Domingo 29 de julio de 2001

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Argentina, un castillo

 

Arnaldo Paganetti

  Errar es propio de la humanidad. Pero cuando se llega al extremo de chocar siempre con las mismas piedras, se termina perdiendo la estabilidad. Sea por la falta de un proyecto de Nación, por la voracidad sin límites de los dueños del dinero, por la incapacidad de la clase dirigente, por la deshilachada solidaridad interna, por las rencillas domésticas o - la lista de motivos es inacabable -, por la existencia de un poder democrático fragmentado y débil, el país volvió a entrar en un callejón sin salida.
Los discursos de los actores nacionales tienen cuotas de racionalidad e irracionalidad por igual. Las buenas razones chocan con las situaciones de injusticia flagrante. Prácticamente nadie objeta el principio de déficit cero, pero es usual que los predicadores de una economía sana no renuncian a ningún privilegio estatal y bregan para que las rebanadas recaigan sobre los marginales del sistema.
Llevan la discusión, por ejemplo, a saber cuál será el piso de la quita salarial (500, 700, 1.000 pesos), mientras avivan el temor cuando se intenta gravar rentas financieras especulativas.
¿Será posible barajar y dar de nuevo? Es el desafío de la hora, en una tenida sin límites entre los "mercados" y los partidos, con convidados de piedra que se preparan para una gran jornada "piquetera" que podría culminar, este martes, con actos de violencia en las rutas.
Una encuesta reciente de Mora y Araujo reveló que la Argentina sufre un martirio similar al que experimentó Tupac Amaru al ser estirado por sus cuatro extremidades. Aquí tiran con fuerza más o menos pareja: los que creen en la economía de mercado abierta a la inversión extranjera; los que aceptan la economía abierta, pero con más intervención o regulación pública; los que apuestan a un capitalismo nacional, con menos apertura y más protección interna; y los que luchan por un "antimodelo".
¿Qué fuerza será capaz de disciplinar a estos sectores? ¿Qué personalidades podrán sintetizar un pensamiento único, diverso y productivo? Porque las hay de diferente talante con una conclusión similar para el actual secretario del Tesoro de Estados Unidos, Paul O"Neill. En una nota periodística, luego moderada por distintos conductos, el influyente funcionario norteamericano predijo un escenario posible con la Argentina "cayéndose a pedazos". Reprochó a los argentinos (lo que provocó la ira del ex presidente Raúl Alfonsín), no haber trabajado por una oferta industrial exportable y vivir, intermitentemente, con problemas a lo largo de los últimos 70 años. "Nadie les obligó a ser lo que son. Y parece que les gusta", señaló con imprudencia.
La cesación de pagos y la devaluación sobrevuelan el horizonte, aún cuando el presidente Fernando De la Rúa persiste en imponer su autoridad, reclamando un pacto patriótico que hasta ahora ha cosechado muy pocos adherentes en la coalición de gobierno. Los opositores peronistas hasta fueron más permeables con el primer magistrado radical que algunos radicales. "Ustedes y el Frepaso son los padres de esta criatura aliancista y no se hacen cargo del severo ajuste que afecta a los empleados públicos y a los ancianos. ¿Y querés que nosotros levantemos el muerto?", escuchó el jefe de gabinete Chrystian Colombo de boca de los senadores justicialistas, cuando les fue a rogar ayuda: "Muchachos, estamos en la lona", se le escuchó suplicar, luego de amenazar con que los gobernadores del PJ no recibirían ni un peso si en las próximas horas no se sanciona la ley del déficit cero.
En tanto desde algunos sectores del gobierno se promueve la postergación de las elecciones hasta diciembre (lo que genera un "no" frontal de Alfonsín y Eduardo Duhalde, dos socios del silencio), ayer se empezaron a mandar aviones a las provincias para traer a la capital federal a los senadores que pensaban sesionar recién el martes.
Malherido y tambaleante, antes de viajar a Perú, De la Rúa, hizo un nuevo llamado a la cohesión y la responsabilidad de sus colegas políticos "frente al mundo y al pueblo". Su grandilocuencia, que se repitió ineficazmente hasta ahora, busca retrasar la hecatombe que se presagia desde los centros financieros.
"Antes de que abran los mercados el lunes, debemos tener la ley", se plantó De la Rúa ante el líder de la UCR Alfonsín, quien si bien está en las antípodas del pensamiento de su correligionario, sostiene que hay que oxigenarlo "para que no se caiga y produzca la muerte del sistema institucional".
Alfonsín hace un análisis pesimista, pero se inclina por juzgar el mal menor. Por eso se pronunció contra la manifestación que organizan los "piqueteros" el martes. Sus propios adherentes lo cuestionaron. "Nadie te pidió que hables de eso, lo hiciste porque te sentís con cola de paja", se le animó un dirigente porteño. Sucede que los alfonsinistas, en estado de asamblea permanente, sostienen que su jefe debe cortarse sólo y no sentir remordimientos por los reproches que lanzan los delarruistas y los republicanos de la administración de George Bush.
Fiel a su concepción democrática, Alfonsín le planteó a De la Rúa que es una "boludez" seguir discutiendo sobre el recorte a las jubilaciones, ya que la dura realidad, esto es la falta de fondos, irá marcando el camino. "Sabemos que todo dependerá de la recaudación y yo te apoyaré", le prometió.
Alfonsín cree que no le queda otra. Piensa que el plan original de Domingo Cavallo ya fue reprobado por los inversores. "No hay que dar más leña. Hay que preservar las pocas fuerzas que le quedan para llegar a los comicios", recitó luego ante sus seguidores.
La brasa se va pasando de mano en mano, mientras se acumula agua para apagar el incendio que se ve venir. Ayer, partió hacia Washington, donde pasará el próximo año, contratado por el BID, el ex ministro José Luis Machinea. Medido, le confesó que "así como estamos, es imposible sobrevivir", cuando se despidió del ex interventor en el PAMI, Federico Polak.
El miedo y el interés mueven al mundo. Argentina está en otra galaxia. En esta instancia, parece ser un castillo y no una plaza. Es decir, cada vez se aísla más. Y en el medio de este "quilombo" (palabra usada por todos los protagonistas de la crisis), el hartazgo por el actual modo de vida, parece haber desplazado al miedo y al interés. Ese puede ser un punto para comenzar algo distinto y promisorio.

Arnaldo Paganetti

     
     
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