Jueves 5 de julio de 2001

 

La alcaidía de Bariloche, entre las peores del país

 

El monseñor Cardelli visitó la cárcel local y afirmó que es una de las más abandonadas de toda la Argentina. Sus dichos reafirman el fallo del juez Lanfranchi, que exigió soluciones.

  SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- La situación terminal que atraviesa la alcaidía de Bariloche fue recogida con preocupación por el titular de la Pastoral Carcelaria, Monseñor Héctor Cardelli, quien la ubicó entre las peores del país.
El prelado puntualizó que "solo en Tartagal, Salta, he visto una cárcel de hacinamiento similar a ésta" y marcó diferencias con el resto de los centros de detención a nivel nacional, también superpoblados y con carencias. "Hay problemas en todos lados, pero los de Bariloche superan lo imaginable", dijo.
"Hay otras cárceles que están pensadas como tales y tienen talleres, deportes y hasta quintas. Ofrecen posibilidades de salir al sol, de trabajar y hasta ganarse unos pesos para ayudar a la familia" explicó.
El presidente la Comisión Episcopal de la Pastoral Carcelaria y obispo de Concordia (Entre Ríos) recorrió la alcaidía local y dialogó con los internos a instancias de su capellán, Juan Angel Dieuzeide, quien lo convocó ante la falta de respuesta a los reclamos planteados incluso desde la justicia.
Monseñor Cardelli también se reunió con el juez Cesar Lanfranchi y sus pares de la Cámara Segunda en los Criminal a quienes solicitó que levanten las limitaciones impuestas a la pastoral penitenciaria local y autoricen un contacto más fluido con los internos.
Lanfranchi rescató la clara conclusión del prelado -quien le señaló que la alcaidía "es una de las peores del país"- como una reafirmación de las acciones desplegadas desde la Cámara. Luego de cuatro habeas corpus, varios amparos y un mandamiento que significó un ultimatum para el gobierno provincial, el juez aseguró a "Río Negro" que "no se está dando una respuesta seria a la emergencia planteada".
El último 30 de junio fueron notificados personalmente el gobernador Pablo Verani, el ministro Esteban Rodrigo y el jefe de Policía Rogelio Lardapide, pero la situación de los presos no varió en forma sustancial, y muchos siguen teniendo acceso al recreo únicamente de 8 a 10, en horario parcialmente nocturno y bajo intensas heladas.
En torno a la labor nacional de la Pastoral Carcelaria, Cardelli indicó que "la Iglesia apunta a llevar el anuncio de salvación pero cuando uno llega al detenido no puede prescindir de la situación en que está, hay personas que están en condiciones infrahumanas".
El obispo hizo incapié en el confinamiento casi permanente que sufren los internos de la alcaidía ante la carencia de lugares de esparcimiento, con "cero posibilidad de rehabilitación" y alertó sobre las consecuencias sociales al momento de la liberación. La alcaidía carece de asistencia psicológica, cuenta con una precaria atención médica y la imposibilidad física y presupuestaria de instrumentar actividades laborales o deportivas.
En su evaluación el religioso se sorprendió por el buen estado anímico de los internos "a pesar de todos ésto". En tal sentido consideró "casi un milagro que convivan" en esas condiciones "personas que no se conocen, no se eligieron y que tienen distintas historias personales y normalmente problemas" y valoró el esfuerzo que realizan por "la necesidad de sobrevivir".
Mucho más benévola fue su conclusión sobre la situación de la cárcel de General Roca que visitó en febrero pasado. "Tiene cosas muy logradas, como las alcanzadas en materia laboral, esta es una posibilidad que no se ve en muchas cárceles" aseguró.
   
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