Domingo 20 de mayo de 2001

 

Luchan para que no se pierda el patio en las escuelas

 

"Cuando éramos chicos salíamos al patio y sabíamos a qué jugar y teníamos con quién jugar", sostiene Víctor Pavía, profesor y escritor que lucha para que las escuelas no sigan perdiendo patios para que los niños no pierdan la tradición del entretenimiento compartido en un espacio público. En este salir a rescatar espacios y costumbres perdidos, Pavía desempolvó aquellos ingeniosos juegos que trajeron los inmigrantes a la región.

  NEUQUEN (AN).- El profesor Víctor Pavía es un tipo grandote de manos inmensas que está muy preocupado porque las escuelas ya casi no tienen patios. El hombre de barba blanca y modos calmos sabe perfectamente que la reducción o ausencia de estos espacios dinamita buena parte de una de las principales incubadoras de cualquier relación humana. Pavía es un estudioso, y en tiempos del zápping y del enter, bucea en mares remotos y/o ausentes en búsqueda de los juegos que juegan los chicos cuando son más que solo uno frente a la pantalla o el monitor. Lo mismo intenta con los abuelos (inmigrantes casi todos) aunque éstos no jugaban porque había que "laburar". Sin embargo, de vez en cuando, tenían entretenimientos que se parecían demasiado a los juegos que busca Pavía.
El hombre, cordobés de Río Ceballos, es docente de la facultad de Ciencias de la Educación de la UNC y también del Instituto de Formación Docente 12 de Neuquén. Fue a partir de su trabajo en la UNC que en diciembre del año pasado presentó dos libros que tienen que ver con los juegos, una pasión y una obsesión para el hombre de 49 años que ya instaló su preocupación en Cuba y en España, adonde viajó anticipando los dos volúmenes de la saga Relatos de Juegos Infantiles.
"Señores, entren al patio" y "Voces y Escenarios" son los dos libros que Pavía coordinó con la colaboración de una verdadera legión de docentes y estudiantes, y que la editorial de la UNC (Educo) editó el año pasado.
"Los edificios escolares crecen en forma inversamente proporcional a los patios...Se hacen dos aulas y ese espacio se lo sacan al patio...Habrá excepciones, pero ocurre, lo mismo que la reducción de espacios públicos", dice Pavía en señal de alerta. Y enseguida da más pistas. Los chicos no cumplen con el clásico rito y la secuencia: la vereda, la cuadra, el baldío.
La búsqueda de Pavía le permitió, por ejemplo, desempolvar juegos que llegaron en los barcos, en la cabeza y el corazón inmigrantes franceses: El Osslet, un juego de destreza o habilidad manual en el que se utilizan cinco huesitos que se obtienen del tarso o garrón de un animal pequeño como el cordero. El hueso de este animal equivale al que en la Argentina se usa para jugar a la taba que al ser de un vacuno es mucho más grande. El Osslet tiene mucho parecido con el juego de la payana y preferentemente lo jugaban las niñas que, previo a la contienda, pintaban los cuatro huesos de un mismo color. Si bien se sabe de algunas variantes, básicamente, con una pieza en el aire, los jugadores ordenaban los huesitos que quedaban en la mesa (suelo o cualquier cosa que sirviera de base) respetando pautas esenciales.
El rescate del Osslet se registró gracias al aporte de una abuela de la zona de Valle Azul (Río Negro) que contó de ese juego a su nieta, una de las personas que colaboró con el estudio y con el libro. La historia de esa abuela también quedó volcada en el libro, como una historia de vida. Y así muchas otras pequeñas biografías que surgieron de una serie de entrevistas pautadas por el equipo de Pavía.
Hubo fascinación en entrevistadores y entrevistados. "Se dio que muchas chicas no sabían la historia de sus propios abuelos, y se dio que los abuelos sintieron emoción al darse cuenta de que su experiencia y sus vivencias eran importantes", explicó el profesor que, hace 26 años, ancló en Neuquén.
De Osslet francés, de un libro al otro, el juego se traslada al patio sin límite de una escuela del puente 83 -en el límite entre Cipolletti y Fernández Oro- donde los maestros rurales reconstruyen la jerga y el arte de "las bolitas". El "opi" (el hoyito), "la lechera (bolita blanca)", el "lanche" (pague la bolita), la "queña", "quema" o "queme" (impacto de bolita contra bolita) se exponen en un glosario que reivindica el juego sobre el que, hace unos años, Alejandro Dolina temió un complot para hacerlo desaparecer. Al rescate lúdico de los juegos de los abuelos, Pavía agrega un trofeo. Fue en la presentación de los libros, en diciembre en la aula magna de la UNC, cuando la abuela francesa de Valle Azul puso en sus manos los cuatro huesitos pintados a mano. Así y todo, Pavía repite que los juegos son algo secundario, un desprendimiento de las actividades humanas.

Calor y color del contacto recreativo

NEUQUEN (AN).- El gran tema de la saga que propone Víctor Pavía es la notable la disminución de las comunicaciones interpersonales que sufre la sociedad de nuestros días y una reivindicación explícita de la importancia que tienen los juegos infantiles. También, en forma paralela y entrelazando los dos volúmenes, se pone de manifiesto la necesidad de retomar el diálogo entre las distintas generaciones. Por caso, en "Voces y Escenarios" luego de pautar un trabajo con estudiantes de la facultad de Ciencias de la Educación, el docente se encontró con el problema de que muchos chicas o chicos dejaron la carrera y por ende proyecto. Por el calor y la importancia que los abuelos le habían dado al proyecto y sobre todo a las entrevistas, Pavía y su equipo decidieron volcarlos en el libro, más allá de que la pauta de trabajo no se había completado.
Por eso, como pequeñas historias, se registraron los testimonios que, en algunos casos, sintetizan toda una vida.
La obra en su conjunto no abandona las pautas pedagógicas y de investigación, más allá de que por momentos sea un producto literario cargado de imágenes de juegos olvidados, de otros apenas conocidos y de muchos que sobreviven con algunas variantes o adaptaciones.
"El cocodrilo", "La pelota", "El barrilete", "El Osslet, "La mancha", "El Gallito Ciego", "La bolita", "El tarrito de pintura", aparecen en las páginas de los volúmenes que cargan información recogida en escuelas rurales rionegrinas, ene otras urbanas y neuquinas y algunas que aparecieron empañadas en la memoria de los abuelos. Abrazado a su proyecto, Pavía trabaja ahora en la observación y el análisis de la previa de cada juego, de los "rodeos" que tiene cada actividad recreativa. La iniciativa, seguramente, se volcará en otro volumen.

   
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