Viernes 4 de mayo de 2001

 

Una boa es el nuevo huésped de la reserva Luán

 

Un camionero se la traía al comprador, que no apareció.Se la calienta con una piedra y come huevos y lauchas.

  NEUQUEN (AN) - La reserva faunística Luán de esta ciudad recibió un boa constrictor -de unos dos metros de largo- de manos de un camionero que la había adquirido en el norte del país con la intención de comercializarla en Cipolletti.
El reptil llegó a la familia Zupanovich cuando el transportista, que debía seguir viaje, se había decidido a liberarla luego de que fallara el contacto con el comprador local.
La serpiente, que no es venenosa y cuyo tamaño puede llegar hasta los cinco metros de largo, vive en una jaula en la cual hay una piedra que se calienta a través de una resistencia eléctrica que le permite mantener el cuerpo a unos 25 grados de temperatura.
Esteban Zupanovich, propietario del refugio de animales, dudó al momento de aceptarla pero, comentó, "no había muchas alternativas porque el camionero seguramente la iba a dejar abandonada por ahí".
Por estos días, el animal está dentro de la jaula de uno de los galpones de Luán donde no llega el frío. Las mayores dificultades llegan a la hora de alimentar a la boa, un reptil que come animales vivos: sobre todo pequeñas aves o roedores. Con huevos de gallina y las lauchas que caen en las tramperas, en Luán consiguen mantener a la serpiente que entabló una excelente relación con Pablo Zupanovich, el mayor de los hijos de Esteban.
"No hay ningún peligro porque no es venenosa, sólo hace presión con el cuerpo y abre una enorme bocaza para devorar a sus presas; al no tener huesos de conexión en la mandíbula puede tragar hasta a un conejo", comentó Zupanovich, quien comentó que antes de aceptar al nuevo huésped había rechazado la oferta de una boa que un hombre mantenía en su casa de Centenario. Precisamente desde la zona de La Colonia hace algo más de un mes llegó una serpiente yarará que un entrerriano atrapó en plena meseta.
En la reserva, ubicada en un rincón del barrio Colonia Valentina Sur a la altura del aeropuerto de esta ciudad, reptiles y monos representan el mayor presupuesto durante el invierno. Es que terrarios y jaulas están calefaccionados. Sólo por el consumo de gas la familia Zupanovich paga facturas de 550 pesos.
La familia no compra animales exóticos, sólo recibe los que la gente deja por determinadas circunstancias que -por lo general- tienen que ver con el hastío que produce la dedicación y el esfuerzo que demanda mantener a los "bichos". Por caso, en las últimas semanas llegó una mona carayá (o aulladora) que había estado tres años con una familia sin provocar inconvenientes. Pero un buen día, la mona -que se llama Nico- mordió a su ama, después a la empleada de su ama y luego a un chico.
"Me la trajeron y por ahora no se mostró agresiva", comentó Zupanovich. Por lo general, los carayá empiezan a morder o a atacar a sus amos cuando llegan a la adultez y no están en pareja.
   
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