Martes 22 de mayo de 2001

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Para los forenses de la Corte las chicas murieron el lunes

 

Quieren pasar a los testigos clave por el detector de mentiras

 

Es una propuesta del presidente del Tribunal. Jamás se usó en un juicio penal en el país. La iniciativa dividió a la Cámara y no es seguro que prospere. El polígrafo se lo pedirán a la SIDE. Kielmasz y González Pino también podrán emplearlo, si están dispuestos.

  CIPOLLETTI (AC).- Si algo caracteriza al juicio del triple crimen, es la atipicidad de algunas medidas. Y ayer se sumó una más: el presidente del Tribunal, César López Meyer, estimó "útil y conveniente para el conocimiento de la verdad", que algunos testigos claves pasen por el detector de mentiras.
Aunque no se anticipó públicamente, se supo que estarían en la lista Sandra González (la mujer que acusó a Guillermo González Pino) y la menor que dijo haber participado de una reunión durante la cual mataron a las chicas.
En la jurisprudencia provincial y nacional no existen antecedentes del uso efectivo de polígrafos (detectores de mentiras) en juicios penales. Pero López Meyer consideró que "en este caso particular, cuyas características, extensión y trascendencia puedan haber influido en la genuina prestación de los aludidos testimonios, se justifica su uso excepcional, estimando que, mediando el consentimiento de la persona sometida a la prueba, no hay impedimentos de orden constitucional y legal para ello".
El anuncio causó revuelo entre las partes. La querella de la familia González ya anticipó verbalmente que se opondrá, y lo mismo dijo a este diario el defensor de González Pino.
Ni siquiera entre los jueces hay consenso para apelar a esta medida. Uno de los camaristas, Juan Rotter, ya votó por la negativa, mientras que la otra integrante del Tribunal, María Evelina García, dijo que esperará a escuchar el informe que preste un especialista para dar su opinión al respecto. López Meyer también se expedirá después.
Además, el presidente del Tribunal propuso que el Cuerpo Médico Forense examine a algunos testigos y realice un psico-diagnóstico sobre el estado de sus facultades mentales, indicando especialmente si se detectan tendencias mitomaníacas o confabulatorias.
Para el polígrafo, dijo, se requerirá la colaboración a la secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE). A estas pruebas, como a las pericias psicológicas, se les otorgaría valor "indiciario".
Rotter, en una extensa resolución, se opuso a la propuesta del presidente. "Se trata de un medio que aún no ha sido empleado en el ámbito de la justicia", manifestó.
"Si bien en nuestro caso, en principio se trataría de utilizarlo con testigos, a mi modo de ver, el peritaje de credibilidad de un testigo puede ser equivalente al de un peritaje para establecer la responsabilidad de un acusado", dijo. Y agregó que "por la forma y las características que predominan en el empleo del polígrafo, estimo que podría implicar una intromisión en la psiquis de una persona y afectar el derecho a la defensa a la integridad psíquica".
En el plano personal, mencionó que consideraría afectada su dignidad, si después de prestar juramento de decir verdad, se le propondría someterse a una prueba de tal naturaleza. "De ahí que me siento moralmente inhibido de propiciar su utilización a un semejante", indicó.
Rotter puso en duda hasta qué punto una persona daría su consentimiento real, por tratarse de un medio prácticamente desconocido. Además, teniendo en cuenta que hay un índice fluctuante de aciertos del método (unos hablan del 90% y otros del 50%), cree que se le debería advertir al testigo, que a pesar de que diga la verdad puede caer en ese margen de error y quedar como mentiroso no obstante su sinceridad.
En este mismo sentido también realizó sus objeciones desde el punto de vista procesal, porque explicó que no existe personal ni instrumental idóneo para la producción de la prueba. Pero sobre todo atacó la posibilidad que dejó planteada López Meyer, al mencionar que "para guardar el equilibrio entre las partes, también deberá ofrecerse la posibilidad de realizar dichas pruebas a los imputados que lo soliciten".
Rotter dijo, en tren de hipótesis, que "no sería descartable que cualquier procesado que se vea muy comprometido con los elementos de juicio que pesan en su contra, podría pedir ser sometido a la prueba del polígrafo, alentando la esperanza, por el margen de error que representa, de que el resultado lo favorezca.
"La aceptación de esta prueba importaría sentar un precedente que exigiría, por respeto al principio de igualdad, que en lo sucesivo deba realizarse toda vez que pudiera considerarse útil y pertinente". Entendió que el esfuerzo por llegar a la verdad no autoriza a recurrir a cualquier medio de prueba. Por eso se pronunció en contra.
García dijo que en principio opinaba igual que Rotter pero su opinión definitiva la dará después de escuchar al operador del polígrafo.
   
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