Miércoles 25 de julio de 2001

 

Perpetua para Ibáñez por masacrar a su familia

 

La Justicia le aplicó la pena más alta. La halló culpable de degollar y balear a su esposo y a sus dos hijos. Actuó con alevosía, bajo "una tormenta psicológica" pero sabía lo que hacía.

  CUTRAL CO (AN y ACC)- Sara del Pilar Ibáñez fue condenada ayer a reclusión perpetua, la pena más alta que contempla la ley. La justicia la encontró culpable de los asesinatos de su marido, Fabián Blanco, y de sus hijos Magalí y Ulises, a los cuales degolló y baleó poco antes de la Navidad de 1999 en su vivienda del aeropuerto de esta ciudad.
La pena fue tan dura porque los jueces tuvieron en cuenta dos hechos que agravaron los homicidios: el primero, que las víctimas tenían un vínculo familiar directo con la autora. El segundo, que las atacó cuando estaban dormidas e indefensas, aunque uno de los jueces opinó que Blanco sí pudo reaccionar.
La incógnita que perdurará quizá para siempre es por qué lo hizo; los jueces creen que actuó bajo una "tormenta psicopática", y que su personalidad "agresiva, carente de amor, sin culpas ni remordimientos" fue el motor de la masacre. El fiscal opina que mató a toda su familia porque eran un estorbo para su desarrollo personal
"Esto no nos quita el dolor pero por lo menos se hizo justicia", dijeron entre sollozos los familiares de Blanco. Apenas conocido el fallo se abrazaron emocionados.
Sara Ibáñez no se presentó a la audiencia y sus hermanas sólo escucharon el primer tramo de la lectura; apenas entrevieron que habría condena, abandonaron la sala de Copelco donde se realizó la diligencia (ver aparte).
La sentencia de 43 fojas fue leída entre las 13.05 y las 13.55 por el presidente de la Cámara de Zapala, Víctor Martínez, quien estuvo secundado por los vocales Enrique Modina y Oscar Rodeiro y el secretario Fernando Rubio.
Los tres jueces estuvieron de acuerdo en el nudo central de los hechos: entre la madrugada y la mañana del 22 de diciembre de 1999, Sara Ibáñez (36 años) asesinó a Blanco (29), Magalí (4 años y 9 meses) y Ulises (20 meses). Utilizó un enorme cuchillo con el cual los degolló y dos armas de fuego calibre 22, un revólver y un rifle, con los cuales baleó a su pareja y a su hijo varón. Los disparos fueron efectuados a quemarropa.
Después se provocó una profunda herida en el cuello para fingir un ataque y permaneció 48 horas junto a los cadáveres.
La masacre fue descubierta el 24 de diciembre al mediodía por un amigo de la familia. Ibáñez nunca declaró ante la justicia, pero a los médicos que la atendieron les dijo que el autor de los crímenes había sido Blanco.
Cuando estaba internada e impedida de hablar por una traqueotomía, la imputada escribió una larga carta explicando cómo habían ocurrido los hechos. En ella los jueces encontraron cuatro mentiras que la convirtieron en sospechosa.
En su parte sustancial, el manuscrito dice: "al agarrarme (Blanco) del pelo, golpearme con el arma en la cabeza, me deja caer sobre el piso y me hace la herida en la boca, y seguramente por estar inconsciente me lastima con el cuchillo en el cuello. Cuando recobro el conocimiento alrededor de las 10 de la mañana traté de levantarme y me encontré con el desastre sucedido (los cadáveres de sus hijos y su pareja). Yo agarré el arma ya sin carga (el revólver) y me vuelvo a desvanecer por la pérdida de sangre. La carabina yo la agarré porque hubiese querido terminar como mis hijos y no la sé usar (...) él (por Blanco) seguramente al tomar conocimiento de lo que había hecho decidiría matarse porque yo jamás les haría daño ni a él ni a mis hijos".
Las cuatro mentiras son: Blanco no la lesionó en el cuello, porque la herida tiene características que demuestran que fue autoprovocada; no es cierto que no sabía usar armas de fuego, porque hay testigos que la vieron hacerlo; no es cierto que hubiera querido morir como sus hijos, ya que en ese caso se podría haber pegado un tiro; y por último no es cierto que Blanco se suicidó, ya que las características de sus lesiones permiten desestimarlo (por ejemplo, tenía dos balazos disparados con distintas armas que entraron por el mismo orificio en el pecho).
Además la imputada tenía restos de pólvora en sus manos, y las de su marido estaban limpias.
Los jueces consideraron el hecho "brutal" y "repugnante", y dijeron que la autora demostró "peligrosidad" y utilizó un mecanismo "impiadoso" para cometer los crímenes. Por eso aplicaron la pena más dura.

