Viernes 27 de julio de 2001

 

Denuncian salvaje agresión en un calabozo cipoleño

 

Un enfermero fue entregado a la policía por un taxista “por estar ebrio”. Fue encerrado en un calabozo. Luego llegaron cuatro detenidos. La víctima es homosexual, y cree que por eso uno de los “compañeros de celda” lo golpearon.

  CIPOLLETTI (AC).- Un enfermero del hospital Castro Rendón de Neuquén, que vive en Cipolletti, denunció haber sido objeto de una “salvaje agresión” en un calabozo de la comisaría Cuarta de Cipolletti, de parte de un preso, aunque responsabilizó al estado rionegrino, y a la Policía, “porque entré sano y salí lleno de golpes”.
El damnificado es Wálter Roberto Paseiro (33) quien con el apoyo de la Corriente de Militantes por los Derechos Humanos radicó la denuncia en los juzgados de Roca, por “agresión, daños y perjuicios físicos, psicológicos y morales, y por discriminación”, ya que la víctima asume su condición de homosexual.
Mientras, en la comisaría se informó que Paseiro fue “entregado” por un taxista porque había subido al auto en estado de ebriedad y que cuando se fue no hizo denuncia alguna. Aunque se le detectaron golpes, se lo hizo revisar en el hospital y de allí lo mandaron de nuevo a la unidad.
El hecho -según Paseiro- ocurrió en los primeros minutos del domingo 15 de julio pasado. Antes de la una de la madrugada tomó un taxi en Mengelle y Santa Cruz y le indicó al taxista la dirección de un amigo, aunque no sabe por qué el conductor terminó en la comisaría Cuarta.
“La policía me hizo bajar y quedé detenido, sin que se me dieran motivos”, dijo.
Se le hizo una revisación antes de introducirlo en un calabozo y se constató su estado de salud normal.
De acuerdo con las manifestaciones de Paseiro, su calvario comenzó cuando en el calabozo colocaron a otras cuatro personas. Una de ellas, con síntomas de estar bebido o bajo los efectos de alguna otra sustancia, dijo “así que este es el puto que hay que reventar” y la emprendió “a los puñetazos y patadas”.
Con los golpes “me desmayé” y al despertar gritó para que viniera el guardia. “Grité con todas mis fuerzas, pero no vino nadie”, destacó Paseiro, consignando que los golpes continuaron hasta que el sujeto se cansó y se puso a dormir.
También denunció que hubo un “intento de violación”, y así lo hizo constar en su denuncia en el juzgado roquense.
Cuando la Policía vio que estaba golpeado lo llevaron en un patrullero al hospital, donde lo atendió una médica, le hizo tomar placas y lo envió de nuevo a la comisaría.
En el trámite de su libertad -sujeto al juez de Paz por la contravención- Paseiro vio a su agresor en un pasillo, e incluso sabe su nombre. “Estaba esposado. Tenía mis zapatillas y el chaleco que me había robado”.
“No me denuncies porque me mandaron a pegarte”, dijo Paseiro que le comentó el preso por lo bajo.
En tanto, en la comisaría, la versión es otra. Se indicó que Paseiro llegó conducido por un taxista quien lo “entregó” porque estaba ebrio. Se lo alojó en un calabozo -el único disponible, porque en el otro hay procesados de la alcaidía.
“Siempre los infractores, algunos borrachos, se la pasan gritando. Y el guardia muchas veces no les hace caso, porque se gritan entre ellos. Incluso esa noche los del calabozo común les gritaban a los otros”, se informó.
También se puso de relieve que cuando se detectó que Paseiro tenía algunos golpes se lo trasladó al hospital, y se hallaron contusiones leves.
En la comisaría, Paseiro no quiso hacer ninguna denuncia, se indicó. Aún así, la jefatura de la unidad ordenó actuaciones internas
   
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