Miércoles 6 de junio de 2001

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Hoy declara Balza y los menemistas cierran filas en defensa de Menem

 

En el gobierno se festejan con recato los problemas de Menem

 
  Buenos Aires (ABA).- En el Gobierno fluctúan entre el temor y la alegría. El anticipo de la citación a Carlos Menem a declaración indagatoria en la causa de las armas, y la probabilidad de que quede detenido, provocó mucho alboroto en la Casa Rosada. Apenas corrió la noticia, los funcionarios de la primera línea comenzaron a circular por la exclusiva "zona presidencial", el ala este de la Casa de Gobierno. Fernando de la Rúa fue el primero en enterarse; su hermano Jorge, ministro de Justicia, lo llamó por el teléfono punto a punto para avisarle. De inmediato, fueron advertidos Nicolás Gallo (Secretario General de la Presidencia), Leonardo Aiello (secretario privado del Presidente) y Juan Pablo Baylac (flamante vocero); los tres estaban en ese momento en la sala continua al despacho presidencial. Baylac era el más feliz: "Cuando más se fije la prensa en los problemas de Menem menos se enfocarán en nuestro problemas", analiza el ahora diputado "licenciado". De la Rúa era, tal su costumbre, más recatado: temía que la eventual detención de su antecesor le creara otro frente de tormenta.
El Presidente demoró unos minutos el debate para hacer un par de llamados. El primero, aunque parezca extraño, fue para Raúl Alfonsín, cada vez más crítico con el Gobierno. "A pesar de las diferencias, ellos mantienen una excelente relación, muy humana", explicó Lautaro García Batallán, viceministro del Interior. Hay quienes suponen que el llamado de De la Rúa tenía por objetivo, más que para ponerlo en autos al jefe partidario, usarlo como intermediario. Arnoldo Kleiner, el operador alfonsinista en la Justicia, tiene acceso directo a la información proveniente de la rebelde Cámara que ordena los pasos que da el Juez Jorge Urso, a cargo de la causa Armas. Alfonsín prometió llamar ni bien tenga alguna versión sobre el futuro de Menem; De la Rúa quería saber si la intención de Urso era dejarlo detenido.
Mientras tanto, en la planta baja de la Casa Rosada, también comenzaban los movimientos. La secretaria de Ramón Mestre, ministro del Interior, interrumpió la entrevista que su jefe mantenía con el titular de Carrefour Argentina para avisarle de las novedades. El ministro se disculpó con su invitado y acortó el encuentro: "El Presidente me necesita urgente". De inmediato, marcó el número del celular de Carlos Corach, quien ya sabía de la citación; Mestre le prometió al senador acercarle toda la información que llegara a sus oídos.
En la oficina de al lado, García Batallán conversaba telefónicamente con Rafael Bielsa, titular de la SIGEN y uno de los hombres con mejores contactos en la Justicia. "¿Qué sabés de la citación?", cuestionó el viceministro; Bielsa le contó que, hasta donde él sabía, Urso adelantó el llamado a declaración porque temía que Menem no volviera de su "viaje mielero" a Siria antes del 13 de julio, fecha original de la convocatoria judicial, y el juez temía que el costo político por el "faltazo" lo tuviera que pagar él mismo.
García Batallán corrió al despacho presidencial a contar la versión. Arriba, ya estaban reunidos varios funcionarios, y Jorge de la Rúa daba las explicaciones del caso. El sorpresivo anticipo de Urso tenía el respaldo de la Cámara Federal. Y contó que Urso no determinará la detención de Menem mañana jueves, en la primera declaración; pero que sí resolvería la situación del ex jefe del Ejército, Martín Balza, y de los ex ministros Erman González y Guido Di Tella en el plazo de los diez días hábiles posteriores a la citación.
"¿Puede quedar detenido?", preguntó el Presidente. El ministro de Justicia habría respondido: "Es muy probable". Según su versión, el juez Urso y la Cámara habían salvado algunas diferencias con respecto a los procedimientos en la causa. Un allegado a la Cámara contó que los tres camaristas estaban resueltos a ir a fondo. "Si lo quieren salvar a Menem, que lleven el caso a la Corte", sería la opinión compartida de los tres superiores de Urso.
De la Rúa seguía temeroso. "Al Presidente no le gusta el descontrol", decía un funcionario que estuvo en la reunión improvisada del lunes. Muchos de sus principales colaboradores, en cambio, estaban felices. "Nadie puede negar que la Justicia, al menos estos jueces, son independientes. Y si Menem va preso, no es culpa nuestra", dice Mestre.
El listado de "beneficios" que hacían los funcionarios por el arresto de Menem que hacían los funcionarios era más largo que el listado de "complicaciones": crea conflictos enormes en la oposición, pone el foco de la opinión pública sobre Menem, mejora las condiciones de negociación con los senadores menemistas, y le crea problemas al PJ, a cuatro meses de las elecciones

Gonzalo Alvarez Guerrero

   
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