Sábado 30 de junio de 2001

 

Hoy sale el "Gran Hermano"

 

La versión argentina tendrá su ganador. Preparan su continuación

  Los 26 puntos de rating que el "Gran Hermano" obtuvo durante más de cien días en estas épocas de vacas flacas para los canales de tevé lo dicen todo .
A pesar de las polémicas que el reality show despertó en la sociedad argentina los directivos de Telefé están más que contentos con el resultado y según su gerente de programación Claudio Villarruel "sabía que iba a generar mucho conflicto y debate en la sociedad, que esperábamos que fuera crítica, porque uno de los fenómenos para que se genere un éxito es que genere polémica", evaluó pragmático.
Polémicas y cotilleos que continuarán por más que hoy llegue a su fin esta primer edición del "Gran Hermano" en la Argentina de la que surgirá un triunfador a partir de los llamados del público que, hasta hoy, podrá votar por uno de los cuatro finalistas a 3 pesos más IVA el minuto.
Cuatro son los que quedaron en la "casa", laberinto de laboratorio en la que cual ratones de pruebas los participantes fueron observados por millones de personas. Millones que durante estos últimos meses opinaron sobre sus actitudes y formas de pensar, aunque no haya sido demasiado interesante lo que estos muchachos hayan demostrado en esta experiencia.
Casi como en una telenovela, gracias a la edición que tuvo como cerebro entre bambalinas al guionista Sergio Vaimann, el ganador se dirimirá en una compulsa entre "buenos" y malos", con algún pequeño gris intermedio.
Hasta ayer el sitio de Internet correspondiente a "Gran Hermano" destacaba que Marcelo, el muchacho huérfano que cuidó a sus tres hermanas y a quienes los analistas coinciden en señalar como el "moralista" del grupo, es el preferido del público a la hora de definir al ganador, con el 75 por ciento de los votos. En segundo lugar, para aspirar a los 200.000 dólares de premio figura el autodefinido bisexual Gastón, con el 10 por ciento, mientras que la stripteasera Tamara va en tercer puesto con un 9 por ciento y la azafata Daniela capta sólo la simpatía del 6 por ciento de los cibernautas.
Tamara era señalada, semanas atrás, como candidata firme a alzarse con el premio, pero la difusión de videos en la que se ve a "la India" bailando semidesnuda en un boliche porteño y la presencia de su padre en numerosos ciclos televisivos para defender a la chica de quienes la cuestionaban parecen haberla perjudicado en cuanto a la consideración popular.
Aunque en principio se anunció que un primer expulsado del grupo final dejaría la casa el miércoles pasado, la producción determinó luego que los cuatro permanecieran hasta el final, al parecer ante la posibilidad de que un egreso solitario de Gastón quedara enmarcado en un repudio popular al joven a quien el padre de Tamara tildó de "anticristo" y al que su estrategia durante el juego también lo enfrentará al disgusto de sus compañeros que se sintieron traicionados por la forma de actual del más chico del grupo al ver sus manejos una vez que abandonaron la casa.
Esta noche, Soledad Silveyra no dirá el habitual "estás nominado" que ya se convirtió en una latiguillo de los adolescentes. Hoy despedirá de a uno a los participantes, hasta que por último salga el ganador y el juego termine, aunque esto no apague las polémicas sobre el género en la sociedad y sea un final a medias ya que sus ecos se debatirán en varios programas antes de que en julio comience el "Gran Hermano 2". (AR/Infosic/Télam).

La maldición del "Big Brother"

La fragua de "Gran Hermano" transformó en cenizas a más de un "intachable" que se arrimó a su casa, por empezar Soledad Silveyra, emparentada ahora con el género negador de los artistas profesionales de ficción como ella.
Suya fue la arenga "Dejen en paz a Tamara". ¿La "gran hermana" Solita se refería acaso a una líder opositora encarcelada por un régimen dictatorial? Nada de eso. La Tamara en cuestión era la rubia bailarina de un boliche de cuyas dudosas artes eróticas se exhibieron videos en los canales de la competencia.
La maldición de "Big Brother" también castigó a Juan Alberto Badía, moderador de "El Debate", quien forzando al máximo ese rol, preguntó a cada uno de los eliminados "¿te imaginabas que todo esto se iba a analizar desde la filosofía, la psicología y la sociología?" Y no. Nunca se hubieran imaginado. (Télam).

No nos une el amor, sino el espanto

La convivencia con el enemigo por la ambición de un premio de 200 mil pesos es el dato tácito que definió durante más de 100 días el vínculo entre 12 participantes de "Gran Hermano", caracterizado según Ana Quiroga, directora de la Primer Escuela de Psicología Social Enrique Pichón Riviere, por "la perversión en las relaciones interpersonales".
"Existe un gran nivel de perversión, pero no en las fantasías eróticas que hicieron que muchos jóvenes estuvieran colgados de Internet para ver si había relaciones sexuales, sino en que luego de las reuniones de nominación no hay un procesamiento que permita la reparación de esa situación en las relaciones interpersonales. El fenómeno de la exclusión es un telón de fondo, es una escena muda pero profundamente operante", opinó Quiroga.
A Quiroga también le parece perverso "ir a sentarse al sillón frente a cámara a hacer la evaluación del otro" porque no le da réplica, así como "la participación del público, que es como que mirara por la ventana de tu casa y opinara que alguno de tu familia se tiene que ir porque es motivo de conflicto. El conflicto no es visto como algo para ser resuelto, sino que su resolución debe ser la supresión del otro, concepción que va a contrapelo hasta del fenómeno de la mediación en el ámbito de la justicia".
"Si los que están en 'Gran Hermano' fueran robots, se cumpliría la consigna un 100 por ciento. Lo tremendo es que son personas que tienen una cuota grande de sufrimiento y temor al otro, y de culpa en todo ese proceso. ¿Qué posibilidad tiene esa persona -con el pánico de ser expulsada- de ser auténtica en la modificación de su conducta, que además no es lo que se busca?".
Entonces se empiezan a establecer en las relaciones estereotipos y tendencias exacerbadas por la edición televisiva del material, y a rigidizar los roles en vez de movilizarlos y permitir el cambio. "Esto trabaja -según Quiroga- sobre el nivel de escepticismo acerca de la posibilidad de cambio y de su objetiva imposibilidad, a la que aporta la situación contra reloj y de amenaza: un horizonte social en el que se expresa una sensación de impotencia por modificar lo dado". (Télam).
   
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