Domingo 17 de junio de 2001

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La despedida del obispo Radrizzani reunió a una multitud

  La misa en el Ruca Che fue seguida por 3.000 fieles.El prelado expresó su agradecimiento
a la comunidad.
  NEUQUEN (AN) - Una multitud estimada en más de 3.000 personas colmó el gimnasio Ruca Che para homenajear el obispo Agustín Radrizzani, en la misa que concelebró ayer con todos los sacerdotes de la provincia para despedirse de sus seguidores antes la partida a su nuevo destino pastoral, la ciudad bonaerense de Lomas de Zamora. En un imponente escenario, adornado con inmensos lienzos blancos pintados de atractivos colores y plagado de flores blancas, el prelado dio su último mensaje como jefe máximo de la iglesia católica neuquina.
"¡Lindo el Ruca Che... Eh! Es la primera vez que vengo, no lo conocía. ¿Ustedes, que lo conocen, estaba también así cuando vino Di Blassio? O Los Piojos... ¿Acaso alguno de ustedes no se quedó desde anoche para seguir la fiesta hoy?".
La primeras palabras de Radrizzani para abrir el sermón trasuntaron ese clima festivo que, evidentemente, le quiso imponer a la ceremonia religiosa, sin que naturalmente se desviara de los solemnes rituales propios de la misa.
"Es que estamos de fiesta", reiteró el obispo como para que no quedaran dudas del clima del acto y desde los costados y la platea desplegada sobre el piso de parquet brotaron espontáneos los aplausos. Y los aplausos fueron marcando el sermón del prelado, cuando fue desgranando los hitos de lo que fue su actividad en Neuquén en los diez últimos años.
Aplausos cuando dijo que le costaba irse de Neuquén y cada vez que mencionó episodios en los que estuvo junto a la gente, comprometiéndose en sus reclamos: la lucha junto a los mapuches, en el recuerdo a su antecesor don Jaime Francisco De Nevares o colocándose al frente de la columna de los maestros, cuando hubo que afrontar la represión.
"Esta misma mañana he tenido que pasar por el juzgado para terminar aquel episodio. Pero que no me involucró a mí, particularmente, sino a la iglesia en general", dijo el obispo (ver aparte).
Una treintena de sacerdotes, ataviados con sotanas blancas bordeadas de amarillo, acompañó al segundo obispo que tuvo la provincia en su saludo de despedida. Y uno de ellos, de Zapala, le puso tono emotivo a la respetuosa algarabía de la multitud. "El acierto de Agustín fue que desde que llegó se puso del lado de la gente. Cuando la represión a los maestros, en la pueblada de Cutral Co, con los mapuches de Ruca Choroy, de Loma de la Lata o de Pulmarí...", y brotaron nuevamente los aplausos.
Entre la gente estaba, precisamente, el vicegobernador Jorge Sapag, a cargo del Poder Ejecutivo, a quien también pareció tener en cuenta Radrizzani cuando dijo que estaba feliz porque veía que a la misa habían asistido todos. "Desde los humildes a personas de mucha importancia y jerarquía, que están como si fueran uno más de la comunidad", dijo el religioso.
Entre las decenas de representaciones de iglesias de parroquias, llegadas tanto desde los diferentes barrios de la ciudad como de las localidades más alejadas de la provincia -San Martín de los Andes, Zapala, Cutral Co-, se vio también a algunos legisladores y concejales.
Los boys scouts de las parroquias, con sus trajes y estandartes distintivos, fueron los encargados de ubicar a la gente en las tribunas y colaborar con distintos aspectos de la organización.
Fue un grupo de chicos el que al momento de ofrendas, por centro del gimnasio caminó hasta el altar con un artístico pehúen, hecho en madera. Un grupo de padres le ofrendó simbólicamente el agua y otro de abuelos, los piñones, fruto de la planta que caracteriza la fauna neuquina.
Ninguno de los feligreses ingresó al gimnasio sin el folleto con las letras de los cánticos que se entonaron a lo largo de la celebración. Con los amplificadores al máximo y los efusivos gestos de algunos de los curas que estaban en altar, quienes con las manos incitaban a cantar cada vez más fuerte, en medio de un clima contagiante se fue desarrollando la celebración. "De Neuquén me llevo un corazón grande. Por eso, al mirarnos en el abrazo de la despedida, me surge un gracias muy grande para todos y cada uno de ustedes. Cuando llegué hace diez años, nunca me imaginé que mi corazón se arraigaría tan pronto a estas benditas tierras patagónicas", dijo en su mensaje de despedido Radrizzani.

La Justicia Federal cerró la causa contra el religioso

NEUQUEN (AN) - Luego de más de cuatro años, la Justicia decidió finalmente archivar la causa que había abierto contra Agustín Radrizzani por su participación en el corte del puente carretero a Cipolletti de los docentes, en la Semana Santa de 1997. El obispo que ayer se despidió de Neuquén había acudido al lugar para evitar la represión.
La información sobre el cierre del proceso fue proporcionada por el abogado de Radrizzani, Rafael Ortiz. "Luego de bastante tiempo y reiterados pedidos de conclusión de la causa penal contra mi defendido, el señor juez ha resuelto hacer lugar a lo planteado", comunicó.
En marzo de 1997 los docentes del gremio ATEN habían cortado el tránsito en ambos puentes sobre el río Neuquén, principal acceso a la provincia, para protestar por los intentos del gobierno de Felipe Sapag para aplicar ciertos aspectos de la Ley Federal de Educación en las escuelas.
Tras cuatro días de corte, la jueza federal civil Margarita Gudiño de Argüelles, que subrogaba a Guillermo Labate en el juzgado penal, ordenó el desalojo y convocó para ello a la Gendarmería Nacional.

Para evitar la represión

La madrugada de ese viernes encontró a Radrizzani y a los diputados provinciales Raúl Radonich, Alicia Gillone (del Frepaso) y Horacio Forni (emepenista crítico), en la zona del acceso a los puentes para intentar dialogar con la jueza y evitar la violencia.
No lo lograron y la fuerza nacional desalojó a los docentes, provocando incidentes con gente del barrio Sapere.
Dos años más tarde, a instancias del fiscal federal José María Darquier, Gudiño de Argüelles -una vez más con subrogante- citó a prestar declaración indagatoria como responsables del corte al obispo, a los diputados y a un grupo de dirigentes gremiales.
La jueza los sobreseyó por prescripción de los plazos, pero el fiscal logró que la Cámara Federal de Roca anulara esa decisión y la causa siguió su curso, con Labate como juez.
Para Ortiz, la decisión de archivar la causa revela la "existencia de garantías constitucionales que imponen no a la represión sino al amparo de las actividades lícitas y consecuentemente naturales de las personas que acuden en función de su vocación, identidad y apostolado en defensa de los afligidos".

   
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