Martes 19 de junio de 2001

 

Arrollador triunfo del ex rey Simeón en Bulgaria

 

A un paso de la mayoría absoluta, asume para terminar con la miseria.

  BULGARIA- Con su arrolladora victoria en las elecciones parlamentarias del domingo, el ex rey de Bulgaria Simeón II ha despertado grandes expectativas entre la población de Bulgaria y del continente, al marcar el regreso de un monarca al poder, pero por la vía de las urnas ( ver infografía).
Simeón se propone erigir un enorme reloj simbólico de su principal promesa, la de acabar "en 800 días" con la miseria social que aqueja a buena parte de los búlgaros.
Se trata de una tarea hercúlea: todos los ingresos deben aumentar sensiblemente y las pequeñas empresas deben tener acceso a créditos baratos. También los estudiantes y las familias jóvenes recibieron la promesa de apoyo. Un radical reforma impositiva debe además proporcionar más equidad al sistema económico y crear nuevos puestos de trabajo, y la galopante corrupción será perseguida sin cuartel, según Simeón II.
El antiguo monarca, que pasó las últimas tres décadas como empresario en España, reforzó la apuesta anunciando "un cambio moral". "La clase política debe renunciar a su poder en favor de la sociedad civil", asegura su asesor Emil Koschlukow.
Las principales figuras en la gestión gubernamental de Simeón son búlgaros que hasta hace poco trabajaban en el extranjero. Se trata de asesores de bancos en Bruselas, Londres o París. "El rey le dio una oportunidad a la generación de 35 años", se emociona Koschlukow.
La irrupción de Simeón ha revolucionado la escena política de Bulgaria. La polarización entre comunistas y antocomunistas, que se alternaron en el gobierno desde la caída de la Unión Soviética, ya no es el eje de la discusión.
Los encuestadores descubren con sorpresa que los simpatizantes del ex rey pertenecen a todas las edades y profesiones. Los une la profunda decepción hacia la clase política tradicional, y ven en Simeón la única esperanza de futuro para Bulgaria.
Sin embargo, el papel del ex monarca de 64 años en el futuro gobierno es aún incierto. Podría asumir la jefatura de gobierno, señalan algunos de sus asesores. Pero sus críticos lo acusan de querer reimplantar la monarquía, para lo que requeriría de dos tercios del Parlamento.
El propio Simeón se muestra ambivalente en este tema. "Tenemos cosas más importantes que hacer", es su respuesta ante las preguntas sobre la posibilidad de un cambio de régimen.
"El 18 de junio, Bulgaria despertará fuera de los Balcanes", adelantan los consejeros de Simeón. Pero los problemas de Bulgaria no podrán resolverse tan pronto. Nada garantiza que los proyectos legislativos del ex rey se aprueben en tiempo récord ni que los inversores propicien una inmediata mejora en la situación económica.
La heterogeneidad de los diputados del movimiento de Simeón es una dificultad adicional. "El rey es lo que nos une", coinciden. Pero su obediencia a lo largo de la futura administración hacia Simeón no está de ninguna manera asegurada.
El Movimiento Nacional del ex rey de Bulgaria Simeón II obtuvo una amplia victoria pero no consiguió la mayoría absoluta en las elecciones parlamentarias del domingo, según los últimos datos que se disponen.La Comisión Electoral informó ayer de que, tras el recuento de los votos de búlgaros residentes en Turquía, el Movimiento Nacional obtuvo 120 de los 240 escaños del Parlamento, uno menos de los necesarios para gozar de mayoría absoluta. (DPA, EFE)

Los cambios devuelven a los búlgaros un espejismo de bienestar

SOFÍA-Simeón II, flamante ganador de las elecciones legislativas búlgaras, se enfrenta ahora a las expectativas de un pueblo muy castigado en una década de democracia por las políticas de ajuste, que le han hecho perder gran parte del poder material garantizado por el anterior régimen comunista.
"Recuerdo la tranquilidad, la seguridad material, la salud pública gratuita, la enseñanza pública de alto nivel", apunta Anastasia, una joven de 26 años que trabaja como física en un laboratorio por 100 marcos ( 50 dólares) mensuales.
El periódico "Trud", poco sospechoso de simpatías comunistas, publicó durante semanas unas terribles estadísticas en las que aparece con crudeza el colapso de una economía en todos los sectores de producción en los que era exportadora: frutas, tabaco, máquinas herramientas, ordenadores, maquinaria agrícola... La rúbrica se titulaba "In memoriam".
"La tranquilidad la proporcionaba el saber que los rusos siempre estaban ahí detrás, y si un cargamento de albaricoques se pudría, bueno, siempre se lo podíamos vender a los rusos", recuerda con ironía un periodista local.
Por otra parte, la represión fue en Bulgaria menor intensa que en otros países soviéticos, y además los rusos nunca fueron vistos por los búlgaros como tiranos, porque históricamente fueron sus liberadores contra el yugo turco.
El sociólogo Ivan Velev dijo que los búlgaros acogieron la democracia en 1990 dispuestos a cambiar los valores ideológicos del socialismo, pero sin perder el bienestar ni los logros sociales. A cambio, vieron que lo primero que perdían eran lo más básico de la escala de valores: alimentación y seguridad. Vélev cree que lo más paradójico es que se exige ahora a los búlgaros una adhesión a valores occidentales como antes se les pedía a los soviéticos, pero el búlgaro ve que Europa no garantiza el bienestar como entonces lo garantizaba Rusia.
Desde la inflación de tres dígitos padecida en 1996 y 97, años en los que no eran raros los asaltos a las panaderías, Bulgaria ha pactado un duro plan de ajuste que ha estabilizado las cifras macroeconómicas pero ha empobrecido duramente las economías domésticas.
A esta Bulgaria se deberá enfrentar el ex monarca Simeón, que ahora vuelve al poder de la mano de las urnas. (EFE)

   
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