Domingo 17 de junio de 2001 | ||
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Chicos de la Antártida, muy cerca de Roca |
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Con la consigna "conozcamos nuestro país, revaloricemos nuestra cultura", alumnos de séptimo grado de Roca dialogaron largo y tendido con otros chicos, del mismo grado, de la Antártida. La calidez del diálogo contrastó fuertemente con la temperatura ambiente, ni qué hablar con la del continente blanco. Los miedos, las expectativas, las alegrías y los chistes estuvieron presentes en la charla, donde quedaron las ganas de conocerse en el futuro. |
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ROCA (AR).- Un hola muy bajo, casi inaudible, marcó el inicio de la conversación desde Roca. En la Antártida ni los 40 grados bajo cero ni las ráfagas de 170 km por hora lograron aplacar las expectativas o las ganas de comunicarse de siete chicos que desde hace meses viven en un mundo de sólo cuarenta personas en medio de un paisaje que no admite otro color que no sea el blanco. El jueves último, tres chicos de la escuela 32 de Roca establecieron un contacto telefónico con otros que cursan sus estudios en la escuela 36 de Base Esperanza en la Antártida. Es así como el continente blanco dejó de ser para los roquenses, aunque sea por un rato, la representación de la distancia y la incomunicación y paro ellos la posibilidad de hablar y contarle a otros chicos de su edad de que se trata una experiencia que les exigió, entre otras cosas, haber cambiado las bicicletas por los trineos. El contacto se produjo dentro del programa educativo ideado por maestras de la escuela roquense "Conozcamos nuestro país, revaloricemos su cultura", que ya creó una red de casi 50 establecimientos conectados en todo el país. Ese día, Mauro, Jorge y Andrés -de séptimo grado- lograron el punto más alto del proyecto al poder hablar durante casi veinte minutos con Victoria y Federico, dos alumnos de la escuela "Julio Argentino Roca" de la Antártida. Actualmente, en la Base Esperanza -que depende del Ejército Argentino- viven 43 personas entre militares, científicos y los dos maestros que llevan adelante una escuela a la que asisten nueve alumnos. Alfredo y Alejandra son los dos docentes que este año eligieron enseñar en ese lado del mundo, adonde llevaron a sus dos hijos que ahora no quieren volverse por nada del mundo. Con "Río Negro" como testigo de la charla, vivieron la experiencia como fascinante y al grupo humano como "excelentes personas que hacen que ésto se disfrute". Para ellos las actividades comienzan a la mañana temprano, aunque recién aclare a las diez, y consisten en lo mismo que en cualquier escuela del país. Los materiales de lectura son los mismos. La única diferencia es que en el mismo lugar conviven chicos de jardín de infantes y de quinto año del secundario. Entender que la vida cotidiana y las costumbres de quienes estaban del otro lado de la línea eran completamente distintas fue difícil para los chicos de Roca. Les resultaba "rarísimo" que mientras ellos estaban preparados para ir a almorzar otros chicos argentinos estaban disfrutando de las últimas horas de luz del día. La sorpresa fue mayor aún cuando supieron que los chicos de la Antártida no ven un perro desde que llegaron. "Como no son naturales de ese medio pueden contaminarlo", dicen. Recordaron que el patio de la escuela es un inagotable manto de hielo por el que caminan y corren naturalmente, que parte de la diversión consiste en "tirarse desde montañas de hielo", que normalmente conviven con vientos que pueden llegar a los 200 km por hora, protegidos en casas especiales inmunes al frío y que son capaces de vivir sin televisión. Ansiosos por contar todo "Nos querían contar todo junto, estaban muy entusiasmados y nos encantó la buena onda con la que nos atendieron", relataron los chicos de la 32. Desde el otro lado, Victoria y Federico habían asegurado en ocasiones "extrañar mucho" la vida en las ciudades aunque les encanta vivir allá por la "posibilidad de ver cosas que no se ven allá". Resaltaron el aprendizaje de nuevas conductas, como por ejemplo cuidar el medio ambiente "compactando latas y seleccionando la basura que vuelve al continente para que se deseche". "Este es un lugar no contaminado y nosotros lo cuidamos. Lo más importante es mirar a los pingüinos, focas, lobos marinos, palomas antárticas que pasan muy cerquita de nosotros pero no debemos tocarlos, ni darles comida", contaron los chicos de sexto grado. Comunicarse con la Antártida es súper fácil, dijeron los chicos de la 32. "Ahora con llamar a un 0810, que cuesta lo que una llamada local, es posible hablar con quienes se animaron a desafiar a la naturaleza y hoy confiesan haberse olvidado de las crudas temperaturas del lugar". Debe ser porque por estos días están muy concentrados en la organización del "Primer Triatlón Base Esperanza" que incluirá desafíos de ping-pong, metegol y pull. Con convicción ROCA (AR).- Viviana Aragón es la maestra de la escuela 32 de Roca que creó el proyecto "Conozcamos nuestro país, revaloricemos su cultura". Opina que "es fundamental esta lema porque establece la necesidad de formar nuevas generaciones comprometidas con su medio, amantes de su tierra, que analicen críticamente pero que valoren su historia y sus raíces con conciencia y responsabilidad social". Lo dice con orgullo, lo dice con convicción. Se le nota y lo trasmite. Alfredo y Alejandra, dos maestros que no quieren volver ROCA (AR).- Desde marzo de este año Alfredo y Alejandra son los responsables de la escuela 38 "Julio A. Roca" de la Base Esperanza. Llegaron allí desde Tierra del Fuego con Victoria y Gregorio, sus dos hijos y alumnos , "para vivir una experiencia de la que no nos olvidaremos jamás y que deseamos que nunca termine". Tan así es que ya se anotaron para volver el año que viene. |
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