Domingo 20 de mayo de 2001

 

Cacería humana por una fuga en la Unidad 11

 

Montaron un espectacular operativo en las chacras. Uno huyó a través del río Neuquén.

  NEUQUEN (AN) - La insólita fuga de dos internos de la Unidad 11 de Parque Industrial dio paso a una verdadera cacería humana con la movilización de un centenar de uniformados que se lanzaron en su búsqueda. Los efectivos, con el apoyo de perros, una decena de patrulleros, motos y lanchas, desplegaron un espectacular operativo en la zona de chacras, pero sólo uno fue recapturado.
Uno de los evadidos es Guillermo Javier Castillo (de 34 años), quien cumple una condena de ocho años por robo con armas y en diciembre del año pasado junto a otros tres interno protagonizó otra sugestiva fuga del mismo penal (ver aparte). Está prófugo y se cree que alcanzó a cruzar el río Neuquén.
Su compañero en la acción fue Gustavo Arias, de 26 años, procesado por robos con armas y lesiones. Es de Zapala y los uniformados lo atraparon en medio de una chacra, a escasos doscientos metros del río. Rodeado por los efectivos, no opuso resistencia y se entregó.
La fuga se registró minutos después de las 12 de ayer en el pabellón 1, cuando los internos recibían a sus familiares en las habituales visitas. Castillo, tras discutir con su esposa, redujo por la fuerza al carcelero y con el apoyo de otros internos lo introdujo tras las rejas, lo despojó de las llaves y salió junto a Arias a los patios externos.
Los presos treparon el muro perimetral de más de cuatro metros de altura, cerca de los consultorios médicos, y sin que que lo advirtiera el guardia que está apostado en una de las casillas, ganaron la calle. A toda carrera cruzaron los terrenos de la cerámica Zanon y llegaron a las chacras de la zona de Nueva España.
Cuando los guardias reaccionaron se montó un operativo que sólo logró aprehender a Arias, en uno de los accesos a la chacra de la familia Martel. Se intentó ocultar en una pila de bines, pero lo descubrieron.
La búsqueda, comandada por los comisarios Héctor Rosas y Juan José Jil, se centró entonces en Castillo. Los efectivos "peinaron" la zona en un tramo de chacras y tupida vegetación virgen, entre la barda y el río. Los rastrillajes se llevaron a cabo en una franja de unos 2.000 metros de largo por 500 de ancho, donde los charcos de agua y el barro de la lluvia de los últimos días, se convirtió un difícil obstáculo para los uniformados.
Los chacareros del lugar fueron, sorprendidos por el movimiento de los uniformados, reaccionaron de diversa manera. El temor se hizo patente -se les informó que los evadidos eran peligrosos- y a algunos se los vio con armas encima.
El despliegue policial por fue espectacular, por la cantidad de hombres y medios empleados y la rapidez de los movimientos. Efectivos en motos, a pie, con el apoyo de perros y cada uno con un equipo de comunicación en la mano, cruzaban la zona en todas direcciones para dar con el evadido.
Pero los rastros de Castillo terminaban en la costa del río Neuquén. Hasta allí guiaron los perros a los uniformados en los patrullajes. "Todo indica que cruzó a Río Negro, de ahí que se pidió la colaboración a la policía de esa provincia para la búsqueda", dijo una fuente.
En el operativo participaron efectivos de tres comisarías, la Despo, del Departamento Delitos y se requirió además la colaboración de un grupo de bomberos, para navegar el río en lanchas y gomones.

Sugestiva falta de controles

NEUQUEN (AN).- La explicación sobre la fuga de Guillermo Castillo y Gustavo Arias de la U-11 es desconcertante. La mujer de Castillo, tras discutir con su esposo en medio de la visita, pidió que le abrieran la puerta para irse.
Cuando el carcelero accedió, el preso lo tomó del cuello sacando los brazos entre los barrotes y lo amenazó con una púa. Los internos, Roberto Russo y Rubén Darío Retamal le arrebataron las llaves y lo introdujeron en el pabellón.
A partir de ese momento los 22 internos pasaron a tener un dominio absoluto de la situación, porque no había más guardias.
Nadie vio a los fugados cuando treparon el paredón de más de cinco metros de altura. Recién cuando el carcelero escapó de sus captores, se dio la voz de alerta. Todo ocurrió durante la visita, con una gran cantidad de particulares en la cárcel, en momentos que se supone se intensifican al máximo los controles.
"Se han iniciado las investigaciones correspondientes para deslindar responsabilidades", dijo una fuente policial.
Castillo ya demostró su habilidad para fugarse. El 25 de diciembre pasado junto a Omar Sastre, Raúl Villot y José Rodolfo Ríos, se fugó de la U-11 una maniobra sorprendente. Nadie los vio y los guardias advirtieron la fuga varias horas después.
Pero Castillo, al día siguiente, fue detenido cuando en avanzado estado de ebriedad caminaba por el barrio San Lorenzo. Los otros fugados también cayeron tiempo después.
El prófugo está purgando una condena a ocho años que le impuso la Cámara Primera, por el robo a mano armada a un depósito de agua mineral. También tiene un proceso en el Juzgado 3.

foto: Guillermo Castillo, un experto en fugas, volvió a burlar a los custodias de la U-11.

   
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