Sábado 21 de julio de 2001

 

Aurelio García, imágenes de su religión

 

Un artista que combina el misticismo con una creatividad proporcional a su modestia

  Es rosarino, tiene una pareja de Neuquén, hija de una conocida pintora de la zona, lo que es toda una coincidencia. Pero la entrevista pone el acento en su pintura, ya que Aurelio García expuso en la Fundación Klemm una interesante muestra de una mística que arranca en el barroco para recalar y mezclarse con las imágenes de los íconos de esta época. Esa pintura que se inicia en una vibrante vivencia religiosa y una visión irónica de la política, remite a una carrera que desde el interior llevó a este pintor a Buenos Aires, con una visión muy particular que se encarga de comentar.
-¿Cómo fue el paso de Rosario a Buenos Aires?
-Los antiperonistas lo definieron como "el aluvión zoológico" de un modo despectivo, era la llegada de los "cabecitas negras" al Centro. Lo que sucede con los artistas de Rosario, salvando las distancias, es más o menos lo mismo, allí hay un movimiento muy importante en el arte, con una tradición donde están Berni o Fontana, una actividad que fue muy grande mientras Rosario era una ciudad rica.
Los artistas podían vivir de su obra en ciertos momentos, aunque siempre el lugar de consagración fue Buenos Aires, sin embargo, Rosario siempre los contenía.
-¿Cómo fue tu experiencia?
-Empecé como todo el mundo. Mandé mi obra a salones, presenté carpetas y realicé muestras colectivas. Vine a Buenos Aires con el cartel de "grupo de artistas rosarinos" un movimiento que a fines de los 80 se conforma con intereses comunes aunque no con comunes propuestas plásticas. Nos juntamos y armamos un proyecto que nos dio cierto peso.
Estuve en varios grupos, "La Vaca" o "Rosarte", que tuvo cierta proyección nacional y nos permitió conectarnos con nuestros referentes en Argentina como Felipe Noé, Macció o Deira. Tuvimos la gran posibilidad de conocerlos en un congreso de artistas en La Cumbre. Donde además se dignaron a charlar con nosotros a pesar de que los teníamos como ídolos.
A partir de allí tuvimos cierto padrinazgo y así vinieron las "clínicas" con Renzi de Rosario o Pablo Suárez y así seguimos nuestro crecimiento.
-¿Cuál es la idea de esta obra tuya que parece hecha entre el arte peruano y el pop?
-Eso es exacto, una amiga mía la definió como una simbiosis entre el maestro de Calamarca y Norman Rockwell sobreexpuesto a los cartoons de la Warner. Es decir, yo vengo de una etapa, los años 90, donde mi producción pasa por imágenes religiosas, un volver a mis propias raíces.
Cuando uno estudia arte te hacen ver a Warhol, el barroco, los grandes maestros que uno los toma como una suerte de propiedad. Pero llegó un punto en que se plantea lo que uno es, ¿acaso aparece una psicología retorcida en el fondo de una pintura chorreada?
Entonces tuve la oportunidad de empezar a ver en serio pintura barroca colonial, la de Potosí en particular. Eso vino por una tradición familiar de católicos, en especial de mis abuelos que eran muy practicantes. Desde chico recuerdo un libro, que ahora tengo, de imágenes de Cristo, un libro de litografías inglés que es una de esas maravillas que uno hereda. Yo tenía una fascinación en especial por la parte más sangrienta o truculenta de esas imágenes, particularmente la alemanas y españolas del siglo XVI que se regodean en el sufrimiento de un modo realista, casi exagerado.
-¿Lo religioso fue definitorio?
-Si, las imágenes religiosas fueron un descubrimiento y me parecieron más fuertes que todo lo que había tratado de articular dentro de ese intento de construir un lenguaje propio.
Después la cosa religiosa por un lado y cierta fascinación por ese costado místico que tiene el peronismo o el comunismo con toda una iconografía similar a la de la religión me fue dando la perspectiva de todo un culto pagano o como lo llamen, pero un culto de masas, que además era reprocesado por la sociedad de consumo.
-Algo que tiene que ver también con tu generación.
-Totalmente, porque Perón y Evita son parte de mi época y también Hollywood aunque desde la visión de aquí. Es decir Evita merece un cuadro mío porque estuvo en Hollywood, no porque estuvo en el balcón donde estuvieron muchos.
-¿Cómo es tu técnica para esa idea de plasmar esa mística que presentaste en Buenos Aires?
-En el terreno de lo pictórico es una técnica tradicional: pincel, acrílico y paciencia. La génesis de la obra e fecunda "in vitro", la armo en la computadora a partir de imágenes que encuentro en libros, revistas, bajando de internet o las dibujo.

Un rosarino vinculado con Neuquén

Aurelio García piensa casarse pronto con alguien que conoció por internet, una guionista de cine que vive en Buenos Aires pero es de Neuquén. Su madre es una pintora importante de la zona, Cristina Otamendi, la misma que colaboró en la forma de colgar las obras de García en la Fundación Klemm y según señaló el entrevistado, "aprovecho a saludarla porque ella lee todos los días el diario "Río Negro"
El pintor, que admira la zona del sur con su paisajes y lagos, redondea los conceptos de una obra por demás interesante al señalar que en ella "hay peronismo, marxismo o catolicismo y sentidos cruzados en un lugar desatinado. Todo este menú está precocinado en la pantalla de la computadora donde la arquitectura de sentidos varios y estéticas puntuales puede encontrarse en esa mesa de disección. Las imágenes nacen en la computadora y se pintan fuera de ella".
"Decididamente todo lo contrario a lo que he escuchado durante los últimos quince años acerca de cómo debería ser el arte contemporáneo".

Foto: Su producción está influenciada por "un volver a las raíces" que incluye a la religión y la historia como temas.

   
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