Miércoles 18 de julio de 2001

NOTAS ANTERIORES:

Asesinan a un policía frente a su familia en Bariloche 17-07-01 [nota]

 

Buscan en Lago Puelo a los asesinos del policía

 

Participan efectivos de Río Negro y Chubut.Aguardan la recuperación del repartidor herido.

  SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Brigadas de las policías de Río Negro y Chubut buscaban ayer por la tarde en los alrededores de Lago Puelo a los sospechosos de haber asesinado en Bariloche al policía René Meyrelles, quien resultó abatido por dos disparos cuando trató de evitar que varios delincuentes asaltaran a un repartidor.
El cuerpo de Meyrelles fue inhumado ayer por la tarde en el cementerio Valle del Descanso, frente a unas 500 personas, y a su familia, que asistió desconsolada a las exequias del policía.
Las autoridades mantienen a cinco sospechosos detenidos por su probable vinculación con el hecho, pero el juez Miguel Angel Gaimaro Pozzi informó que hasta ayer no había resultado positivo ningún reconocimiento por parte de los testigos parciales del suceso.
Ahora, mientras continúa la búsqueda de los que habrían llegado a Puelo burlando el cordón policial, aguardan la recuperación del repartidor asaltado porque él pudo ver de frente a sus asaltantes, y su testimonio será de gran valor para el esclarecimiento del hecho.
Pese a que la policía todavía no brindó información sobre cómo ocurrieron los hechos, se sabe que el asalto al repartidor fue cometido a las 18.45 del lunes y también algunas circunstancias puntuales del episodio.
A esa hora Mauricio Villalba estacionó el furgón Fiat Fiorino de la distribuidora "Mapri" frente a la despensa "Lilian", ubicada al 800 de la calle Rivadavia, una de las arterias más transitadas del este de la ciudad.
Después de tomar el pedido al comerciante Villalba, ascendió a la parte posterior del furgón para confeccionar la factura de la mercadería solicitada, y en esos momentos se presentaron un muchacho y una chica que lo empujaron hacia el interior del rodado y lo amenazaron con armas de fuego, mientras otro sospechoso permanecía en las inmediaciones.
Villalba no se resistió en ningún momento y accedió a entregarle todo el dinero que tenía, pero el monto -que no fue informado por la empresa damnificada- no conformó a los delincuentes y le exigieron más.
También le pidieron las llaves de la camioneta, pero el repartidor temía que lo llevaran con ellos para matarlo, y se excusó diciendo que las había dejado en el interior de la despensa.
Los delincuentes, sobre todo uno que que "estaba descontrolado", acompañaron cada pregunta o exigencia con un disparo en dirección al trabajador, de los cuales recibió uno en cada muslo, cuatro impactaron en el interior del furgón, y otros dieron en el frente de la despensa.
En esas circunstancias acertó a pasar por el lugar el sargento Meyrelles, quien estaba franco de servicio y circulaba en su Renault 12 en dirección al centro, acompañado por su esposa y sus cuatro hijos. Al observar la escena, pudo más su vocación que el respeto por su integridad, se bajó del vehículo, se identificó como policía y les ordenó a los asaltantes que se entregaran, pero fue recibido con una lluvia de balas.
Una impactó en su pecho y otra en su brazo izquierdo, pero aunque estaba herido de muerte alcanzó a extraer una pistola y efectuó un disparo que habría dado en un pie de uno de los asesinos.
Después los asaltantes huyeron hacia la calle Anasagasti y doblaron hacia el este, donde se presume que los estaba esperando el vehículo que les sirvió de apoyo para cometer el asalto.

Los reconocimientos de los cinco detenidos fueron negativos

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- En base a las descripciones y testimonios recogidos en el lugar, el juez ordenó varios allanamientos y fueron detenidos cinco individuos, que encajaban en los relatos y tenían abundantes antecedentes delictivos.
Los procedimientos se prolongaron hasta las cuatro de la madrugada de ayer, y por la mañana se realizaron ocho ruedas de reconocimiento que resultaron negativas, sin que participara en las diligencias el repartidor Villalba, que es quien podrá poner luz en las sombras.
Trascendió que el principal sospechoso de haber disparado contra el policía se apellida Iberra y es un joven delincuente que fue varias veces detenido e imputado mientras era menor.
También sería comprometida la situación de un individuo de apellido Carrasco, quien fue detenido cuando regresó a Bariloche en su Renault 12 y fue quien trasladó hasta Lago Puelo a Iberra y a dos mujeres, de apellido Parra o Liempe.
El paso de Iberra y Carrasco fue registrado por un control policial a las 21.30 del lunes, y también se estableció que cargaron combustible a las 23 en una estación de servicios de El Bolsón.
Carrasco habría asegurado que dejó a Iberra y a las mujeres en la rotonda de Lago Puelo, pero su regreso a Bariloche se constató casi a las 3 de la madrugada de ayer, y los investigadores presumen que pasó un par de horas con los fugitivos.

Era un experimentado esquiador

El sargento primero René Meyrelles, tenía 39 años, se crió en Viedma y es miembro de una familia de policías.
Su padre, que falleció el año pasado, lo fue hasta que se jubiló en la fuerza rionegrina, y su hermano, que también sirvió muchos años en Bariloche continúa prestando servicios en la comisaría de Catriel.
Después de revistar durante más de una década en la comisaría 28 del barrio Alto y en la policía Caminera, en los últimos años Meyrelles se desempeñó como oficial de calle en la comisaría Segunda, donde cumplía funciones preventivas, dado que recorría la jurisdicción durante varias horas. Sus superiores le reconocían su capacidad para memorizar nombres, rostros y sucesos, y para interrumpir ilícitos.
Pero su especialidad era el patrullaje en la montaña. Experimentado esquiador y conocedor del Catedral, cada temporada se desempeñaba en el destacamento del Cerro y este año ya debería haber sido afectado a ese servicio. Fue a pedido suyo que siguió en la Segunda, pero es probable que estar en el Catedral no le hubiera salvado la vida, porque era un hombre policía que no sentía la función como una obligación, tal como lo demostró en su postrero acto de arrojo. (B)

Deber y muerte

La responsabilidad lo llevó a la muerte. Porque el sargento primero René Meyrelles sospechó de algo. Entonces cumplió lealmente con su obligación: dejó su familia en el auto y se bajó para saber de qué se trataba. Y de ahí al balazo que lo tumbó, medió un tiempo difícil de estimar.
Ahora se hablará de descuido por parte de Meyrelles. De que bajó sin el arma en la mano. También de un exceso de confianza, porque quizá pensó que quienes lo asesinaron eran unos simples conocidos rateros y nada más. Un exceso -se sostendrá-, que deja una dura experiencia. Seguramente también se dirá que Meyrelles era miembro de una policía poco acostumbrada a lidiar con delincuentes dispuestos a sorprender matando. Al menos policías. Pero sobrevolando cualquier juicio sobre la forma de morir que le tocó a Meyrelles, está el acto de responsabilidad que lo condujo a ese punto último de su existencia. Esa responsabilidad es lo que cuenta como testimonio en este tiempo tan cruel que vive Argentina. Y todo en Bariloche, esa hermosura donde las raíces del delito germinan en lo más profundo de la marginalidad y pobreza que le gana espacio.
Otro testimonio de este tiempo tan cruel.

foto: Medio millar de personas despidieron los restos de René Meyrelles.

   
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