Sábado 2 de junio de 2001 | ||
El hombre solo que hace estallar la carcajada |
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Luis Landriscina, el más conocido y más célebre contador de chistes del país se presenta en Roca. Hoy a las 22 contará ese increíble repertorio de anécdotas que caracteriza a sus shows, en la Sociedad Española de esta ciudad. |
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Nunca se sabe cuándo Luis Landriscina dice la verdad. En ocasiones parece que miente, pero la realidad, sobre todo la que él utiliza como materia prima de sus chistes, tiende a superar a la ficción. Incluso su familia ha dicho: "Mi padre era un hombre de armas llevar. Los padres y los hermanos de mi mamá hicieron lo imposible por separarlos. Hasta hubo balazos". Y ya podemos imaginarnos varios chistes al respecto. Landriscina utiliza el ritmo pausado, pero también un tipo de tensión que genera un silencio sacro mientras el relato cobra vida. Vestido con pulcritud, pero no sin cierta elegancia, con una pañuelo al cuello, el cuenta-chistes más famoso de la Argentina, embiste. Su figura está asociada, sin hipocresías, con el mundo del campo. Por eso no es extraño que se lo vea, por ejemplo, conduciendo un programa sobre el tema en el canal Rural. Así, sin efectos especiales, con muy pocos elementos escénicos logra la magia de la carcajada cada vez que se presenta. Aquí en la zona o en el Coliseo de Buenos Aires, el resultado es el mismo. Su recurso es más que la palabra, también el gesto, la expresión. "En lo que digo, en lo que cuento, hay siempre un mensaje subyacente, donde creo que se dejan entrever estos valores", le explicó hace un tiempo al periodista Héctor Lorenzo. Con este discurso, el hombre se ha erigido en plena posmodernidad -aunque algunos dicen que hasta esto ya pasó- en un defensor de las tradiciones. Ante todo habría que verlo como un representante del humor delicado, tierno y algo inocente. Lleva más de 35 años de trayectoria y una extensa lista de álbumes grabados. Ya lo tendremos en CD Rom, en DVD, contando historias que nacen de la tierra. En una oportunidad recordó para este diario: "Primero fui el gracioso del grado, después, el gracioso del barrio, más tarde, del pueblo y, finalmente, del Chaco. Digamos que mi fama arrancó allí". El creador de Don Verídico ha ido creciendo y esculpiendo un humor excepcional. Mientras David Copperfield levita y se cuelga del techo para generar un ¡oh!, mientras las bandas apuran los parlantes y los solistas los ballets, Landriscina, despierta la carcajada con el verbo y la mirada. Raro, acaso inexplicable pero efectivo. En cierta forma cuida nuestro propio deseo de inocencia. "Soy intuitivo más que premeditado y tengo como pauta de trabajo no tocar las cosas que son irritativas: fútbol, religión y política." Es su pausa la que el público hace suya. "Don Verídico" se permite decir una verdad a medias y nadie pretende discutirla. Tal vez, sólo tal vez, ocurrió lo que cuenta. Hoy a las 22 estará en la Sociedad Española de Roca. La chancha: la cumparsita de los chistes |
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