un hombre, que sólo tenemos los derechos que pueda tener un animal, y que el deseo de ser abogada o enfermera será siempre un sueño", afirmó esta joven mujer, que reiteró que "nuestro mayor problema es que el mundo nos ignora".
Karin relató como por cualquier manifestación de amor, como un beso, la mujer -nunca el hombre- es apedreada, porque "para ellos cualquier acto de amor es un delito".
"Tengo que aceptar todas las órdenes y deseos de mi padre, mi hermano o mi marido, como si fuese una esclava y sólo puedo salir tres veces de casa: el día de mi nacimiento, el de mi boda, y el de mi muerte", explicó.
Hizo hincapié en la dramática situación que padecen sobre todo las mujeres viudas. Muchas de ellas, recordó, "eran médicos, abogados o ingenieros, tenían su profesión y el reconocimiento de la sociedad" antes de que llegara el régimen talibán, que hoy les impide trabajar, salir a la calle sin la compañía de un hombre o visitar a un médico. Antes de que este grupo controlara el gobierno de Kabul, el 70 % de los profesionales afganos eran mujeres. Hoy, la gran mayoría, antes de morirse de hambre, se suicida; algunas mendigan y otras ejercen la prostitución.
Cuando los fundamentalistas tomaron el poder en 1994 quemaron los libros, menos los ejemplares del Corán, y según Zoya, en las pocas escuelas que quedan en la actualidad, y a las que sólo se acepta la asistencia de niños varones, sólo se enseña violencia. El futuro, agregó, está "en manos de unos hombres que no tienen cultura, apenas saben leer, no han conocido tampoco el valor de la democracia ni de la igualdad y sólo saben de violencia y de terror".
Ella fue testigo de cómo estos niños son llevados todos los viernes al estadio de fútbol para que vean cómo apedrean, ejecutan o cortan las manos a mujeres y hombres que han desobedecido a los talibán. "Cuando ven esto, los niños se ríen; simplemente se ríen", dijo.
Karin denunció además que los talibán han "refinado" sus métodos de asesinato para hacerlos más crueles y no dudan en introducir una aguja de 25 centímetros de longitud en el cerebro de la víctima o insuflarle aire en todo el cuerpo hasta que revienta.(EFE)
   
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