Martes 12 de junio de 2001

 

Murió reportero gráfico de "Río Negro"

 

Carlos Hermet había sufrido un accidente al finalizar una cobertura en Santa Cruz

  Un profesional entrañable, un enamorado El reportero gráfico de "Río Negro" Carlos Hermet murió ayer en Río Gallegos, donde estaba internado desde el pasado 2, cuando el auto en que viajaba con otros periodistas se desbarrancó en la ruta 40, en cercanías de El Calafate. Hermet, de 44 años, había ingresado a este diario con 18 años en 1975 y, con algunos intervalos en que incursionó en el medio televisivo, se desempeñó como reportero gráfico.
La calidad técnica de su trabajo le mereció siempre el reconocimiento de sus colegas, al igual que su carácter afable. Tenía pasión por fotos de la naturaleza. Sus tomas de impactantes sitios del país están entre las distribuidas por un banco de imágenes de España. El año pasado, la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, que preside Gabriel García Márquez, hizo una excepción a su regla de no aceptar personas de más de 40 años y lo incluyó en un seminario con otros reporteros de toda América.

Un profesional entrañable, un enamorado de la naturaleza

Cuando vine al "Río Negro" como editor de fotografía, no sabía con qué me iba a encontrar. Al conocer al grupo de trabajo tuve varias sorpresas, entre ellas, la gran contradicción que presentaba quien luego fue mi amigo, Carlos Hermet.
Detrás de su perfil bajo y sus muchos años en el diario, fui descubriendo a un gran profesional de la fotografía, que tomaba con un apasionamiento sin estridencias su trabajo. Para quienes trabajamos con él, su humildad entraba en contradicción con sus conocimientos. Sabía varios idiomas, que sólo utilizaba para leer, excepto cuando viajaba o en las clases de francés con las que estaba entusiasmado. Dominaba todos los aspectos de la fotografía periodística, y en particular lo vinculado a la naturaleza. Pero lo que más sorprendía era su calidad humana, que aunque parezca un lugar común lo convertía en una rara avis. Me ayudó y enseñó mucho, y tuve la suerte de reconocer sus virtudes resaltándolas permanentemente ante el resto. Sé que enseñó a otros, y todos se lo reconocen precisamente porque él nunca demandó ese reconocimiento.
Su fina ironía evidenciaba que no era el flaco que a veces lucía cansado, sino un gran entendedor de cuanto lo rodeaba, que no gastaba su energía en luchar contra los pequeños problemas de las pequeñas personas, sino que la reservaba para sobrevivir en la meseta, junto a la naturaleza que amaba.

Gustavo Glombovsky

Foto: Hermet junto al glaciar. La foto fue tomada por un colega, un día antes del accidente.

   
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