Sábado 23 de junio de 2001

 

La liberación de los "niños-asesinos" estremece a Gran Bretaña

 

A los diez años mataron al bebé James Bulger. La saña mostrada provocó estupor.

  LONDRES (ANSA) - Jon Venables y Robert Thompson, los dos niños británicos que en 1993 mataron a James Bulger, de sólo dos años, serán puestos en libertad tras haber cumplido ocho años y cuatro meses de prisión, anunció ayer el ministro del Interior, David Blunkett.
Los dos jóvenes tenían diez años cuando cometieron el crimen, uno de los más aberrantes de la historia del Reino Unido, por la corta edad de los autores y la saña con que torturaron a su víctima antes de matarla.
Una comisión independiente dirigida por el Ministerio del Interior decidió ayer, tras cuatro días de debate, que los dos muchachos están rehabilitados.
Pero en Gran Bretaña, donde nadie puede olvidar la historia del pequeño Bulger, la noticia provocó furia.
Tal vez nadie pueda decir jamás si realmente los dos asesinos sabían lo que estaban haciendo o si, como sostuvieron varios psicólogos, pensaban que sólo era un juego. Pero la ferocidad de su acción asombró al mundo.
La mañana del 12 de febrero de 1993 ambos faltaron a la escuela y fueron a un centro comercial de Bootle, en Merseyside. James Bulger estaba jugando frente a la carnicería, donde había entrado su madre, Denise.
Cuando Thompson y Venables le tendieron la mano el niño, curioso y de naturaleza jovial, no lo pensó dos veces. La madre lanzó la alarma de inmediato, pero ya era tarde: James se había alejado con sus asesinos por una salida secundaria, como mostraron luego las cámaras de un circuito cerrado de televisión.

Sin piedad

Fue el comienzo de una larga agonía. Cuando llegaron a una vía férrea del paraje de Walton, Thompson y Venables no mostraron piedad alguna.
Primero le arrojaron ladrillos encima al pequeño, luego lo golpearon repetidas veces con una barra de metal. Thompson le dio una patada tan fuerte en la cara que le dejó la huella marcada en la piel. Finalmente le quitaron los pantalones y los pañales y lo torturaron con baterías eléctricas. El cadáver del niño fue hallado sólo el 16 de febrero, tras cuatro días búsqueda nacional: un tren lo había cortado en dos.
El ministro del Interior, David Blunkett, comunicó ayer la decisión de la comisión, presidida por un juez de la Alta Corte, con una respuesta escrita a una interrogación parlamentaria. Subrayó que "nadie podrá jamás olvidar el caso de James y el dolor de su familia".
"El asesinato del niño James Bulger fue un suceso terrible para su familia y para toda la nación, pero no sería de interés público perseguir a los responsables ahora que la junta de libertad bajo palabra ha decidido que ya no es necesario para la seguridad del público que estén confinados", dijo.
Thompson y Venables, que fueron juzgados como adultos por decisión expresa del gobierno y condenados a cadena perpetua, serán vigilados todo el resto de sus vidas, y si alguna vez cometen otro delito serán enviados nuevamente a prisión.

Estupor de los Bulger

La madre y el padre de James, ya divorciados, se dijeron "profundamente doloridos y conmocionados" por la decisión.
"Estoy disgustada, tanto por el gobierno como por la comisión", subrayó la madre, Denise Fergus. "La vida de mi hijo fue robada de una manera inimaginable. Ahora tengo miedo. No me atrevo a mandar a mi hijo a la escuela. ¿Quién me puede asegurar que estos dos no estén al acecho?", se preguntó.
"Tiene que haber un elemento de castigo para un crimen así, pero todo lo que ve Denise es que Venables y Thompson han sido recompensados", dijo Norman Brennan, el vocero de la madre de James Bulger.
Venables y Thompson recibirán una nueva identidad y una casa segura: una operación que costará unos tres millones de dólares. La justicia británica ordenó que las nuevas identidades de los asesinos no sean publicadas.(ver aparte) No podrán estar en contacto entre sí ni con la familia de su víctima, y tienen prohibido acercarse a Meyerside, su localidad natal y donde cometieron el crimen.