Los motivos de una pena tan severa

CUTRAL CO (AN y ACC)- El presidente del Tribunal, Víctor Martínez, expresó ayer en la sentencia que "este es el más brutal de los hechos que me tocó juzgar, y de los más repugnantes que he tenido noticias".
De hecho, la de Sara Ibáñez es la primera reclusión perpetua que dicta la Cámara de Zapala.
Anteriormente había dispuesto tres prisiones perpetuas, una de ellas contra otra mujer: Julia Rodríguez, quien ya cumplió 13 años detenida por el homicidio de su padrastro.
Esta Cámara también dictó, en 1992, la prisión perpetua de Salvador Pucci, el comerciante de Chos Malal acusado de matar a su esposa.
La diferencia entre la prisión y la reclusión perpetua casi no existe en los hechos. El Código Penal establece que los presos y los reclusos deben cumplir su detención en establecimientos distintos y bajo regímenes diferenciados, lo cual no ocurre en la práctica.
La severidad de la pena está relacionada con la gravedad de los delitos: las víctimas eran familiares directos de Ibáñez, y ella actuó con alevosía (a traición y sobre seguro): según los jueces, Blanco y los niños dormían cuando los degolló.
Ibáñez estaría en condiciones de solicitar la libertad condicional dentro de 20 años.

"La familia de ella no tiene la culpa"

CUTRAL CO (ACC y AN) - "Que se quede tranquila la familia de Sara Ibáñez. Ellos no tienen la culpa de lo que hizo ella", dijeron ayer los hermanos de Fabián Blanco luego de escuchar la condena a reclusión perpetua que recibió la mujer.
Carmelina Lagos y Celino Blanco, padres y abuelos de las víctimas, llegaron junto a una de sus hijas al salón de Copelco cuando los jueces leyeron la sentencia. Siguieron con atención los detalles, apenas conteniendo las lágrimas.
Una vez que el presidente de la Cámara de Zapala concluyó con la lectura, se levantaron de sus asientos y se confundieron en profundos abrazos. No escondieron el llanto ni la congoja que les produjo oír que la esposa y madre de las víctimas fue encontrada autora de la masacre.
"Ahora estoy más tranquila y siento que se hizo justicia", alcanzó a decir visiblemente consternada Carmelina Lagos, mientras que su hermana recalcó que "esto no nos quita el dolor porque a él (por Blanco) y a los chicos no los veremos más".
En el fondo del salón, otros dos hermanos de Fabián Blanco lloraban abrazados. Sostuvieron que "Dios estuvo con nosotros y hoy se hizo justicia y estamos un poco más tranquilos. Tuvo (en alusión a Ibáñez) lo que realmente se merecía".
Al ser consultados sobre cómo seguiría de ahora en más la vida de las familias Blanco e Ibáñez, teniendo en cuenta que viven en la misma ciudad, fueron contundentes: "que se queden tranquilos los Ibáñez porque ellos no tienen la culpa de lo que hizo ella". Y agregó la hermana: "nosotros vamos a caminar tranquilos por la calle".
Al finalizar el juicio, Sara Ibáñez se había dirigido especialmente a los familiares de su marido que estaban en la sala para pedirles que no tomaran ningún tipo de represalia contra su familia porque, según sostuvo, nada tuvieron que ver con todo lo que ocurrió en la casa del aeropuerto en la víspera de la Navidad del "99.
Ayer las hermanas de Ibáñez escucharon apenas el primer tramo de la sentencia. Cuando se entrevió que sería condenada, se marcharon. La imputada prefirió quedarse en su celda en Neuquén.

El móvil quedó en el misterio

CUTRAL CO (AN y ACC)- "Los móviles de estos crímenes serán un misterio, pero el motor sin dudas fue la personalidad psicopática de la imputada, detectada por el médico forense y que no pudo disimular su conducta a lo largo del juicio, pese al compungimiento ante las imágenes exhibidas". Así lo expresó en la sentencia el presidente del Tribunal, Víctor Martínez.
El motivo que desató la masacre es el gran interrogante que nadie pudo despejar hasta ahora.
Cuando pronunció su alegato, el fiscal Ladislao Simon opinó que la imputada consideraba a su familia un estorbo para su desarrollo personal. Recordó una carta que escribió mientras estaba internada: "esta señora nos dice que siempre tuvo los labios carnosos, que mide 1,55 metro, pesa 48 kilos, que está en la flor de la edad y con todo por vivir". Tras cometer los crímenes "se aprestó a enfrentar la notoriedad y se preparó para su futura vida, con sus labios carnosos", agregó.
Ese atributo físico fue retomado en la sentencia. El juez Oscar Rodeiro escribió: "esta mujer de labios carnosos, como ella misma gusta llamarse, tiene una personalidad psicopática".
Al igual que sus colegas Martínez y Enrique Modina, fundamentó largamente que ese trastorno en la personalidad de la imputada no le impidió comprender lo que estaba haciendo cuando mató a toda su familia. También descartaron que haya padecido un estado de emoción violenta o de locura temporal, como había esgrimido el defensor Eves Tejeda.
Tampoco vincularon los crímenes con un embarazo de 8 semanas que Ibáñez perdió en circunstancias que no fueron explicadas.
Durante el juicio, la mujer se mostró dolida. Y se retiró cuando proyectaron de un video tomado por la policía en el lugar de los crímenes.
"No tengo dudas que Sara Ibáñez, en virtud de la personalidad psicopática que posee, ha actuado bajo una tormenta psicopática provocando la muerte de su esposo y de sus dos pequeños hijos", escribió Rodeiro.
Para Martínez, ese trastorno fue el motor de la masacre. El móvil "será un misterio", dijo en el mismo fallo.

Foto: Los familiares de Blanco se abrazaron llorando al escuchar la sentencia. Ibáñez no asistió.

   
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