El viaje de una cuentacuentos neuquina
Ileana Panelo ya recorrió varios auditorios con su bagaje de historias y leyendas a cuestas. Esta maestra jardinera por vocación sorprendió a un auditorio porteño con historias neuquinas.
Esta "cuentacuentos" por vocación suele explicar a quien tiene a mano que los que quieran dedicarse a lo suyo "tienen que tener muchas ganas de ponerle el cuerpo a la emoción".
Panelo, que también es maestra jardinera, sabe perfectamente de qué habla.
Con sus historias narradas frente a auditorios de chicos o grandes, esta mujer de tono suave y sonrisa constante logra arrancar lágrimas, risas o cualquier otra sensación que se proponga transmitir.
Su arte tiene que ver con darle vida a textos de autores como Eduardo Galeano, Julio Cortázar o Aldecoa y recrearlos con climas e intensidad propias.
Textos que en la voz de esta mujer cobran formas diferentes.
"Yo elijo aquellos que toquen mi alma, aquellos cuyas palabras me entusiasmen, que toquen mi sensibilidad porque si me toca a mi y me "llega" como toda buena obra de arte, yo puedo tocar al oyente con esas palabras", resume, por toda ciencia.
Al igual que una receta de cocina, a la que cada cocinero le agrega un condimento o ingrediente diferente para mejorarla, a los cuentos que elige esta cuentacuentos, ella les adhiere diferentes matices y climas que tocan directo al corazón.
"Parecería que mi estilo es muy etéreo y también tiene humor, donde también ahí meto creaciones mías, que van mechados entre texto y texto", se autodescribe como en una radiografía milimétrica de su método.
En esa amalgama de recursos que utiliza para conmover, conviven los climas creados con "elementos populares como los folclóricos, lo que no está escrito, lo que dice la calle, de transmisión oral, que no tiene dueño, que va cambiando".
Sin intentar poner su actividad en un casillero específico, ella aclara que "lo mío es un arte, pero me costó mucho resolver esa pregunta, aunque creo que tiene que ver con esto de ganar, impactar, transmitir y pasar por las fibras de uno".
En esta alquimia con el público "el que oye también es el artista, porque la tarea del cuentacuentos se completa con la mirada de quien lo escucha a uno", advierte en tono admonitorio como para quien desee dedicarse a esta faena.
Con el bagaje de sus historias y cuentos a cuestas, Ileana ya vivió experiencias de diversa índole y envergadura en públicos de todos los tamaños y colores.
Por caso, recientemente fue convocada por los responsables de "Liberarte" un espacio cultural de Capital Federal el 16 de junio para narrar sus cuentos ante un auditorio de adultos en Buenos Aires.
Como para agregar más hojas a su currículum, se permite añadir orgullosa que "yo fui la única del interior hasta ahora que fue invitada, después son todos narradores de Buenos Aires y se los eligió por la trayectoria".
Para la ocasión, eligió interpretar a la autora neuquina María Cristina Ramos ("Del amor nacen los ríos") y recrear leyendas venezolanas, un cuento infantil, de Adela Turín y otro de dragones de Gustavo Roldán.
"Un poco fui contando cómo era nuestro lugar, nuestra tierra y trabajé sobre una tarima donde puse una faja mapuche y una fuente de lenga llena de piñones que mis hijas neuquinas repartieron al público", cuenta todavía extasiada con la experiencia.
Una más de las tantas que le han tocado vivir con el oficio de narradora del que dice estar orgullosa.
Después de traer uno y mil ejemplos como estos, como sueño pendiente, esta docente y cuentacuentos, deja una inquietud flotando antes de irse con sus cuentos a otra parte.
"Los cuenta cuentos tenemos que crear el fogón igual que en la cocina de casa y yo en lo personal no me quiero morir ni irme de Neuquén sin ver muchos cuentacuentos dando vueltas con sus narraciones".
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