Los temores a una "filtración"

Los especialistas en comunicación descreen de la posibilidad de una "nueva vida" para los "chicos-asesinos". Sostienen que la avidez de los medios y el repudio de la sociedad harán que tarde o temprano se los encuentre.
En los últimos días han salido a la circulación fotografías recientes de Thompson, lo que ha desatado los temores de que su identidad pueda llegar a conocerse.
Según Harry Fletcher, presidente de la asociación de funcionarios supervisores de presos en libertad provisional, las posibilidades de que algún día se conozca la identidad verdadera de los dos muchachos es "muy alta".
"¿Qué pasa si comienzan una relación con una chica? ¿Qué pasa si alguno de los dos es detenido por la Policía, o queda ingresado en un hospital, y la Policía comprueba sus antecedentes?", se preguntó
"Habrá un número importante de gente que sepa sus identidades reales, y casi con toda seguridad se filtrarán", afirmó.

Aprender a vivir con la culpa y la vergüenza

Aunque en prisión han estado separados, las vidas de Venables y Thompson no han sido muy distintas. Ambos han estado rodeados de fortísimas medidas de seguridad y de una legión de especialistas.
El gobierno birtánico lleva gastados en su rehabilitación unos tres millones de libras esterlinas, algo así como 4,2 millones de dólares. A pesar de que los niños se pasaron durante años la pelota de la responsabilidad por la muerte de Bulger, ambos ya asumieron su culpabilidad.
A quien más le costó fue a John Venables, quien durante el juicio aprendió a desconectarse de lo que se decía en la sala para concentrarse en sus zapatos o en jugar con las manos. Ya en prisión, siguió flotando en esa especie de nube.
En noviembre de 1997, la psiquiatra Susan Bailey informaba que lo había asumido todo. «Pasó por la secuencia normal de reacciones», diagnosticaba la doctora. «Negación, incredulidad, sensación de pérdida, dolor, asunción de su parte de responsabilidad en el asesinato, vergüenza y remordimiento, sensaciones estas últimas que todavía siente y que le acompañarán para siempre».
Las dudas de los primeros años en torno de la rehabilitación se desvanecieron. «Ha logrado excepcionales progresos en su desarrollo personal, en el reconocimiento de la monstruosidad de su crimen y en el entendimiento del comporta- miento que tuvo de niño» , determinó un psiquiatra.
Durante su largo proceso de recuperación, el niño de los dientes separados contó siempre con el apoyo de su madre. Todos los fines de semana ha recibido la visita de su progenitora, Susan, y de su padrastro, Neil.
En prisión, Venables estudió duro, terminó la escuela primaria y ahora estudia varias asignaturas de la secundaria. Sus educadores afirman que podría ir a la universidad. No está mal para un chico que, a los 10 años, era un alumno desastroso.
Robert Thompson, a quien le costó más superar el bachillerato elemental, se reveló como un artista. Al poco de ingresar en prisión, le hizo a su madre una mesa de café. Y no hace mucho diseñó un vestido de novia que él mismo realizó con la ayuda de una aguja y un dedal. Sus dotes artísticas se pueden admirar en la sala de visitas de la prisión donde cuelgan sus cuadros.
Entre las salidas supervisadas que Thompson ha realizado al exterior (ambos salieron varias veces a la calle) ha habido varias al teatro.
Después de ocho años entre rejas, a Thompson le resultará extraño poder eludir un horario milimétricamente marcado. Entre semana, se levanta a las 7.00 . A las 9.15 horas comienza su jornada educativa hasta las 15.15 horas. Por la tarde permanece encerrado en su celda hasta que, a las 22.00 horas, las luces se apagan. Los fines de semana tiene permiso para quedarse en cama hasta las 11.00 horas. En su cumpleaños, reciben 10 libras (unos 14 dólares). ("El Mundo")

