Verani pide bajar la polémica por la re-reelección

De regreso a Viedma, dijo que lo que importa a la Alianza desde lo electoral es el 2001 y no el 2003. Sostiene que son serias las opiniones de quienes dicen que no puede haber habilitación.

Mendioroz vio que la pradera se ponía roja y ordenó "silencio"

Primero se alertó. Fue en las últimas horas de la noche del jueves.
Luego reflexionó.
Y a posteriori tomó el teléfono y en menos de diez minutos mantuvo cuatro comunicaciones con otros tantos hombres de su su staff político de mayor confianza. La orden fue una:
- Silencio. Reitero, silencio. En este tema, somos el silencio. Que nadie abra la boca. No nos expongamos. Si alguno de los nuestros dijo algo, bueno, ya está. Ahora, boca cerrada -dijo Bautista Mendioroz y se fue a dormir.
¿Qué había sucedido? Que en el marco de la polémica que sacude al mapa político rionegrino sobre si Mendioroz está o no habilitado para candidatearse a gobernador, él no quería que su sector -la lista Blanca- se enfrascara en entreveros dialécticos sobre un tema que está en manos de la Justicia.
Mendioroz tomó la decisión mirando al Frente Grande, liderado por el intendente de Cipolletti Julio Arriaga y anotado en la carrera para el 2003.
Como se sabe, el Frente Grande sostiene que en función de lo expresado por la Constitución de Río Negro, Mendioroz no está habilitado para ser candidato a gobernador de la provincia. Este punto de vista fue fijado por el partido ante la Cámara Electoral, que tiene que definir sobre si cabe o no la habilitación.
Pero el jueves, dos de los más influyentes colaboradores de Arriaga -Alberto Weretilneck, presidente del Frente, y Hugo Frare, candidato a concejal-, le pusieron calor al tema al comparar la situación procesal por la que atraviesa Carlos Menem con lo que les podía suceder en la provincia a quienes convaliden la candidatura de Mendioroz.
Desde distintos planos del radicalismo se reaccionó con dureza ante la asimilación. Mendiroz se alertó. Sobre el filo de la media tarde tenía su escritorio cubierto de promesas de los correligionarios de salir a enfrentar al arriaguismo con fuego y furia.
Pero llegó a la conclusión de que desenterrar el hacha de guerra lo ponía en camino de responder a advertencias y amenazas que, en su consideración, son más producto de excesos que de una reflexión criteriosa.
Entonces, ordenó silencio.
Pero claro, hubo a quienes no les podía solicitar callar. Todo debido a la jerarquía que ocupan en la orgánica de la UCR. Ese es el caso del vicepresidente del partido, el diputado nacional Jorge Pascual.
- Hay mucha soberbia en la conducción del Frente Grande. Amenazan con el Código Penal a la Cámara Electoral ante la posibilidad de que no falle como ellos pretenden. Todo es producto de la cultura del arrebato con que se mueve esa conducción para hacer política, como lo demostraron cuando llegaron al frente con 6.000 fichas de afiliados que nadie sabe cómo se hicieron -dijo Pascual ayer.
Luego, silencio.