Viernes 22 de junio de 2001

 

Sara Ibáñez dijo que no recuerda cómo ocurrió la masacre

 

La mujer está acusada de matar a su esposo y a sus dos hijos. Después quedó encerrada con los cuerpos más de dos días. La encontraron horas antes de la Navidad del "99. El hecho sacudió a Cutral Co. Ayer se revivieron sus detalles, en la primera audiencia del juicio oral. Exhibieron estremecedoras imágenes del escenario del crimen.

  CUTRAL CO (ACC y AN)- "No recuerdo nada. Estoy muy dolida". Sara del Pilar Ibáñez pronunció las dos frases en voz muy baja, durante un fugaz contacto con la prensa. Ante los jueces, en cambio, prefirió no decir nada. Ayer empezaron a juzgarla porque según la fiscalía, dos días antes de la Navidad de 1999 degolló y baleó a su esposo y a sus dos hijos; después trató de simular un ataque provocándose una profunda herida en el cuello.
La masacre no tiene un móvil claro. Pero todavía estremece por sus detalles a esta comunidad, y el medio centenar de personas que asistió a la audiencia de ayer en el segundo piso de la cooperativa Copelco tomó dimensión del horror cuando proyectaron un video filmado en la vivienda de Ibáñez apenas descubierto el crimen. La mujer salió de la sala llorando porque no soportó ver los cadáveres de quienes eran su esposo, Fabián Blanco (29 años), y de sus hijos Ulises (2) y Magalí (5), cubiertos de sangre.
Ibáñez, de 36 años, está acusada de asesinar a su familia hacia las 3.30 de la mañana del 22 de diciembre de 1999. Después permaneció más de 48 horas junto a los cadáveres hasta que el 24 al mediodía, un amigo que fue a visitarla a su casa en el barrio cercano al aeropuerto descubrió la masacre.
La fiscalía la acusa de matar a su familia con un cuchillo de grandes dimensiones y un revólver calibre 22. Aunque no está claro el móvil, la señala como única autora. Para la defensa, en cambio, pudo haber actuado otra persona
El juicio está a cargo de la Cámara de Zapala, integrada por Víctor Martínez (presidente), Enrique Modina y Oscar Rodeiro. El fiscal es Ladislao Simon y la defensa la ejerce Eves Tejeda.
En la audiencia de ayer la imputada se negó a declarar, un derecho que la asiste. Sólo dio algunos de sus datos personales: nació en Chos Malal hace 36 años y estudió hasta cuarto año de secundario. Estaba muy pálida, bien vestida y con un pañuelo en el cuello. Por eso no pudo verse la cicatriz que le dejó su herida en el cuello, que le llegó hasta la tráquea.
Ayer declararon 12 testigos, la mayoría peritos policiales y médicos. El debate se reanudará el 3 de julio, cuando se evaluarán los resultados de más pericias y se escucharán los alegatos. Es casi seguro que el fiscal pedirá que condenen a Ibáñez a prisión perpetua.

El horror tras la puerta

Fue un ex cuñado de Ibáñez, Orlando Montecino, el que descubrió el horror. El 24 de diciembre al mediodía fue hasta la vivienda del barrio Aeropuerto a degollar un chivo con el que pensaba festejar la Navidad, pero encontró la puerta cerrada.
Ayer relató a los jueces que estaba a punto de irse cuando vio que una cortina se movía. Ingresó entonces por una puerta posterior, encendió la luz y encontró a Sara Ibáñez tendida en un sillón con un profundo corte en el cuello. La mujer no podía hablar, sólo gemía y señalaba hacia los dormitorios. Había un olor nauseabundo en la vivienda.
Montecino salió corriendo, regresó a su auto y fue a toda velocidad hacia el hospital. Regresó seguido de una ambulancia en la que iba la enfermera Raquel Mella, otra de las testigos que declararon ayer.
"La señora se tapaba la herida del cuello con un trapo, y me dijo "mi marido me mató a los chicos"", relató la enfermera al Tribunal. Recién entonces imaginaron que podía haber más víctimas en la casa, y empezaron a recorrer los dormitorios.
"Estaba todo a oscuras -agregó Mella- y caminando, tropecé con algo que había en el piso. El médico encendió la luz y ahí descubrimos el cadáver de un hombre, boca arriba". Era Fabián Blanco.
La enfermera siguió buscando "porque quería encontrar a las criaturas". Las halló instantes después, entre el desorden de la ropa de una camita individual y de una cuna. Entonces salió del dormitorio espantada: "esto es un horror, llamen a la policía".
Sara Ibáñez escuchó el relato llorando, igual que los familiares de Blanco que estaban entre el público.
La enfermera aportó un dato que fue cuidadosamente anotado por la fiscalía: dijo que la mujer "no estaba desesperada, histérica o nerviosa". Mella la acompañó hasta el quirófano; después "me senté en una oficina porque no daba más".

Dolor en los padres de Fabián Blanco

CUTRAL CO (ACC y AN).- Los padres de Fabián Blanco y todos sus hermanos no pudieron disimular el dolor en sus rostros y tampoco lograron contener el llanto, cuando escucharon por boca de los médicos de qué manera fueron asesinados su hijo y sus nietos. Ayer repitieron que esperan "que se haga justicia".
Carmelina Lagos y Celino Blanco -los padres de Fabián- esperaron en el hall de la cooperativa Copelco a que entrara la imputada y recién después se acomodaron en las sillas ubicadas en la mitad posterior de la sala.
No hizo falta que hablaran para advertir el dolor reflejado en sus rostros. La crudeza de los testimonios escuchados ayer les hicieron revivir y conocer más detalles de lo que hasta ese momento había sido un misterio para ellos.
Todos los hermanos y cuñados del hombre que fue asesinado en la llamada masacre del aeropuerto participaron ayer de la audiencia y siguieron atentos los pormenores.
La más afectada fue la madre de Blanco, quien rompió en llanto cuando los miembros de la Cámara dispusieron la proyección del video tomado por los peritos ni bien se conoció la tragedia. Había también primos de Blanco y a pesar de la cercanía con los familiares de Sara Ibáñez, no cruzaron una sola palabra entre ellos. Sólo una joven amagó decirle algo a la imputada, pero se contuvo.
"Tiene que haber pruebas de esto y confío en que se va a hacer justicia", alcanzó a decir Carmelino Blanco ayer. Su esposa, en cambio, casi no pudo hablar envuelta en congoja. Fueron los primeros en retirarse cuando se anunció que la audiencia se reanudaría el próximo 3 de julio.

Foto: Acaso no esperaba tantos periodistas. Cuando los vio, Sara Ibáñez empezó a llorar.

   
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