Cómo planean los servicios la "nueva vida" en libertad

Durante los últimos ocho años, un equipo de psicólogos, psiquiatras, educadores y demás profesionales trabajó duro para lograr que John Venables y Robert Thompson fuesen conscientes del terrible crimen que cometieron el 12 febrero de 1993. Sin embargo, desde hace unos meses, los mismos especialistas se afanan en enseñarles todo lo contrario: a silenciar su horrible pasado para que nadie los reconozca.
El crimen horrorizó a la opinión pública y sus familias aún claman venganza. Por eso, la justicia estimó que los asesinos, hoy con 18 años, no podrán pisar la calle con su verdadera identidad.
Como si fueran espías, están siendo instruidos en el arte del engaño. Los más astutos cerebros del Ministerio de Interior se afanan en darles nombres y apellidos falsos, un pasado falso, una historia falsa.
Así lo ordenó la jueza Elisabeth Butler-Sloss. «Existe la posibilidad real de que encuentren la muerte a manos de miembros de la familia Bulger o de individuos vengativos», aseguró.
Sobrevoló la sala del tribunal la amenaza lanzada en noviembre por el padre de James Bulger: «No pararé hasta dar con ellos».
Nadie, excepto un círculo pequeño, sabe qué caras tienen en este momento. Ni siquiera si son gordos o flacos, altos o bajos... El fallo judicial prohíbe que se difunda cualquier detalle sobre ellos.
¿Dónde comenzarán su nueva vida? En un primer momento, las autoridades pensaron trasladarlos al extranjero. Australia, Canadá, Nueva Zelanda... pero estos países se negaron a recibir a los famosos asesinos.
Además, fuera del Reino Unido, era mucho más difícil monitorear a los jóvenes criminales. Porque aún en libertad, la policía los seguirá de cerca para asegurarse de que su proceso de rehabilitación no se tuerza, pero también para protegerlos del peligro de que alguien averigüe su identidad y decida hacer justicia por mano propia. Todas las habitaciones de las casas de Thompson y Venables contarán con alarmas conectadas con la policía, que acudirá ante cualquier emergencia.
Las vidas de Venables y Thompson comenzarán en alguna ciudad del norte de Inglaterra donde su acento de Liverpool pase desapercibido. Vivirán en un centro urbano por aquello del anonimato de las ciudades y, por supuesto, ambos tendrán sus domicilios en localidades diferentes. Regla número uno: dada la combinación fatal que forman, nunca jamás, ambos podrán encontrarse. De hecho, hace ya ocho largos años que no se ven las caras. La última vez fue el 24 de noviembre de 1993. Tenían 11 años, cuando estaban sentados en el banquillo de los acusados, escuchando la sentencia.
A partir de ahora, John Venables y Robert Thompson necesitarán mucha sangre fría para poder interpretar el papel de «chicos normales». Para evitar riesgos, los cerebros del Ministerio del Interior británico procuran que su nueva historia familiar sea lo más parecida posible a la auténtica. ¿ Cómo saldrán del paso si, después de decir que han estudiado en tal o cual colegio, alguien les dice que no los recuerda? La idea preocupa a los chicos. Los funcionarios de la prisión donde está Robert, que le tienen mucho cariño, dicen que está bastante nervioso ante la idea de abandonar la cárcel.
Susan, la madre de Venables, fue una de las primeras en ensayar la "vida de mentira". Por seguridad, adoptó un nombre falso y dejó atrás Merseyside, donde era conocida como «la madre del monstruo». La madre de Thompson, Ann, quien tiene otros 7 hijos, también cambió de nombre y se mudó varias veces para evitar la ira de los vecinos.
Otro problema es la prensa. Los tabloides británicos y la prensa sensacionalista están al acecho y la prohibición de publicar detalles que pueda desenmascararlos sólo rige en Inglaterra y Gales. La madre de James Bulger; Denise Fergus, sedienta de venganza, recordó que la difusión en Internet de detalles e incluso fotos de los asesinos sería legal.
«Cada minuto que pase, deberán vigilar sus espaldas. Aunque se vayan a vivir en el fin del mundo, nunca podrán estar tranquilos», dijo. (Extractado del diario "El Mundo" en Internet)
   
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