Miércoles 4 de julio de 2001 | ||
Por amor al arte |
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El arte no tiene precio, pero se vende. La cultura puede considerarse un producto de exportación. Hablamos de marketing, hablamos de negocios. El esfuerzo de la Secretaría de Cultura con los festivales argentinos en las principales capitales del mundo atraviesa esta reflexión. A tal fin Darío Lopérfido y su gente no han cesado en mostrar la cultura local en sociedad con la Secretaría de Turismo. El resultado no podrá ser evaluado jamás, porque estamos ante una gestión cultural-estatal y no estrictamente comercial. Este diario fue al festival argentino en Londres. Las presentaciones de Adriana Varela y León Gieco se realizaron a sala llena, pero las de los rockers apenas si despertaron algún gesto en los pocos ingleses que pasaban por allí. Discutible efectividad de un proyecto que sí es oneroso. El interés del europeo medio, cuando mira hacia el sur, se reduce a tres palabras: Patagonia, tango y Maradona. El resto son dragones en el mapa. En Hannover, sede de la Exposición Universal, la Argentina tuvo un stand dedicado a los paisajes y el tango: fue un éxito. Aunque costó unos dos millones de dólares. La conjugación de los elementos -tierra y arte- tiene mejores perspectivas. "Divididos" en Londres o Fernando Samalea en Madrid, sirve a sus intereses personales o de la compañías, pero esto no redundará en turismo. Lopérfido sabe de la ansiedad de los periodistas y de los diarios por tener información fresca. Así se explica la amplia cobertura. El festival internacional de jazz en Bariloche resultó más adecuado, pero no se usó para dar a conocer otras atracciones patagónicas, ni a los artistas locales de nivel nacional -Luis Cide, Languedoc y Diego Rappoport, entre otros-. Los "especialistas" de la secretaría desconocían que aquí se hiciera música de alto nivel. Como desconocen tantas cosas de nuestra región que asustan. La Patagonia no es una postal, es un concepto. Y no alcanzan los 3.000 posters y 5.000 folletos que se ofrecieron -entre argentinos- en Madrid. Si hay un recurso turístico cultural exportable en la Argentina es la Patagonia. Un alemán "cervecero" sólo sabe ubicar el fin del mundo. Lopérfido les replicó a quienes cuestionaban sus gastos en Madrid: "Para los que pensamos que el país puede tener futuro en la muestra de contenidos culturales, gastamos demasiado poco". Hablemos de negocios. Del Festival de Jazz se sabe poco. Pero debería ser ampliado a distintas ciudades del sur. Aprovechar la estructura de Comodoro, Neuquén y Roca (el Español y la Fundación Cultural Patagonia, en los dos últimos casos). Podría seguirle otro de música étnica -más adecuado al imaginario colectivo que hay en el mundo sobre esta zona- en sinergia con Chile, otro país metido de lleno en la promoción turístico-cultural (piensen en el famoso Festival de Frutillar). El auspicio es una acción razonable en tal marco -petroleras, gaseosas-, asociado a lo geográfico. No se vende cultura sino mística. Vengan, gasten en sueños. Primero se ubica la montaña, luego el tema de fondo. Dicen que en Madrid se fueron 180.000 dólares. Es mucho por amor al arte. Claudio Andrade |
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