Viernes 27 de julio de 2001

 

Juzgan a tres acusados de secuestrar a un bebé

 

Uno de los imputados es un cabo de la Policía de Río Negro.

  ROCA (AR).- Un cabo de la Policía rionegrina y dos empleados de una empresa agrícola ganadera, comenzaron a ser juzgados ayer por el secuestro y posterior abandono de un bebé de 18 meses, por el que habían pedido en un principio un rescate de medio millón de pesos.
Los detenidos están acusados de ingresar encapuchados y armados a la casa de la madre de la criatura, y tras reducir a las tres personas que se encontraban en la vivienda, escaparon con el pequeño.
El padre del chiquito es un empresario frutícola roquense, a quien se cree que los mismos sujetos venían extorsionando desde el día en que nació el pequeño, ya que se trata de un hijo extramatrimonial.
El secuestro ocurrió en las primeras horas de la mañana del jueves 29 de junio del año pasado.
Cuando se denunció el secuestro, desde la subdelegación local de la Policía Federal se llamó a especialistas de dicha fuerza de Buenos Aires, quienes se encargaron de detectar desde dónde se hacían las llamadas pidiendo el dinero. Esto permitió la detención de uno de los presuntos secuestradores.
Cuando los dos cómplices se dieron cuenta que su compañero había sido detenido, abandonaron al pequeño en plena noche en un oscuro barrio del norte de Roca, quien fue encontrado por dos mujeres que lo hallaron mojado y temblando de frío (ver aparte).
Los acusados son Milton Daniel Castro, el cabo policial Claudio Fabián Cáceres y Ricardo Antonio Molina. Los dos primeros están asistidos por el defensor oficial Gustavo Viecens, mientras que Molina es defendido por Eves Tejeda.
Durante la instrucción, Castro dijo que conocía a Molina, y que todo se había planeado 20 días antes. Señaló que el plano de la casa de la víctima lo hizo Molina, quien había mantenido una relación con la hermana de la madre del pequeño, con quien tuvo dos hijos.
Molina había negado los hechos que se le imputan, al igual que Cáceres.
Ayer declaró Dina Márquez, madre del pequeño, y su prima Corina Rosa Soto. Ambas estaban en la vivienda ubicada en Islas Orcadas 2.860 de barrio Nuevo de Roca cuando irrumpieron los encapuchados.
La mujer relató la pesadilla que le tocó vivir, y que a las 6.55 del 29 de junio del año pasado escuchó el timbre. Se levantó su prima, quien abrió la puerta y fue encañonada por una persona vestida de policía y por otra que estaba de civil. Ambos con los rostros cubiertos con pasamontañas.

“Estaba en tratamiento”

Junto con las mujeres estaba otro hijo de Márquez de 17 años, a quien obligaron a tirarse al suelo. La mujer dijo que las intenciones eran llevarse al bebé, “y les pedí que aunque sea me lo dejen abrigar porque estaba con un tratamiento”.
Su prima y su hijo fueron maniatado y amordazados en una pieza, mientras que ella también fue reducida. Le dijeron que llame al empresario -padre de la criatura- y que querían 500.000 pesos.
Con el correr de las horas el monto fue bajando, mientras la Policía Federal rastreaba las llamadas. Fue así que se detuvo a Castro mientras negociaba desde un teléfono público de la calle San Juan.
Sus cómplices decidieron abandonar al pequeño durante los primeros minutos del sábado 1 de julio, en el barrio Julio Corral.
Luego escaparon del lugar, aunque a las pocas horas fueron detenidos por efectivos de la Policía Federal.
Márquez aseguró que tras la detención de los tres sujetos, nunca más volvió a recibir amenazas.
Por su parte, la joven Corina Soto, dijo que los secuestradores les dijeron a que “la cosa no es con ustedes. Si se quedan quietos no les va a pasar nada”.
Hoy continuará el debate de este caso que conmocionó a la región, con cuatro testigos.

Mojado, con frío y en plena noche

ROCA (AR).- El pequeño secuestrado aún sufre las secuelas de la experiencia -que sin entender- le tocó vivir.
“Cada vez que siente el timbre o escucha ladrar al perro, se pone muy mal. Incluso, los dos días siguientes al rescate, comía en un plato en el suelo como los perritos”, dijo ayer Dina Márquez.
El pequeño de 18 meses fue encontrado en plena oscuridad por dos vecinas del barrio Julio Corral. Alcanzaron a divisar su silueta con las luces de un taxi que pasaba ocasionalmente por el lugar.
Una de las mujeres corrió, porque iba en dirección a un desnivel lleno de agua. Una vez que lo alcanzaron, vieron que el chiquito temblaba por el intenso frío, y que además estaba mojado y embarrado. “Es como si se hubiera caído en el barro o en algún charco”, dijo una de ellas ante el juez de instrucción.
Por su parte, la madre del pequeño dijo que cuando se lo llevaron “tenía la cara colorada por el frío y una herida en una manito. Como si lo hubieran quemado con un cigarrillo”.
“La verdad es que pensé que no lo iba recuperar más, y si lo volvía a ver, iba a estar muerto”, señaló Márquez.

Foto: Los acusados se negaron a declarar ante los jueces de la Cámara Tercera, por consejo de sus abogados.

   
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