Lunes 11 de junio de 2001 | ||
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La salud y el amor se alteran con el clima |
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Lo que pasa en el espacio también ejerce presión sobre las actividades humanas. |
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Las variaciones climáticas, como saben millones de meteoropáticos, pueden provocar fastidiosos disturbios de tipo físico e influir negativamente sobre el humor. Pero también hay que prestar atención a la influencia que la situación meteorológica del espacio puede tener sobre el ser humano. No se excluye que dentro de poco sea posible hacer además previsiones del tiempo espacial. Así lo afirman los expertos de Centro Nacional de Investigaciones (CNR) de Italia, que crearon el proyecto SuperDarn para el estudio desde tierra del espacio circumterrestre. Según los científicos del CNR, que se han reunido en Venecia por iniciativa del Instituto de Física del espacio Interplanetario, el clima espacial podría ejercer presión sobre las actividades humanas y hasta la salud. Los fenómenos magnetosféricos e ionosféricos, por efecto de variaciones de las condiciones del sol y del viento solar, pueden tener efectos no sólo en el funcionamiento y la confiabilidad de instalaciones espaciales, sino también sobre la tierra, dañando, por ejemplo, redes de aprovisionamiento de la energía eléctrica y oleoductos. Y lo más grave, provocando fastidiosos disturbios físicos: los que viajan a menudo en avión a latitudes elevadas pueden ser sujetos a imprevistos aumentos de dosis de radiación electromagnética y de partículas que alteran su normal ciclo biológico. El proyecto SuperDarn es uno de los más recientes y avanzados sistemas para el estudio de los efectos del plasma solar sobre la magnetosfera e ionosfera terrestre: el primero de todos es el fenómeno de las Auroras Polares. Las auroras son formaciones luminosas que se observan de vez en cuando en el cielo, con colores y formas muy hermosas y variables, a latitudes magnéticas entre 60 y 70 grados. Se deben a la emisión de luz por parte de átomos y moléculas de la ionósfera, excitados por choque de electrones y protones. Se observan a alta latitud, cerca de los polos, porque tales regiones están magnéticamente conectadas con zonas del espacio circumterrestre, desde donde los protones y, sobre todo los electrones, pueden precipitar muy fácilmente pasando a lo largo de las líneas de fuerza del campo geomagnético. (ANSA) |
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