La temporada invernal larga en la Expo Todo Esquí

Catedral, Chapelco, Cerro Bayo y La Hoya promocionarán su oferta invernal.Bariloche presentará el campeonato mundial juvenil a realizarse en el 2003.

Los colores otoñales cautivan a residentes y turistas en la cordillera

SAN MARTIN DE LOS ANDES (ASM).- Hace poco más de dos semanas, el otoño estuvo en su punto culminante en los colores de las hojas de las especies exóticas de la cordillera. Alamos, sorbus y frutales aportaron la diversidad de sus tonos al paisaje urbano. Y sus hojas empezaron a caer.
Pero ahora es el momento del bosque autóctono. Las laderas y los valles cubiertos de especies nativas impactan por la intensidad y la dinámica de los colores de su follaje. Los ñires aportan amarillos, rosados y sepias. Los robles incorporan acres y dorados. Los raulíes forman manchones rojos, entretanto, las lengas situadas en lo más alto de las montañas y en el límite de los pedreros marcan su territorio con un carmín intenso y con tonos violáceos.
Todo este espectáculo es dinámico, puesto que los colores van variando conforme con el avance del proceso que las heladas o las lluvias producen en las masas de bosque.
Entretanto, los cipreces, los cóihues y los maitenes se mantienen con sus inalterables tonos verdes, ya que las hojas de estas especies son perennnes.
La ladera del cerro Curruhuinca, que cierra el casco urbano sanmartinense por el oeste, es el escenario que sorprende a residentes y turistas, porque allí se verifican todos los tonos del otoño en el bosque nativo. Este cerro es el límite oriental de los robles pellín y de los raulíes, y estas especies,- exclusivas del Parque Nacional Lanín-, aportan los colores más vibrantes al otoño local.
En Chapelco los bosques están rojos en las cotas de la base y van tendiendo hacia los tonos carmín y violeta a medida que se ubican en las cotas más altas.En los valles cubiertos de ñires, la vista se tiende por los tonos más diversos de rosados, anaranjados y amarillos. Los ñirantales de la cabecera occidental del lago Meliquina, a 27 kilómetros de esta ciudad, son uno de los mejores ejemplos.
Este es uno de los puntos en los que está culminando la brama de los ciervos coloreados. Los machos ya se están retirando hacia lo alto de las montañas.
Todo este espectáculo natural que propone el otoño en el follaje de los bosques nativos va a mantenerse en su máxima intensidad hasta que lleguen los fuertes vientos que se lleven las hojas. Será en momento en el que el blanco del invierno reemplace a la intensidad cromática del otoño en la cordillera.