Lo cómico y lo absurdo cuestionan el poder
"Yvonne, princesa de Borgoña" es una pieza dirigida por Marcela Cánepa y Cecilia Arcucci que se estrena hoy a las 21 en la sala Conrado Villegas de Neuquén. La obra, basada en un texto del polaco Witold Gombrowicz, conjuga elementos absurdos y cómicos y sitúa al espectador en un reino determinado en el que Yvonne, una mujer fea y torpe, poco a poco va cuestionando las estructuras del poder. Una propuesta hecha a pulmón y con ganas.
Las funciones son hoy y mañana y el 7 de julio a las 21 en la sala Conrado Villegas (Irigoyen 138) y la entrada cuesta cinco pesos.
Ideada como una puesta en escena más que ambiciosa, la obra es para sus directoras "más que el resultado del taller, el producto del trabajo de investigación y aprendizaje con un texto de Witold Gombrowicz, un polaco que la escribió en el "35 en Polonia".
Seguras de que se trata de una propuesta novedosa y fresca en las tablas neuquinas, las actrices resaltaron que tiene "una cosa muy nueva como dramaturgia, dentro de una comedia, con mucho texto, muchos personajes en escena, lo cual para nosotras, es un desafío, un sueño".
"Esta comedia, está planteada en cuatro actos, al más puro estilo clásico, el lenguaje es hasta arcaico porque se usa el usted, y eso conjuga con cosas como: "pero la p... madre", dichas tal cual están en el texto", describió Cánepa.
A modo de introducción para los potenciales espectadores, ambas confiaron que "lo que caracteriza a este autor es la ruptura de la forma, es decir que establece formas y las rompe, ese es el planteo que hace: por ejemplo uno está en un lenguaje medieval donde hay una especie de cuestión del voz, del usted y de golpe aparecen frases en inglés...".
La anécdota principal trata de un reino ubicado en un lugar indefinido en el que hay una categoría del poder desde lo que sería el máximo, hasta sus acólitos y "en ese reino irrumpe un personaje totalmente carente de ideología, pero de pueblo, que es Yvonne, quien no habla y es torpe y fea pero poco a poco logra que vayan cayendo las máscaras y se vayan rompiendo las estructuras del poder".
Con muchas lecturas posibles, la pieza es para las actrices "una obra muy clara, no hermética, porque es un clásico y entonces no hay hermetismo y es tan entendible que casi linda con obviedades".
La particular profundidad que ofrecen los textos fue uno de los principales desafíos para las directoras. "Con todo lo que está pasando de la danza teatro y todo lo que trae la dramaturgia moderna, la palabra se ha perdido y acá como dificultad está que son textos muy difíciles de sostener", explicó Cánepa.
Siempre fieles a su perfil de autogestión, al referirse al proyecto que encararon con sus alumnos, ambas contaron que "estamos muy cansadas de que toda la gente salga de los talleres y luego una vez que se terminan, se terminó la posibilidad y la historia es darles un sentido con el público y ver desde qué lado cooperativo, grupal, independiente, comprometido con lo que es Neuquén cultural en este momento" se pueden generar posibilidades.
Para hablar de las dificultades de gestionar los trabajos en forma independiente, Arcucci resaltó que "es muy difícil gestar un trabajo sin ningún tipo de aporte, sin el Instituto Nacional de Teatro, sin la municipalidad, sin Cultura, sin nada más que un grupo tan numeroso. Y más hacerlo en una obra aglutinante con tantísima gente, sin que nadie gane un mango ni reciba nada".
Las dos resaltaron que "a pesar de que siempre hay que pagar un montón de plata como derechos de autor, gracias a Argentores esto lo hacemos como muestra y no tenemos que pagar".
Entusiasmadas con la obra de Gombrowicz, aseguraron que se trata de "un autor muy reconocido, y casi desconocido en Europa, pero que escribió cosas impresionantes".
Satisfechas con esta cruzada personal, confiaron que "las cosas se van haciendo en la medida en que se puede y es un grupo de gente que se juntó. Unos venían trabajando con nosotros hace dos años, otros que nada y todo se hizo fruto de una labor docente".
Arcucci insistió en señalar que "hoy en día es muy difícil que se conforme un grupo de tanta gente con un objetivo en común sin ningún tipo de recurso más que las propias ganas y además adherir a un sueño nuestro que era montar un clásico como es Gombrowicz, ambicioso no en el resultado, sino en el simple deseo de poder llevarla a cabo".
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