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Tecno, un universo musical sin límites
Géneros y subgéneros que convierten la música tecno en un laberinto dominan hoy el mundo, dándole alma a los sonidos de las máquinas.
Bestia insatisfecha y mutante, cambia de formas continuamente, siendo imposible establecer sus límites y sus alcances. Las denominaciones de géneros y subgéneros se actualiza día a día, llegando a sumir en la confusión hasta a los iniciados con términos como trance, trip-hop, gabber, house, ambient...
En la disyuntiva de ser rey de las pistas de baile, hasta adentrarse en las mayores profundidades de la experimentación, la extensión de la movida electrónica lo abarca todo (o casi). Desde la electricidad vertiginosa del "gabber" -que hace poner pálidos hasta a los "trashers" del metal- hasta la ensoñación del "ambient". Todo tiene su espacio en el mundo electrónico. Como en el ciberespacio, no hay límites ni reglas. En la escena pop puede determinarse en forma casi unánime la paternidad de los míticos alemanes de Kraftwerk, que con sus experimentaciones desde hace décadas han abierto caminos y aún hoy asoman sus rostros en la escena de vez en cuando.
Este grupo tiene sus influencias más fuertes en Karlheinz Stockhausen, el compositor alemán más representativo de la era posbélica, y su legado es la fundación de la música experimental moderna.
Otro puntal en la difusión masiva del tecno es Brian Eno, creador absoluto de la estética ambient, y referente de máximas estrellas del rock como David Bowie, David Byrne, U2 y tantos otros.
En un repaso más general de las nuevas tecnologías aplicadas a la música, podemos ver que la historia se remonta a fines del siglo XIX, con las experimentaciones de Von Helmholtz y su "resonador", pasando por las "ondas Martenot" de principios de siglo pasado y llegando al circuito integrado de los "60.
Todo esto fue arrasado en los "80 con la generación digital de los ordenadores. Y ya nada fue lo mismo. Ya nada sonó igual. La vanguardia hizo vista y picó en punta, tomó los sintetizadores, las cajas rítmicas, los secuencers y los samplers e invadió los charts.
Obviamente el circuito comercial asumió como propios los instrumentos, dejando de lado la filosofía conceptual, y el sonido electrónico llegó a convertirse en usual, necesario e infaltable.
En los ochenta las producciones techno pop de Erasure, Depeche Mode o Eurythmics alcanzaron la cima en las listas de éxitos en todo el planeta y a fines de los noventa se provocó un nuevo reciclaje con el trip-hop de la escena Bristol (Massive Attack, Portishhead) y el bigbeat y su mixtura irreverente y explosiva del rock and roll, que a nivel masivo se expresaron en los excelentes trabajos de Chemical Brothers y Prodigy, resucitados del circuito dance clubber a las máximas alturas de los charts con una estética neo-punk. Los tiempos cambian y el tecno se recicla constantemente, muta a través de la cadena evolutiva de la música asegurando su supervivencia.
Ignacio Artola
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