Jueves 21 de junio de 2001

 

Dicen que "una jauría" pasó bajo los olivillos y no detectó los cuerpos

 
  CIPOLLETTI (AC)- "Una jauría pasó el lunes por el lugar en el cual después aparecieron los cuerpos", exageró ayer el defensor de Kielmasz, Alberto Cariatore, quien adhiere a la hipótesis de que los cadáveres fueron "plantados" bajo los olivillos.
Para los defensores en general, es válido un fragmento de las conclusiones de los forenses de la Corte Suprema: justo el que señala que las chicas murieron entre las 7 y las 19 del lunes. Resulta difícil compatibilizar esos horarios con otro tramo de la opinión de los mismos médicos: que las víctimas fueron asesinadas bajo los olivillos. "¿Cómo nadie vio a los criminales, si para esa hora todo Cipolletti buscaba a María Emilia, Paula y Verónica?", preguntó la acusación sin obtener respuesta.
La jauría de Cariatore está compuesta en realidad por solamente dos perros dogo que según dijo el defensor pasaron dos veces bajo los olivillos, y por eso los contabilizó como si fueran cuatro. Le agregó otros dos dogo cuyo dueño nunca fue ubicado y por eso no se sabe con certeza si pasaron o no por el lugar; más los animales de un grupo de chicos que también recorrieron el sector y una perra que, según aclaró su amo, jamás bajó a los olivillos.
Los dogo que supuestamente anduvieron husmeando por allí son los de Elsa Ramos de Cristaldi y su hijo. La mujer recordó recién en el debate que el lunes 10 de noviembre del 97 a la tarde sus animales pasaron bajo los olivillos. Su hijo, en tanto, señaló que recorrieron la zona pero a unos diez o quince metros de donde estaban sepultados los cuerpos. Un experto dijo que estos perros podrían haber olfateado un cuerpo "en descomposición" a menos de siete metros de distancia.
Pero la "jauría" de Cariatore no habría estado tan lejos ya que de acuerdo con su particular interpretación, hasta llegaron a caminar sobre el sitio donde estaban los cuerpos.
Los otros dos dogo que supuestamente anduvieron por la zona el lunes son de una persona que se cruzó con el testigo Dante Caballero, y jamás pudo ser localizada. Hubo además chicos que estuvieron en el sector con perros, pero no se los citó para pedirles precisiones. Y la perra que nunca bajó a los olivillos pertenece al testigo Alejandro Stillger, quien aclaró expresamente que él trotó por las vías y no permitió que se alejara de su lado.
   
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