Domingo 3 de junio de 2001

 

De príncipe asesino a rey moribundo

 

La muerte de la familia real sacude a Nepal, mientras crece la confusión en el poder

  KATMANDU (ANSA) - El múltiple asesino de la familia real nepalesa, el príncipe heredero Dipendra -moribundo, en coma e internado en un hospital militar por un intento de suicidio tras perpetrar la masacre- fue designado ayer, paradójicamente, rey de su país.
La insólita situación se produjo en medio de una descomunal confusión política, social e institucional que sacude a Nepal, un paupérrimo país de Asia del Sur que ayer ganó los titulares de todos los diarios a raíz del magnicidio del rey, la reina y al menos otros seis miembros de la realeza vernácula.
Dipendra, de 29 años, mató a prácticamente toda su familia en un rapto de ira porque su madre, la reina, se oponía a su noviazgo con una joven plebeya con la que aparentemente se casó en secreto. El viernes, a la hora de la cena, Dipendra ingresó a los salones del Palacio Real y abrió fuego con un arma semiautomática, con la que mató a sus padres, otros integrantes de la familia e intentó suicidarse.
Pero pese a que en un primer momento se lo dio por muerto, fuentes oficiales confirmaron ayer que sobrevivió a la herida que él mismo se provocó, pero permanece con la vida pendiendo de un hilo en un hospital militar.
El parricida Dipendra fue declarado clínicamente muerto por los médicos que lo atienden. Debido a la sucesión hereditaria del trono, Dipendra es hoy el rey de Nepal, pero imposibilitado como está para desempeñar esa función y, más aún, atento a que si se produjera el milagro de su recuperación será juzgado por homicidio múltiple, la regencia del trono quedó en manos de uno de sus tíos.
El primer ministro nepalés, Girija Prasad Koirala, dijo que la masacre perpetrada por el príncipe Dipendra fue "una noticia conmocionante".
Koirala, única autoridad que emerge claramente en el caótico escenario nepalés, asistió a los funerales del rey Birendra, de la reina Aishwarya, de su hijo menor el príncipe Nirajan, su hija la princesa shruti y una de las primas del rey, la princesa Jayanti Shah. Koirala fue uno de los cientos de miles de nepaleses que salieron a las calles para acompañar el cortejo fúnebre hasta un cementerio local, donde los cuerpos fueron cremados.
Tal como lo establece el ritual hindú -religión de los reyes y del 90 por ciento de los nepaleses- fueron quemados en piras levantadas a las márgenes del río sagrado Bagmati, en cercanías del templo de Pashupatinath, considerado el centro de la devoción del reino y ubicado en un suburbio de Katmandú.
Entre los muertos figuran también dos hermanas del rey y el marido de una de ellas, pero no así el homicida múltiple Dipendra, quien según las mismas fuentes oficiales sobrevivió a un intento de suicidio y permanece internado en coma y estado gravísivo en un hospital militar.
"Las verdaderas circunstancias en que se desarrolló la masacre serán conocidas pronto", prometió Koirala, en una respuesta de compromiso con la que buscó eludir las respuestas a las preguntas que se formulan todos los nepaleses.
El Gobierno semiparlamentario decretó cinco días de luto nacional. La comunidad internacional hizo llegar ayer sus mensajes de condolencia al pueblo nepalés: entre los pésames figuran los de los gobierno de países vecinos como Bangladesh y Sri Lanka, la familia real británica, el presidente estadounidense George Bush e, incluso, el Papa Juan Pablo II.
   
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