Miércoles 4 de julio de 2001

 

Su familia la estorbaba, planteó el fiscal

 

El defensor, en cambio, la mostró como víctima de maltratos que tuvo un rapto de locura

  CUTRAL CO (AN)- ¿Sara Ibáñez es una asesina fría y calculadora que consideraba a su familia un estorbo para lograr su proyección personal? ¿O es una víctima más de la violencia familiar, que reaccionó fuera de sí cuando vio que su marido asesinaba a sus hijos?
El móvil de los asesinatos es uno de los misterios más profundos del triple crimen del aeropuerto, como se lo conoce aquí. Ayer, el fiscal Ladislao Simon y el defensor Eves Tejeda plantearon dos teorías absolutamente disímiles con una raíz en común: el primero demonizó a Ibáñez; el segundo demonizó a quien era su marido, Fabián Blanco.
En una causa por homicidio no es imprescindible encontrar el móvil. A veces no llega a saberse nunca por qué una persona mató a otra, sin que eso sume ni reste. Este es uno de esos casos. De todos modos, el fiscal Simon buscó una explicación.
En ese sentido invocó una carta escrita por la mujer durante su internación, poco después de ocurridos los asesinatos. "Se queja de golpes recibidos", citó, pero también menciona que su hija Magalí tiene continuos problemas "ocasionados por el asma", que sufrió durante su segundo embarazo, y que esto le impide obtener un trabajo bien remunerado.
"La señora también nos dice que siempre tuvo los labios carnosos -agregó el fiscal- que mide 1,55 metro, pesa 48 kilos, que está en la flor de la edad y con todo por vivir". Por eso planteó como hipótesis que "deshaciéndose de todos sus obstáculos sus problemas desaparecían de un plumazo". Así, dijo Simon, tras cometer los crímenes "se aprestó a enfrentar la notoriedad y se preparó para su futura vida, con sus labios carnosos".
Pidió que la condenen a perpetua por homicidio calificado por el vínculo familiar que la unía con las víctimas y por alevosía, figura que se aplica al que mata a traición. "Ella quebrantó la lealtad que debía mantener con sus indefensos hijos. Traicionó su confianza, degollándolos".
El defensor Tejeda pintó un cuadro muy distinto. "Sara Ibáñez es una víctima -afirmó-. Tuvo que soportar un calvario junto a su esposo, un hombre dedicado al alcohol, que era un gigante de casi 1,90 metro a su lado, un hombre que ejerció violencia moral y física sobre ella y eso lo prueban las numerosas veces que tuvieron que atenderla en el hospital".
"No podemos creer que una persona sumisa, de la noche a la mañana se convierte en un monstruo que acaba con placidez con la vida de sus hijos", agregó. "Ella no tiene antecedentes como autora de malos tratos, pero sí como víctima. Ella también sufrió esa tragedia, y tuvo una reacción natural al ver a su marido matando a sus hijos".
Argumentó que esa escena la sumió en un estado de emoción violenta o locura temporal que le impidió comprender lo que estaba haciendo, y por eso mató a Blanco. O dejó sentada la posibilidad de que haya actuado en defensa propia, "porque la otra a la que iban a asesinar era ella".
"No creo que exista la certeza suficiente en esta causa como para que el Tribunal, sin temblarle la mano, pueda firmar una condena a perpetua contra quien sobrevivió al horror", añadió el defensor.
   
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